Por Inocencio Yáñez Vicencio.
Hoy cuando la democracia, dice Sartori, se ataca en nombre de la democracia, es necesario descifrar y hacer una lectura correcta de los códigos utilizados por políticos y comunicólogos o sediscentes comunicólogos, para no terminar fortaleciendo a los que queremos exhibir cómo lo que son: unos bribones. No es fácil en un tiempo en que la política se ha trasladado del Ágora a la lucha de un poder separado de la sociedad, menos cuando una banda que aprovechado asignaturas pendientes alcanzó una mayoría que posterior a la voluntad de las urnas, las autoridades bajo su dominio le otorgan una mayoría calificada que lejos de capitalizar la para radical izar su programa social, la emplea para destruir las reglas y condiciones competitivas y los mecanismos de control y rendición de cuentas, para perpetuarse en el poder y no someterse al escrutinio de los tribunales.
Quienes nos declaramos demócratas no podemos levantar la bandera de la democracia por un lado y por el otro, minar sus instituciones, reglas y principios, que sin ellos no puede tomar vida la competencia libre, plural y equitativa de la política.
Digámoslo claro y directo. Sin partidos políticos no puede haber democracias representativa o moderna. La democracia en nuestros días pasa por los partidos política. Quiénes no concebimos o no aceptamos la naturaleza orgánica y monolítica de la sociedad, rechazamos categóricamente la representación holistica, convencidos de que el voto individual no puede ser reemplazado por la aclamación, por lo que defendemos la pluralidad de la sociedad, que se debe expresar en ella espectro político, los que en conjunto contribuyen a configurar la voluntad de la nación, que surge, no de sofocar sino de coordinar el debate, la discusión, la deliberación, de la delibracion, como previos al consenso,al acuerdo y a la toma de decisiones.
Nuestra toma de posición de comenzar por deslinadr al partido y a sus élites. Un demócrata consecuentes tiene la obligación de criticar la conducta de sus dirigentes pero su crítica hacia las instituciones debe ser para mejorarlas no para destruirlas, como la célebre crítica que realizó al sistema parlamentario el teórico de Hitler, Carl Schmitt.
En mi caso, escribo desde fuera del PRI, desde el momento que no aparezco en su padrón, otros se han separado pero sin irse a otros partidos. Condenable es la actitud la actitud de los oportunistas que de la noche a la mañana han descubierto que tienen otra ideología y otro programa y se han ido a Morena, PVEM, PT, o al partido polizonte de MC, porque ordenaron cuando creen haber agotado la ubre, emigran hacia donde ven ahora más espectativas.
En verdad alguien en sus cinco sentidos piensa que al llevarse Morena y sus satélites a toda esa escoria que tanto señaló de ladrones, hunde al PRI? No se requiere un porción muy elevada de masa gris, para darse cuenta que ha hecho muy bien Adolfo Ramírez, presidente del comité directivo estatal del tricolor en promover la desparasitación de ese partido. Que bueno que ni se enganche ni lamente su transfuguismo. Enhorabuena que se sacuda de los que medraron de ese instituto.
El 27 de septiembre de 2007, tengo una tarjeta que le envié a Fidel Herrera, entonces gobernador , cuyo cuerpo dice: Es indispensable que la gran transformación del PRI empiece porque sus comités seccionales dejen de ser comités de aplausos y de una vez por todas se conviertan en comités de defensa comunitaria, que entre sus más importantes funciónes contemplen: a) discutir los problemas comunitarios; b) levantar un padrón de las demandas más sentidas de la población; c) presentar en forma escrita y verbal a las autoridades esas demandas; d) hacerles un seguimiento; e) transcurridos los plazos normales para su respuesta, en caso de no haberla, iniciar… |
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