En la anterior entrega de la Bitácora Política comentamos acerca de la fortaleza de San Juan de Ulúa en el puerto de Veracruz, que hasta la fecha, no ha sido aprovechada para atraer al turismo, ya que son innumerables los acontecimientos históricos que se han registrado en ese sitio, desde antes de la llegada de los españoles a México hasta nuestros días.
Ya quisieran en otras partes, tener una de las muchas historias y personajes que han desfilado por San Juan de Ulua, incluyendo a los presidentes de la República, Benito Juárez, Porfirio Díaz y Agustín de Iturbide.
Compartimos algunos datos difundidos por los estudiosos del tema sobre los hechos históricos que han tenido como escenario a San Juan de Ulúa y que -insistimos- no han sido aprovechados para establecer no uno sino varios museos.
El 23 de septiembre de 1568, sus muros fueron testigos de la batalla de San Juan de Ulúa en la que una armada de escolta, parte de la flota o Armada Española y a las órdenes del general Francisco Luján, batió a una flotilla de piratas corsarios ingleses bajo el mando de Francis Drake y John Hawkins.
Ya para comienzos del siglo XIX y al ser consumada la independencia mexicana del dominio de España en 1821, la fortaleza e isla se convirtieron en el último baluarte leal a la Monarquía Hispánica. Finalmente, la fortaleza capituló el 23 de noviembre de 1825. Durante este mismo siglo, en este lugar se defendió la soberanía de la nación mexicana y también se le dio otros usos diferentes al de su función original. Fue ocupada por el ejército francés en la Guerra de los pasteles en el año de 1838 y por las tropas estadounidenses durante la Invasión estadounidense llevada a cabo hacia 1847. Posteriormente fue transformada en prisión para políticos. San Juan de Ulúa también fue sede del poder ejecutivo federal en 1915, cuando el entonces presidente, Venustiano Carranza, decide utilizar el edificio como sede de su gobierno durante algunos días.
Se supone que actualmente es un museo, con excepción de uno de los baluartes, que está ocupado por la Armada de México.
La penitenciaría de San Juan de Ulúa, durante su época como prisión, San Juan de Ulúa se convirtió en uno de los lugares más temidos de su época en el país. Si bien ya se utilizaban algunas de sus instalaciones como penitenciaría en la época colonial, no fue sino hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando se destinó el inmueble a este uso.
Diversos personajes de la historia de México estuvieron en sus celdas, entre los que se puede nombrar a Fray Servando Teresa de Mier y a Benito Juárez. El personaje más famoso que estuvo aquí fue Jesús Arriaga, popularmente conocido como Chucho el Roto, muy famoso durante el gobierno de Porfirio Díaz, sobre todo porque logró escapar más de una vez de sus muros.
Quizá la más famosa leyenda que se dice se suscitó en las celdas de la fortaleza fue la de La mulata de Córdoba, quien, según la conseja, para escapar de la Inquisición pintó en los muros de su celda un barco que zarpaba hacia el horizonte, en el cual escapó.
En 1601 se levantó el primer piso de la llamada Casa del Gobernador o Casa del Castellano, donde residía y despachaba el administrador de las incontables riquezas que se guardaban en las bodegas del fuerte, y que en su mayoría eran enviadas a la corona española. Esta casa fue también la residencia de don Benito Juárez y de Porfirio Díaz.
En 1821 se consumó la independencia de México del dominio español y la fortaleza se convirtió en el último baluarte donde se resguardaron los últimos militares españoles. El 23 de noviembre de 1825, finalmente se rindieron. Fue ocupada en 1838 por el ejército francés en la llamada “Guerra de los pasteles”, y por las tropas estadounidenses durante la invasión a nuestro territorio en 1847.
Aquí estuvo de paso Agustín de Iturbide, al ser expulsado por haber respaldado que México se convirtiera en un imperio. Fue la puerta de entrada del segundo imperio, al recibir a Maximiliano y Carlota. Y desde aquí zarpó Porfirio Díaz rumbo al exilio a Francia, después de haber ejercido una dictadura de 34 años.
A mediados del siglo XIX y hasta principios del siglo XX, el fuerte y Veracruz fueron testigos del nacimiento de las Leyes de Reforma promulgadas por el Benemérito de las Américas. Don Venustiano Carranza firmó un decreto en 1915 para asegurar que por los siguientes 100 años ningún gobierno pudiera utilizar nuevamente a San Juan de Ulúa como prisión. En 1917, escribió desde ahí la nueva constitución.
A lo mejor ahora que tenemos un presidente de la república tan aficionado a la historia, a algún político se le ocurre presentarle algún proyecto para su aprovechamiento turístico.
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