Mientras por un lado, el presidente Trump interviene para que haya paz en Ucrania, donde los soldados de Zelensky han comenzado a deponer las armas. Y reportan de mercenarios colombianos que, al no querer rendirse, pues sabían lo que les esperaba en un juicio y una sentencia de pena de muerte, se confrontaron y fueron eliminados…
A la total rendición, el siguiente paso es llamar a elecciones “libres”, en las que siempre gana el candidato pro yanqui que defiende sus intereses. Pero…
En otro lado del mundo, el mismo presidente Trump, autorizó una acción a gran escala con bombardeos, drones y toda la cosa -que es lo que hoy se estila y que al parecer ya ha empezado- contra los hutíes en Yemen, previamente calificados por Washington como una organización terrorista -para que sepan lo que les espera a los de aquí- también para defender los intereses de ellos por allá…
Y les advirtió que su tiempo ha terminado y que, si no cesan sus ataques, “el infierno lloverá sobre ellos, como nunca antes habían visto”. De paso, le advirtió a Irán que de inmediato deje de apoyarlos y que los estará vigilando. Pero aún dejó en suspenso la intervención militar en México…
Cabe mencionar, que entre las armas que han abandonado los ucranianos, están tanques, vehículos artillados y obuses, casi todos de fabricación americana y uno que otro de origen australiano, así como los tanques suecos que enviaron al conflicto; por lo que han avisado a las respectivas embajadas en la ONU, para que vayan a recoger el tiradero que dejaron.
Cambiando de tema…
¡Andan desatadas! Saliendo de casa, me tope con una “peregrinación” de no más de dos docenas de personas -supongo más adelante se irían uniendo más- que seguían devotamente a una mujer quien al frente llevaba una cruz de considerable tamaño; y según decía la pancarta, oraban por la paz en el mundo…
Más adelante, cuando le daba de comer a mis hermanos de cuatro y de dos patas, porque entre caballo, vacas, gatos y perros, hay gallos y gallinas, se detuvo un hombre joven quien iba acompañado de un muchacho, me saludó chuleando a mis animales y me dijo que si podía dejarme una información. Me acerqué y le pregunté de qué se trataba, pensando que sería propaganda política; pero me dijo que era una invitación para asistir a un acto de un santo…
Cortésmente le agradecí la intención de darme el folleto, pero le dije que yo tenía otras creencias. También cortésmente me dio las gracias por mi sinceridad y deseándole buen camino, se retiró. Pero al rato, por ser sábado y día de paseo junto al río, un gripo de personas pasó por enfrente y una señora me saludó muy amablemente…
Yo les vi la pinta de Testigos de Jehovah o algo así, pues llevaba portafolios colgando del hombro y simpatizó con que le diera de comer a los bichos, debo decir, que les doy de comer, no que les llevo la comida, que son dos cosas bien distintas. Para mí darles de comer y cepillarlos es un gusto como pocos…
El caso es que me empezó a hablar de Jesucristo y le dije que yo tenía otras creencias. ¿En qué cree usted? me preguntó. Y le respondí que en mí. Lo que le sorprendió. Por lo que le dije que si tenía una moneda de un peso que me pudiera dar. Se sorprendió aún más. Me dijo que no tenía monedas, pero me dio un billete de 50 pesos. Se lo acepté, dándole las gracias…
Y en seguida le pregunté, si me podía dar un millón de dólares. Sonrió y me dijo que no. Le pregunté por qué no me lo podía dar; y me dijo que porque no lo tenía. Al tiempo que le devolví su billete, le dije que quedara bien claro que nadie puede dar lo que no tiene. Y que consecuentemente no tiene sentido creer en nada, mientras antes no se crea en uno mismo…
Me habló de que habían los científicos descubierto el Arca de Noé, en la que el protagonista subió a bordo una pareja de todos los animales del mundo, incluyendo a los pingüinos de la Antártida que vaya que se aventaron una larga travesía para poder llegar a tiempo al Arca…
Haciendo recordar las palabras de Michel de Montaigne (1533 - 1592) “Nada se cree tan firmemente, como lo que menos sabemos”. Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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