Por Miguel Ángel Cristiani G.
Desde hace ya muchos años, los científicos y ambientalistas han estado dando la voz de alerta sobre el llamado cambio climático, pero no es hasta estos días en que ya se han dejado sentir elevadas temperaturas, acompañadas de la sequía en los mantos acuíferos, que se le está empezando a poner atención.
Desafortunadamente no se trata de la película de ciencia ficción cuando el destino nos alcance, sino de una tremenda realidad, hay que poner atención y cuidado al medio ambiente.
Ya hoy la escasez de agua, es un desafío creciente para nuestro planeta.
Vemos como ahora, los vecinos en las ciudades están haciendo bloqueos en las calles para demandar a las autoridades que les suministren de agua.
El problema es muy simple, porque la población va en aumento y los recursos naturales no han sido protegidos. ¿Cuántos árboles se han ido a sembrar al Cofre del Perote?
La disponibilidad de agua dulce es fundamental para la vida humana y el desarrollo de nuestras sociedades. Sin embargo, en los últimos años, la escasez de agua se ha convertido en un problema cada vez más grave a nivel mundial. Sequías prolongadas, contaminación de fuentes hídricas y una creciente demanda han puesto en riesgo el acceso al agua potable para miles de millones de personas.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, alrededor de 2,2 mil millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura. En algunas regiones, la situación es aún más crítica, con comunidades que enfrentan largas sequías y ven cómo sus ríos, lagos y acuíferos se agotan. La escasez de agua no solo afecta a la población, sino también a la agricultura, el comercio y la industria, sectores clave para el desarrollo económico. La disminución de los recursos hídricos plantea serios desafíos para garantizar la seguridad alimentaria y mantener la actividad productiva.
Las principales causas de la escasez de agua a nivel global son el cambio climático, el crecimiento demográfico, la contaminación y la gestión ineficiente de los recursos hídricos. El calentamiento global ha provocado patrones climáticos más erráticos, con sequías más intensas y prolongadas en algunas regiones.
Las consecuencias de la falta de agua son devastadoras. Millones de personas se ven obligadas a desplazarse debido a la sequía, provocando crisis humanitarias y conflictos por el acceso al agua. Además, la escasez hídrica tiene un impacto directo en la salud pública, al limitar el saneamiento y la higiene básica.
Para hacer frente a este desafío, se requieren esfuerzos a nivel global, nacional y local. Es necesario impulsar políticas y estrategias que promuevan un uso más eficiente y equitativo del agua, así como inversiones en infraestructura y tecnologías para la captación, tratamiento y distribución del agua.
Es increíble que, teniendo tantos kilómetros de costa, en Veracruz y específicamente, Xalapa, en línea recta, quizás esté a menos de 80 kilómetros del mar.
Una desalinizadora, es una inversión muy costosa y por eso no se ha hecho. (Creo que solo hay una en Baja California).
Pero por lo que hemos estado viendo, el problema de la falta de agua puede generar una revuelta social si el problema se agrava al extremo.
Llegará el día en que ningún dinero alcance para solucionar un problema social de grandes dimensiones.
Quizás sea ya el momento de pensar en la instalación paulatina de plantas desalinizadoras como existen en otras partes del mundo.
Asimismo, es fundamental fomentar una cultura de conservación y valoración del agua, sensibilizando a la población sobre la importancia de este recurso finito y vulnerable. Solo a través de una acción conjunta y comprometida podremos garantizar el acceso al agua para las generaciones presentes y futuras.
Aquí algunas medidas específicas que se pueden implementar a nivel local para abordar la escasez de agua:
· Optimizar el uso del agua en los hogares:
· Implementar sistemas de ahorro de agua en grifos, duchas y lavadoras.
· Promover campañas de concientización sobre el uso responsable del agua en la comunidad.
· Incentivar la recolección y reutilización de aguas grises para riego y otros fines.
· Mejorar la gestión y distribución del agua:
· Reparar y modernizar la infraestructura de tuberías y redes de distribución para reducir fugas.
· Implementar sistemas de medición y facturación del consumo de agua para promover el ahorro.
· Desarrollar planes de contingencia y respuesta ante sequías o emergencias hídricas.
· Impulsar prácticas agrícolas sostenibles:
· Fomentar cultivos y técnicas de riego más eficientes en el uso del agua.
· Promover la captación y almacenamiento de agua de lluvia para la actividad agrícola.
· Incentivar la adopción de tecnologías de desalinización y reciclaje de aguas residuales para riego.
· Proteger y restaurar los ecosistemas hídricos:
· Implementar planes de conservación y rehabilitación de cuencas hidrográficas.
· Prohibir o regular actividades contaminantes que afecten la calidad del agua.
· Impulsar la reforestación y la protección de humedales y áreas de recarga de acuíferos.
· Fortalecer la gobernanza y la participación comunitaria:
· Crear consejos o comités locales de gestión del agua con representación de la comunidad.
· Desarrollar programas educativos y de capacitación sobre el manejo sostenible del agua.
· Facilitar el acceso a la información y la toma de decisiones transparente sobre los recursos hídricos.
La implementación de estas medidas de manera integrada y con el compromiso de toda la comunidad, puede contribuir significativamente a abordar la escasez de agua a nivel local.
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