Por Inocencio Yáñez Vicencio.
Para entender el camino que me llevó a conocer a muchos personajes de la izquierda, voy a relatar algunas anécdotas que no son del agrado de muchas gentes, pero a veces las externo porque son de interés de quiénes menos espero.
Que las primeras palabras que recuerde son: toma tu vara y llama a los perros, que vamos al basurero por botellas, cartón, fierro, porque no me pagaron la docena de ropa que lave ayer, decía la abuela materna que me adoptó. En esa situación, la impaciencia por crecer es grande, porque ya quieres trabajar para obtener unos centavos que permitan amortiguar el hambre. Soy pionero de la enseñanza abierta, porque la mayor parte de la escuela primaria la cursé con exámenes, sin cubrir asistencia, porque me era más atractivo vender periódicos, asear calzado...No puedo quitar de mi mente la vez que Luis Cano, compañero de pupitre, que llegaría a ser cura, que al ver qué un dibujo que hacía del estandarte de la Virgen de Guadalupe, por ser día de la bandera, me acusó por romperla, cosa que había hecho porque sentí que me había quedado mal y la iba a reponer, argumentos que no valieron y la maestra me castigó por esa profanación. Desde ahí la vida me guío por el Dios de Spinoza.
Junto a la casa donde pasé varios años arrimado con unos primos, vivía César del Ángel Fuentes, que era una persona muy carismática y muy apreciada en el barrio. Por unos pesos que me obsequio mi primo Ricardo Tapia, pude inscribirme en la Secundaria Técnica, de la cuál había egresado ya, Félix Lucio Fernández Gamundi, vecino del barrió, que sin duda fue el dirigente del Movimiento del 68, más limpio que tuvo.
Con todo eso , quiero decirles, que como nunca tuve vocación de faldero, seguí mi propia ruta.
Estando en segundo de secundaría, con Rafaél Alarcón, hoy jubilado del Tecnológico de Misantla, subimos a una plataforma de camión que César del Ángel, había colocado frente a las oficinas locales del por entonces Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, para exigir resoluciones atrasadas.
César me presentó a Demetrio Ruíz Malerva, que invitamos a dar una conferencia sobre la invasión de los Estados Unidos a la República Dominicana.
Al asumir la dirección de la sociedad de alumnos de la Secundaria, me llamó la atención que el director Ángel Saqui Del Ángel, me daba vales para ropa y gestionó una beca de 300 en el Club de Leones, que sumada a las del gobierno federal y a la del gobierno municipal de 100 pesos cada una, llegaban a 500 pesos. Cómo descubrí faltantes en máquinas de coser y máquinas de escribir, mal uso de plazas...pronto me encontré en el dilema: disimular y seguir con mis becas y organizar una protesta contra esa corrupción. Ni lo pienses me dijo Demetrio, se denuncias esas anomalías te quitan la beca del Club de Leones y no podrás irte a continuar estudiando a México. Pues me valió. Algo una huelga y me aprende la policía. En cuanto me liberan, establezco contacto con líderes politécnicos, me acercan al director de Educion Tecnológica, Héctor Mayagoitia, quien exaltado me responde que no puede remover al director porque es recomendado del Subsecretario de la Defensa. Al cabo de unos días llega el reemplazo de Saqui.
Cuando el Ejército entra a la Universidad Nicolaita, que encarceló a Rafaél Aguilar Talamantes, siendo yo dirigente municipal del PRI, en un acto multitudinario de tricolor, pido la palabra para refutar a los que condenaban a los estudiantes. Se me vino el mundo encima y a partir de esa fecha para todos era comunista.
Gracias a que César me aseguró que en una semana me conseguiría trabajo, me fui a la CDMX. Estoy convencido que no pudo, aún cuando hizo todo lo que le era posible. Me envió a ver a Rodolfo Echeverría y no prosperó la gestión. Gracias a sus buenos oficios conocí y traté a Elena Garro, ex esposa de Octavio Paz. Ella intercedió ante el Secretario de Educación, Don Agustín Yáñez, que me dijo que volviera en otro día, pero como esa misma tarde se disgustó Elenita con el Secretario, me pidió ella, que ya no lo viera. Ese ir y venir a Lomas Virreyes, de lleva y trae como comprenderán, fue bonita experiencia.
En el Politécnico, dado mis antecedentes, me tocó apoyar a los estudiantes en Tlaxcala, Puebla, Ciudad Mante, Villa Hermosa, Juchitán. En Villahermosa pedíamos la salida de Manuel R Mora Martínez. Ahí estaba, en la puerta de Palacio de Gobierno, el en ese tiempo, Coronel Toledo, que cobraría celebridad por ser herido en la Plaza de las Tres Culturas. En Juchitán, me tocó estar al frente de los aguerridos estudiantes y pobladores que pedían la salida del director José Pineda López, lo que después de varios días de presión se obtuvo. Todavía mantengo viva relación con dirigentes de esa lucha, como Froylán Cruz Toledo, Cecilio de la Cruz Pineda, Mario Bustillos....
Esa participación me permitió ganar una elección de seis integrantes de una delegación que asistiría al IX evento de la Federación Mundial de la Juventud Democrática. Recuerdo que en la asamblea donde se eligirían los que compondrian esa delegación, pasos un buen número de aspirantes y Baraquiel Ramos, un tipo muy sano pero muy inteligente, me dice: aquí no cuentan argumentos, aquí gana el más radical, así que tú sabes.
La delegación a la reunión de la FMJD, que se celebraría en Sofía Bulgaria, tenía dos opciones; integrarse a la CJM de Celso Delgado o a la Juventud Comunista de Pablo Gómez Álvarez, que tenía sus trabajos preparativos en las calles de Mérida, Colonia Roma. En esas oficinas conocí a Pablo Gómez. Para abreviar les cuento que yo estaba con él cuando en Sofía, después de hacer una llamada en una cabina, sale y me dice: esos troskos, ya ni la joden. Acaba de estallar el Movimiento Estudiantil del 68.
Nos vemos hasta el cuarto informe de gobierno de Luís Echeverría, que con ese motivo la Tribuna de la Juventud, había organizado un debate entre los partidos políticos. Para el último de esos debates ya no quiso asistir José Luis Lamadrid, que era más cercano a Don Jesús Reyes Heroles, por lo que me enviaron a mi. Aquí, un testigo, Gustavo Ávila Maldonado, publicó que no le fue bien a Pablo, porque no esperaba tener un interlocutor que conociera de marxismo. A partir de ese encuentro, puros desencuentros. Jamás me habló.
Pablo, fue el diputado más destacado en su primera incursión como legislador. Su capacidad en la tribuna no se discute. Tiene mucho poder de convencimiento. Su problema es su inexplicable renuncia a los fundamentos del marxismo. De abrazar el eje izquierda - derecha, pasó al eje funcionalista gobernantes - gobernados, vaciando de contenido social el antagonismo, para empantanarse en un lucha del poder por el poder, viendo al poder como no sólo definidor de esa lucha sino como un botín, por lo cual hay que perpetuarse en él y desaparecer todo lo que les pida cuentas y los pueda someter a la justicia.
Toda vez que tanto Alcalde como Sheinbaum, sólo se preocupan por parecer antes que ser, no esperemos que la anunciada Reforma Electoral, no sea más que una treta para plasmar en leyes el proyecto contrarrevolucionario de Morena, contra la República y la democracia. |
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