En el siglo XX y lo que va de este siglo, se podrían definir dos grandes etapas del subsistema de partidos políticos, el primero que va de 1940 a 1988; y el segundo que se podría situar de 1988 a 2018; en la primera etapa se podría conceptualizar como el sistema hegemónico con partido político hegemónico, en el cual participaban el PRI, el PAN, el PPS y el PARM, fue un sistema de partidos paraestatales, con una oposición leal al sistema; es decir el PRI controlaba al PPS y al PARM, el primero fundado por uno de los Siete Sabios, Don Vicente Lombardo Toledano cuya creación fue en el año de 1948, sólo en tres ocasiones presentó candidato propio a la presidencia de la república: Vicente Lombardo Toledano en 1952, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988 y Marcela Lombardo en 1994, las elecciones presidenciales restantes llevó al candidato del PRI. En el caso del segundo, al desaparecer el sector militar del PRM, a los militares se les creó en 1954 desde el poder político un partido para que pudieran entrar al Congreso de la Unión, al igual que el otro partido “paraestatal” el PARM sólo tuvo dos candidatos presidenciales no priistas en 1988 y en el año 2000, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo, respectivamente, todos los demás fueron los candidatos presidenciales del PRI. En el caso del PAN que se fundó en 1939 era un partido no estructurado a nivel nacional, que se fue configurando a lo largo del tiempo fundamentalmente con la clase media profesionista mexicana, éste partido fue definido por la investigadora Soledad Loaeza como la oposición leal al sistema hegemónico.
El quiebre de este primer subsistema de partidos fue la elección presidencial de 1988, de hecho, fue el clivaje electoral mexicano, en donde paradójicamente los partidos “paraestatales” llevaron de candidato presidencial al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, éste primero fue candidato del PARM, después del PPS, y después se sumó el PFCRN y el PMS, ante la declinación del Ing. Heberto Castillo Martínez. Dicho sea de paso, ambos partidos paraestatales perdieron el registro en la elección presidencial de 1994, el PPS lo recuperó en 1997 pero perdió el registro, y el PARM lo recuperó en 1999 pero al declinar Porfirio Muñoz Ledo por Vicente Fox Quesada se perdió el registro.
El segundo subsistema de partidos de la alternancia se fue creando después de la elección de 1988, con las nuevas formaciones políticas, como el PVEM, el PT, CDPP (hoy MC), el primero nació como Partido Verde Mexicano en 1986, quien por cierto sin registro apoyó la causa política de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988, posteriormente participó en 1991 como Partido Ecologista de México, ya en 1994 participó con su nombre actual PVEM y llevaron como candidato presidencial a su fundador Jorge González Torres, el registro lo obtiene hasta la elección intermedia de 1997. En el caso del PT que nació en 1990 a través de una confluencia de organizaciones campesinas, participó en la elección federal de 1991 y no alcanzó el 1,5% de la votación que se requería en ese momento, y lo logra en la elección presidencial de 1994 llevando a la primera mujer candidata a la presidencia d la república Cecilia Soto; también hay que recordar la amistad que existe entre Raúl Salinas de Gortari y Alberto Anaya, en donde el primero fue un impulsor y/o financiero de ese partido político. El caso del hoy MC nació como APN en 1997 y ya como partido político gracias a la alianza con el PRD obtiene el registro como partido político en el año 2000.
Continuando con la línea de interpretación anterior, los tres partidos políticos transitaron de los “partidos paraestatales” a “franquicias familiares”, en el caso del PVEM Jorge González Torres le heredó el partido a su hijo “el niño verde”, Jorge González quien presidió ese partido de 2001 a 2011; en el caso del PT se encubren de una pseudoideología maoísta y tuvieron muchos años una dirigencia nacional colegiada donde disimulaban su centralismo democrático, por cierto hoy la PGR investiga a la esposa del presidente vitalicio por el desvió de 100 millones de pesos; y en el caso de MC es el minipartido de un solo dueño político, el exgobernador interino de Veracruz, Dante Delgado Rannauro, todos estos partidos políticos lograron sus registros por la modalidad de las “coaliciones electorales”, que en un primer momento no se obtenía el registro de manera individualizada.
Por ejemplo, desde que se oficializaron las prerrogativas del IFE/INE, les ha proporcionado al PT desde su creación a la fecha 4.6 mil millones de pesos; en el caso del PVEM 6 mil millones de pesos, y a MC 4 mil millones de pesos; los dos primeros de 1997 a 2017, y el tercero de 1999. Se puede consultar en la siguiente liga del INE https://portalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/IFE-v2/DEPPP/PartidosPoliticosyFinanciamiento/DEPPP-financiamiento/financiamientopublicopartidosnacionales/financiamiento-publico-97-17.pdf. A lo anterior hay que sumarle de manera conservadora la mitad de esas prerrogativas que les otorgan los órganos electorales locales, es decir 2.3 mil millones de pesos al PT, 3 mil millones de pesos al PVEM, y 2 mil millones de pesos a MC; lo que haría un total de 6.9 mil millones de pesos al PT, 9 mil millones de pesos al PVEM, y 6 mil millones de pesos a MC, respectivamente.
Mención aparte tendrá que ser para el PRD, partido que nació de la elección de 1988, su registro lo obtiene porque el PMS le cede su registro en 1989, hasta ese momento el partido de izquierda con mayor porcentaje de votos y que quedó en segundo lugar en las elecciones presidenciales en 2006 y 2012, un partido de corte nacionalista y antineoliberal encabezado por los priistas desplazados por el nuevo modelo económico y fortalecidos por un número importante de académicos e intelectuales, partido que desde su nacimiento tuvo un severo problema de gobernabilidad interna, su funcionamiento fue gracias a un liderazgo carismático, -el síndrome de la izquierda mexicana siempre ha sido el caudillismo-, cuando éste personaje cedió su caudillismo a otro caudillo perdió su hegemonía, y la gobernabilidad del PRD fue sustituida paulatinamente por la política Talamantesca de la fracción de los “chuchos”, quienes permitieron la corrupción interna (como la compra de los cargos de elección popular) y la cooptación por parte de los gobiernos estatales hacia sus dirigencias locales, lo que hizo que en la juventud de ese partido se pareciera más al PPS, aquel partido “paraestatal” que le era mejor cohabitar con los gobiernos del PRI porque era más rentable la derrota que los efímeros triunfos de sus gobernantes.
En el caso del Panal que en sus orígenes fue creado por la maestra Elba Esther Gordillo Morales, con un sector monolítico magisterial, tuvo el grave error de designar a su exsecretario particular Luis Castro Obregón quien la traicionó al pactar con el régimen político, esa vieja escuela partidista “paraestatal” de acomodarse con el poder político en turno, aunado a la reforma educativa que fue desdibujando a ese partido político que si bien era de corte liberal con un mercado cautivo con los maestros, quienes se fueron dividiendo a lo largo del sexenio pasado
entre los radicales de la CNTE y los moderados del SNTE, y con su líder purgando una condena política por confrontar al presidente de la república.
Finalmente Morena que nació en 2014, más como un movimiento personalista que como un partido político, cuyo nombre tiene referentes de la religiosidad mexicana, un partido sin reglas, ni institucionalidad interna, lo que apunta a un complejo problema de gobernabilidad interna; empero, que como en sus genes tiene una posibilidad de convertirse en hegemónico al pretender imitar la conducta del PNR no del PRI: la disciplina partidista, la unidad, y la razón de ser de obedecer ciegamente al líder carismático, lo que apunta hacia un movimiento político-religioso, a una política de fe y no de la razón.
A todo lo anterior, el quiebre se produjo en la elección federal de 2018, en donde un partido emergente ganó la presidencia de la república y el Congreso de la Unión, en mucho se debe al voto de castigo del PRI hacia una política de exclusión interna, lo que hizo ganar a candidatos a gobernadores, diputados locales, diputados federales y senadores, quienes hoy ilusamente piensan que “ellos ganaron su elección”, y que no fue el carisma de AMLO y los apoyadores del PRI y la clase media que compró “ilusiones”, y que pretendieron sancionar a los partidos políticos que se mimetizaron en pequeños PRI’s.
Finalmente, el nuevo subsistema de partidos políticos que se vislumbra a partir del próximo año serán las escisiones de los partidos ya existentes; la escisión del PAN, que será el partido de Felipe Calderón y Margarita Zavala; la escisión del PRD que encabeza Vladimir Aguilar y que se llama “Demócratas”; y una posible escisión del PRI que se podrá vislumbrar después del 1° de diciembre, quizá nuevamente un sector agraviado por parte de los últimos neoliberales, allí están los José Murat, Ulises Ruíz, César Augusto Santiago, y muy probablemente Manlio Fabio Beltrones; más el partido de la maestra Elba Esther Gordillo Morales, quien ya aprendió de los errores de Nueva Alianza; paradójicamente estos partidos podrían tener el registro en el 2021, y quienes lo podrían perder son el PRD, MC, PVEM, PT, tal y como les sucedió al PPS y PARM en 1994, éste nuevo ciclo político del subsistema de los partidos políticos se enfrentaran a una visión religiosa de la política, que es morena, y la que tendrán que combatir de la misma manera, es decir diseñar otra iglesia política (al final las raíces griegas son las mismas, la Ekkesia o Ecclesia, la asamblea para la democracia) o esperar que el desencanto hacia AMLO y por ende la desafección política hacia su movimiento sólo lo tenga un año, no como a Vicente Fox Quesada que el desencanto vino hasta el tercer año de gobierno, aquí se producirá antes, porque previo al ascenso al gobierno ya provocaron sacudimientos financieros nacionales e internacionales, y los que vendrán seguramente serán en el tema de presupuesto, seguridad pública, subsidios, empleo, educación pública superior, entre los más importantes, ya que la calidad en la gobernación no se produce con ocurrencias, sino todo lo contrario, es necesaria l profesionalización de la política reflejada en la administración pública. |
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