“Gracias a la Reforma Energética, por primera vez comienza a bajar el costo de la electricidad que pagan las familias, además, a partir de este momento, en 2015 ya no habrá gasolinazos gracias a la Reforma Hacendaria, por primera vez en cinco años ya no habrá incrementos mensuales a los precios de la gasolina, el diésel y el gas LP”, éstas palabras formaron parte del discurso que nuestro actual presidente de la República dirigió hacia sus representados el día 4 de enero del año 2015.
Como usted se puede percatar, estimado lector, dicho discurso únicamente sirvió para apaciguar las aguas que se agitaron con los rumores de supuestos incrementos en el combustible que se implementarían años más tarde. Y hoy, tales rumores se hicieron realidad; el precio de la gasolina se incrementó en un 20%, y se incrementará todavía más en los próximos meses. Tan sólo en el mes de febrero, de acuerdo con el director de Estrategias de Mercado de Finamex Casa Bolsa, Guillermo Aboumrad, se impondrá un segundo “gasolinazo” en el año, debido a que hay un aumento en el precio del punto de referencia internacional por medio del cual se determina la fórmula vigente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Esto quiere decir que dependiendo del aumento en los precios del combustible en el mercado internacional, la SCHP mantendrá o elevará los precios de nuestra gasolina que ni con la reciente privatización de su distribuidora ha beneficiado un poco siquiera al bolsillo de sus consumidores. De esta manera se muestra de nueva cuenta cómo la demagogia surtió efecto en una sociedad deseosa de mejoras, pero, para nuestra desgracia, tales mejoras sólo resultaron ser un espejismo de repetibles promesas incumplibles.
Apenas va iniciando el año y una parte de la sociedad mexicana (digo “una parte” porque aún tengo fe de que no toda actúa de la misma manera) ha llevado a la práctica de una manera preocupante una de las peores formas mediante las cuales se puede expresar la inconformidad ante una decisión tomada por el gobierno que repercute negativamente en sus intereses como grupo social; el vandalismo. El día 4 de enero del año que apenas comienza, los saqueos y la rapiña se apoderaron de distintos establecimientos comerciales en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM). En este caso, un servidor fue testigo de la violencia acontecida en uno de los municipios más peligrosos de la entidad; Ecatepec. Tanto policías como integrantes de la sociedad civil protagonizaron distintos enfrentamientos en varios puntos del mismo. Sirenas, gases lacrimógenos, utensilios punzocortantes y hasta armas de alto calibre fueron algunos de los elementos que marcaron una jornada de manifestaciones en contra del gasolinazo que en un discurso televisado ese mismo día, Peña Nieto lamentó profundamente, pero que de igual manera ratificó como necesario para salvaguardar una economía nacional que hasta el día de hoy puede presumir de miles de millones de pesos en una deuda externa que año con año se incrementa de manera exorbitante.
Hasta este punto es importante aclarar que no únicamente la sociedad civil fue partícipe en actos de violencia y vandalismo, ya que también encapuchados provenientes de la policía federal y municipal incurrieron en los mismos. Tanto fotografías como videos proporcionados en las principales redes sociales evidenciaron tal afirmación, por lo tanto, la culpabilidad ante tales actos no puede ser adjudicada en su totalidad a un sólo sector social. Pese a esto, algunos dirán que mi análisis se está viendo nublado por la especulación del sentido común, y en parte así es, pero ¿De qué manera puedo comprobar que el mismo personal que trabaja para el gobierno incurrió en este tipo de actos? ¿Acaso tengo que recurrir a la entrevista semiestructurada, al cuestionario, a la encuesta o a simples conversaciones informales? ¡No lo creo! Sería pecar de ingenuo, ya que ese tipo de información no será proporcionada por este tipo de personas. Así, sólo me baso en los datos proporcionados en la web por la misma ciudadanía. Ya es decisión personal del lector el creer tal aseveración o no.
Ahora, con estos actos de violencia llevados a cabo en diferentes puntos del país, no solamente se pone de manifiesto la inconformidad de la sociedad civil respecto al autoritarismo con el cual el gobierno toma decisiones transcendentales, sino también se evidencia la descomposición social reflejada en la pérdida de valores y el quebrantamiento de las reglas, y el afán del gobierno por deslegitimar la protesta social con actos vandálicos protagonizados por sus mismos “infiltrados”. Ésta última afirmación viene practicándose desde tiempos antaños, y aunque siga siendo un secreto a voces guardado, sería pueril pensar que el gobierno no cuenta con personal capacitado para manchar con violencia los movimientos sociales que defienden las causas justas. Hasta este punto, mencionaré las que, desde mi interpretación como sociólogo, son las principales problemáticas que han surgido con el polémico gasolinazo:
1) El aprovechamiento de la protesta social por parte de la sociedad civil para perpetrar actos de vandalismo en beneficio de intereses particulares
2) La deslegitimación de la protesta social en actos de vandalismo llevados a cabo por infiltrados del gobierno
3) El hartazgo social expresado por parte de la sociedad civil en forma de movimientos sociales que cada vez son más constantes y radicales
4) La propagación del miedo y la psicosis colectiva debido a la manipulación mediática de los medios de comunicación que tiene como finalidad convencer a la población de que es necesario el uso de la fuerza pública y
5) La exclusión de la ciudadanía en la política mexicana.
Con todo lo dicho anteriormente, no olvidemos que siempre será de vital importancia para el gobierno mantener el control de sus gobernados ante cualquier situación que ponga en riesgo su poder; manifestado en sus privilegios, su control hacia toda persona o grupo social que se muestre renuente a acatar las decisiones tomadas por éste, y su estatus de incuestionable frente a cualquier tipo de determinación que haya implementado, así sea en detrimento de su pueblo. Tan es así que la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) ya está investigando la procedencia de varios mensajes en las mismas redes sociales que ocasionaron el caos en varias entidades del país, supuestamente reproducidos por esos molestos “Bots” del gobierno.
En estos días, el pánico, tal y como el sociólogo Stanley Cohen lo describe en su obra “Pánico moral”, se ha utilizado como herramienta para deslegitimar las incipientes protestas sociales e impulsar así el uso del monopolio legítimo de la fuerza pública, y lamentablemente dicho pánico también se ha enriquecido por la ruptura del tejido social que desde hace años experimenta México, al igual que por esa ignorancia que hace creer que el robo del vandalismo revertirá los gasolinazos, que la violencia se erradicará con más violencia, y que el PRI al fin se preocupará por los intereses y necesidades de su pueblo.
Gracias por su lectura.
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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana.
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