Resulta grato ver en las escuelas secundarias los resultados de los proyectos comunitarios cuando se les muestra a los padres. La secundaria General No. 2 “Julio Zárate”, en cada periodo de evaluación, aun en plena pandemia, han adoptado esta cultura, fortalecida ahora por lo que mandatan el nuevo Plan de estudios y los Programas correspondientes.
Las secundarias General 1, 3 y 4 también lo han hecho, venciendo las dificultades que encierra el trabajo colegiado y colaborativo que se tiene que desplegar en las actividades y durante el proceso de acuerdos y consensos entre maestros y con los alumnos. Los padres, desde casa, también colaboran al involucrarse en mayor o menor grado en las actividades de sus hijos, pues éstos les piden apoyo para llevar a cabo los diferentes materiales que presentarán y de paso seguramente les explican qué es lo que se pretende aprender.
Los niños y los adolescentes encierran un enorme potencial de creatividad, imaginación y aprendizaje. Sólo necesitan ser motivados, escuchados, apoyados, creer en ellos y confiar en sus habilidades y destrezas. En la fase de zona de estas escuelas, en los concursos de declamación, oratoria y redacción se observaron cosas increíbles. En la Convivencia Deportiva igual. La seriedad para tomar el compromiso, para jugar y apoyarse con sus compañeros de equipo, son todo un acontecimiento en donde a veces no se reconoce al chico locochón, rebelde, que no quiere atender los deberes escolares ni quiere acatar el orden y la disciplina.
Estos y otros eventos son formativos en la medida que se practican en cada aula incluyendo a todos. Su realización necesita de tiempo, pero no son intervalos perdidos si se organizan bien. El adolescente moviliza sus saberes y nuevos conocimientos y los pone en acción, los sujeta al juicio de la práctica a través de sí mismo, de sus pares y de sus maestros.
Los niños y adolescentes de ambos sexos son un tesoro por descubrir, al explayarse por ellos mismos sobre aquello que pueden alcanzar a ser dentro de la naturaleza humana. Pero necesitan desarrollarse y ese desarrollo comienza en el hogar y no concluye hasta después de los 18 años, cuando han alcanzado su madurez y mayoría de edad. El apoyo de la familia, el hogar, el entorno inmediato, son fundamentales.
Lo que viven en el hogar forzosamente se reflejará en los pequeños a través de su comportamiento. La falta de amor, de comprensión, de atención, de cuidados diversos, de límites en su conducta; la enmienda de errores, estímulos para que ejerzan su capacidad de elección, responsabilidades según su edad dentro de la vida hogareña, respeto, honestidad, formas de resolver problemas, manejo de las emociones y muchas cosas más, se aprenden en el seno del hogar y el entorno inmediato a la familia.
Conforme van creciendo, además de los ejemplos y consejos hogareños, se van compenetrando de lo que ven en la calle, los medios, las redes sociales, los videojuegos. Para la niñez mexicana es fatal la ausencia de programas gubernamentales de apoyo al crecimiento, desarrollo y destrezas cognitivas. Los niños con alto coeficiente intelectual y alto desenvolvimiento en alguna o algunas de sus inteligencias múltiples, pasan desapercibidos y no hay seguimiento ni oportunidades para ingresar a escuelas de mayores niveles de exigencia.
¿Qué hacen los niños y adolescentes en sus tiempos libres? ¿Lo saben sus padres o tutores? ¿Hay programas de gobierno para canalizarlos asertivamente? ¿Cómo atienden los padres el desarrollo emocional de los menores? ¿Están conscientes de su importancia? ¿Piden asesoría? Es posible que esa cultura incipiente no esté bien explorada ni aprovechada en México, pues además son pocas las instancias a las que pueden acudir los padres, sin descartar que muchos de ellos son reacios a hacerlo.
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