De Veracruz al mundo
ESCENARIO
Eduardo de la Torre Jaramillo
2019-02-24 / 09:17:19
La personalísima 4T: ¿regresión o gatopardismo?
La mayoría de los analistas políticos nacionales están tratando de desentrañar la forma de gobernar del actual presidente de la república; por ejemplo hace unos días Jorge G. Castañeda realizó una arqueología académica y política de los orígenes de AMLO; de igual manera Salvador Camarena estudió los efectos de sus decisiones en los dos polos sociales que se observan en el país; Raymundo Riva Palacio escribió sobre las dos acepciones de “bizarro” que hay en el actual mandatario federal, y Enrique Krauze sobre “el presidente historiador”; sin embargo, existe otra parte de su biografía política que aún no se explora, que es la que aquí se desarrollará, y que tiene que ver con el cambio político experimentado en el país desde 1988 y su relación con AMLO.



Cuando nace la Corriente Democrática en 1986, se vale preguntar: ¿Qué hizo AMLO en esos años ante la ruptura en el interior del PRI? Si bien, estudió en la UNAM la carrera de Ciencias Políticas de 1973 a 1976, en esos mismos años se afilió al PRI, por ejemplo en 1976 en Tabasco fue coordinador de campaña del candidato del PRI al senado del poeta Carlos Pellicer; hacia 1982 se involucró en la campaña a gobernador de Enrique González Pedrero, y éste lo designó como presidente del CDE del PRI en 1983; regresando a la cuestión académica, se tituló de su carrera hasta 1987 con una tesis sobre la construcción del Estado en el siglo XIX; ya en 1988 con el sacudimiento político en el PRI, no renuncia sino hasta después de la elección presidencial de julio de aquel año, cuando le ofrecen la candidatura del FDN a la gubernatura de Tabasco, cuya elección fue el 9 de noviembre de 1988. En 1989 Cuauhtémoc Cárdenas lo designa presidente del naciente PRD en Tabasco, y lo adopta como su hijo político.



En 1991 organizó el “Éxodo por la democracia” (Éxodo es el segundo libro de la Biblia, cuya historia es la liberación de los hebreos por parte de Moisés, quien los llevó a la tierra prometida), apelando al fraude electoral en algunos municipios, al igual que en la elección cuando participó como candidato a gobernador en 1988; regresando a dicha marcha llegó al DF; allí negoció con el secretario de gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios y se anulan algunas elecciones municipales; ya en enero de 1992 el sistema político renunció al gobernador Salvador Neme Castillo. Es pertinente mencionar que quien lo apoya políticamente en la capital del país fue el exregente Manuel Camacho Solís y su secretario general de gobierno, Marcelo Ebrard Causabón. Hacia 1992 renuncia a la dirigencia del PRD en Tabasco y se traslada a Veracruz para apoyar la candidatura a la gubernatura de Heberto Castillo Martínez.



Nuevamente en 1994 se presenta como candidato a la gubernatura de Tabasco, allí el fraude electoral es escandaloso frente a Roberto Madrazo Pintado, en donde se calcula que el candidato del PRI gastó 70 millones de dólares, lo mismo que Bill Clinton en su campaña en los Estados Unidos; en ese rebase de tope de campaña, los consejeros electorales del IFE, Santiago Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti dijeron que se había excedido el tope en un 78%. Cuyo resultado político fue la marcha que le llamó “Caravana por la Democracia”, las acciones que tomó ese movimiento fue bloquear los pozos petroleros, así como convocar al no pago de la luz (actualmente la mitad de la población en Tabasco no paga la luz, gracias a esa lucha), por lo tanto, pidió la salida de Roberto Madrazo al gobierno federal y cuyo resultado fue la caía del secretario



de gobernación, Esteban Moctezuma Barragán, esto porque se rebeló el gobernador Madrazo con el apoyo de Carlos Hank González, inclusive se negó a asumir la titularidad de la SEP.



Los dos fraudes electorales en Tabasco, posicionaron a AMLO como el político más popular en el interior del PRD, y en 1996 se presenta como candidato a la presidencia nacional del PRD frente a los otros dos aspirantes Heberto Castillo y Amalia García, con el apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas gana la dirigencia nacional, en la línea de las dirigencias de expriistas al frente del PRD, Cárdenas-Muñoz Ledo-López Obrador.



Paradójicamente en esos años, el presidente nacional del PAN era Felipe Calderón Hinojosa y por el PRD, Andrés Manuel López Obrador, mientras que el primero rechaza la reforma electoral con la no aceptación de las prerrogativas hacia su partido, AMLO aceptó las prerrogativas sin criticar la reforma electoral. Es pertinente mencionar el trato electoral que le dio Ernesto Zedillo al PRD fue diferente al que le propinó Carlos Salinas, al reconocer las primeras gubernaturas al otrora partido de AMLO: DF para Cuauhtémoc Cárdenas, Zacatecas a Ricardo Monreal, Baja California con Leonel Cota, y Tlaxcala para Alfonso Sánchez Anaya; de igual manera en la elección federal de 1997, el PRD fue la segunda fuerza en la Cámara de Diputados con 125 diputados federales, siendo Porfirio Muñoz Ledo el coordinador de la fracción del PRD.



En el año 2000 de la mano de Cuauhtémoc Cárdenas fue candidato a la Jefatura de Gobierno en el DF, y con la ayuda de su amigo Ernesto Zedillo Ponce de León, quien le permite ser candidato a pesar de no tener el requisito de la residencia para participar, y gana, ya siendo jefe de gobierno adquiere una dimensión nacional, y también gracias a la torpeza de Vicente Fox quien lo desaforó. La transfiguración del fraude electoral en los años ochenta y noventa sobre AMLO, ahora en la alternancia sólo era la aplicación del Estado de Derecho, que tuvo un mayor impacto nacional que lo benefició.



En 2006 AMLO cometió el parricidio político con Cuauhtémoc Cárdenas, quedando en segundo lugar por sus errores (el “cállate Chachalaca” a Fox, su declaración de que “no le quitan una pluma a este gallo”, la inasistencia al primer debate presidencial, etc.), a diferencia de lo que vivió en Tabasco, con la reforma electoral zedillista se erradicaba el fraude electoral, y fue un discurso que pretendió actualizar en su disputa por la presidencia de la república, pero sólo los incautos creyeron en el fraude electoral cibernético, del cual por cierto existe un estudio del CIDE en donde desmontan esa narrativa falaz, y asume su “presidencia legítima”, la consecuencia fue descabezar al IFE, al destituir a Luis Carlos Ugalde, y desde allí vino el debilitamiento cómo órgano autónomo.



Finalmente, AMLO no es un actor político que empuje el cambio político, sino que se monta en él, como lo fue en 1988 que no renunció al PRI, sino hasta que le ofrecen la candidatura a la gubernatura; trabajó muy bien su plaza política, que fue Tabasco, en donde su narrativa como opositor fue eficiente al ser víctima del fraude; ya en 1996 acepta las prerrogativas como fuente de financiamiento de los partidos políticos, porque le beneficia y en ningún momento vive la tensión que experimentó el PAN como partido, quien vivió sin prerrogativas de 1939 a 1997, y que en esa veta opositora hasta decidió no participar en las elecciones federales para no convalidar el fraude electoral, el supuesto partido conservador, como oposición fue mucho más



radical que el PRD, con la resistencia civil y las huelgas de hambre en el norte del país. De allí la eficacia de AMLO con el “Éxodo y la Caravana”, que fue una forma de imitar al PAN, ya que fue otra forma de resistir políticamente, quizá imitando a Salvador Nava Martínez, ese liderazgo ético en la política mexicana, quien en el fraude de la gubernatura en San Luis Potosí en 1991 convocaría en el zócalo del DF a miles de mexicanos, un personaje de la política mexicana, mucho más consistente porque fue un real opositor, fue encarcelado en 1961 en el Campo Militar No. 1, sólo por ser un disidente en el PRI.



Es así como a AMLO le funcionó muy bien su estrategia y narrativa de: fraude-negociación política con actores gubernamentales del PRI- poco respeto a la legalidad- simbolismos religiosos; posee un gran olfato político, juega perfectamente con los símbolos, por eso la mayoría de mexicanos coincide con él, en los qué (combate a la corrupción, construir una sociedad más igualitaria) pero la diferencia reside en los cómo; en donde no hay planeación de sus propuestas (NAIM, Tren Maya, refinerías); en su formación académica privó la ideología y no el estudio de las políticas públicas, además existe un profundo desprecio por los técnicos y los especialistas. Frente a todo esto, como no es un promotor del cambio, particularmente de los últimos 30 años, desprecia la democracia, que fue la lucha de 1988, de igual manera el resultado de esa disputa electoral, que fue la creación de un órgano electoral autónomo, y en su fijación del fraude no le permite verlo como tal; inclusive no le gusta la transparencia ni la rendición de cuentas, por eso es información clasificada la construcción de los “segundos pisos en el DF”, de allí su crítica hacia el IFAI, como un elefante blanco.



Finalmente, su aspiración es la regresión al presidencialismo “metaconstitucional”, ya tiene una mayoría salvaje en el Congreso de la Unión, y la denomino salvaje a diferencia de lo que hizo el PRI, que fue una “mayoría mecánica”, el contraste es que se hacía política, se dialogaba, se respeta a la oposición, y no se le excluye y mayoritea vulgarmente, de allí el adjetivo de salvaje; el intento de control sobre el poder judicial con su nuevo presidente y la renuncia que hicieron con la presidenta del TEPJF; a lo que hay que agregarle los programas sociales clientelares, cuya intención electoral pretenden verla en el 2021. Lo que no toma en cuenta es que la globalización le ajustará las cuentas en el mediano plazo por las decisiones sobre la política energética, educativa, y de inversiones. Lo que si se podría reescribir es el resultado del neopolulismo que vivió este país de 1970 a 1982, con una crisis que contradictoriamente le dio entrada al neoliberalismo. El país de un solo hombre no es posible en el siglo XXI, y esto porque morena no se convertirá en un partido político, hoy es una entelequia que se pretende trasladar al gobierno con sus programas sociales, imitar lo que hizo Carlos Salinas en 1991 con “Solidaridad”. Ya en un país polarizado, la primera llamada será en el 2021, en donde el PRI-PAN-PRD tendrán que plantearse una coalición electoral para enfrentar al presidente López Obrador y sus programas sociales, un país que ya se vislumbra en dos polos, tan sólo hay que leer el resultado de la Guardia Nacional, el pírrico triunfo de una oposición desdibujada que podría dar más luces en el futuro inmediato.

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