Alfredo Bielma Villanueva
Aun en los estertores del siglo XX y la alborada del actual los mexicanos jamás hubiéramos imaginado ser testigos de un país convertido en pasto fácil de la violencia y en macabro escenario donde poderosos grupos delincuenciales siembran muertes y le disputan al Estado Mexicano la potestad del territorio. De esto último ya ningún discurso de corte oficial podría disolver en el imaginario colectivo la realidad de esa disputa, pues el acontecer diario se tiñe de la sangre de los rijosos y lamentablemente también de gente inocente. Zacatecas, Durango, Sinaloa, Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Chiapas, Morelos, son solo algunas de las entidades donde la noticia de nota roja es lugar común. Quisiéramos evadir la realidad, pero Veracruz no está a salvo de esa circunstancia, nos lo acaba de recordar el fúnebre hallazgo de más de trece cuerpos desmembrados, tampoco es escenario ajeno a nuestra realidad porque en 2011 en la avenida más importante de Boca del Rio fueron esparcidos decenas de cadáveres acompañado de aterrador mensaje. La memoria de lo acontecido en 2007 en Villarín aún está fresca, también los descabezados de Acultzingo; más reciente, en 2019, en Minatitlán y en Coatzacoalcos.
Cuando sucedió lo de Villarín gobernaba Veracruz Fidel Herrera Beltrán, entonces se intentaba explicar que la violencia venía de fuera, grupos procedentes de Oaxaca y de Tamaulipas que penetraban en nuestro territorio para cometer sus fechorías, obviamente era discurso fatuo porque nadie le concedía crédito. Lo de Boca del Río fue, aparte de trágico, afrentoso, porque el mensaje se dio frente a una reunión nacional de procuradores de justicia reunidos en convención. En ese entonces, la población solo murmuraba acerca de los grupos delincuenciales en pugna, nadie se atrevía a pronunciar sus nombres, apenas se murmuraba: “los de la última letra” para no incurrir en temeridad. Pero la realidad nos alcanzó y ya es “la nueva realidad” veracruzana, así nos lo demuestran los cadáveres encontrados en Poza Rica; el hecho es preocupante en sí, sin duda, porque en el subconsciente colectivo priva la esperanza de que no se convierta en lugar común, semejante a cuanto acontece en otras entidades. Duro paquete para el gobierno estatal, del cual se espera un acertado manejo de este muy impactante acontecimiento; sin embargo, con cuerpos policiales acentuadamente permeables a las tentaciones será difícil una respuesta que se corresponda con el hecho, menos aún sin el auxilio de las fuerzas armadas y de la Guardia Nacional, de otra manera todo quedará impune. |
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