Cuán difícil está resultando el arranque de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum pues durante los 84 de ejercicio días solo sombras ha encontrado en su camino, peor aún porque en vez de disminuir conforme avanza su gobierno las cosas parecen agravarse. El nuestro pudiera ser un diagnóstico erróneo respecto de los acontecimientos en este país a los que debe hacer frente el gobierno, pero los datos duros los aporta la terca realidad, y salvo que nuestro enfoque sea desacertado podemos enumerarlos: 1) Permea en el subconsciente colectivo la idea de un doble mando político en el país, el constituido legalmente personalizado por la presidenta Sheinbaum, y la presunta injerencia del expresidente en los pormenores del Congreso federal para hacer efectivas las reformas constitucionales insertas en el paquete diseñado por el macuspano el 5 de febrero pasado; esa vorágine legislativa incubó en la conciencia pública la versión de un doble mando nacional, transparentada en la elección de Rosario Piedra al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en vez de Nashieli Ramírez Hernández, quien era la candidata presidencial para ese cargo. 2) La permisividad del gobierno antecesor respecto a la delincuencia organizada favoreció su crecimiento territorial en el país y ese posicionamiento le permite dura resistencia a las acciones emprendidas por el gobierno. Si bien la “estrategia” de abrazos, no balazos” ha sido hecha a un lado la cómplice omisión del pasado inmediato fortaleció el poderío de los grupos delincuenciales, de allí que parezca muy difícil ofrecer resultados inmediatos. 3) Por si no bastara, ahora el gobierno mexicano tiene en perspectiva el reto de enfrentar con inteligencia y sangre fría al presidente entrante de los Estados Unidos, Donal Trump, quien insiste en su proyecto: «Todos los miembros de pandillas extranjeras serán expulsados y designaré inmediatamente a los carteles como organizaciones terroristas extranjeras. Lo haré de inmediato», una muy virtual amenaza a la cual nuestra presidenta responde: “nosotros colaboramos, coordinamos, trabajamos juntos, pero nunca nos vamos a subordinar… México es un país libre, soberano, independiente y no aceptamos injerencismos en nuestro país, es colaboración, es coordinación, pero no es subordinación». Esto último se oye bonito, igual a cuando habla del himno nacional, pero en la Real Politik suena a retórica muy forzada cuando lo más recomendable es negociar las acciones a seguir para que si esa amenaza se concreta no tener que buscar “darle la vuelta” como en el caso del maíz transgénico, que por efectos del Tratado Comercial México perdió en la mesa de negociaciones contra los Estados Unidos. Así sucede cuando se reciben herencias envenenadas. |
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