¡DE AQUELLOS TIEMPOS!
El retorno de la notaría que había tenido Xicoténcatl Leyva Mortera en el siglo pasado hizo regresión sobre lo que había sucedido con el entonces gobernador de Baja California en 1988.
Eran los tiempos en que la maquinaria priista se encontraba bien aceitada, hasta que se topó en el camino con la rebeldía de un grupo de priistas que desertaron del tricolor y se presentaron como opción en contra de este partido, situación que pronto fue respaldada por una serie de partidos casi inexistentes que pusieron en jaque al sistema y dejaron en algunos la certidumbre de un eventual fraude electoral.
La victoria de Carlos Salinas de Gortari fue severamente cuestionada y el PRI obtuvo solamente 260 diputaciones federales del total de 500 y perdió, por vez primera, la condición de unanimidad en el Senado de la República.
Es ampliamente recordada la caída del sistema, que paralizó por horas el conteo de votos, luego de que las primeras noticias no eran halagüeñas para el priismo, ya que en la recopilación de sufragios de las zonas urbanas (Estado de México y Distrito Federal) las cifras no favorecían a Salinas de Gortari.
Al final, las autoridades electorales reconocieron la victoria del candidato del PRI, dejando un sabor amargo en Cuauhtémoc Cárdenas y sus seguidores, aunque si les permitieron conservar las cuatro senadurías ganadas por mayoría.
Esos cuatro escaños correspondieron a dos entidades en las que el llamado Frente Democrático Nacional había arrasado, por lo que no había posibilidades de escamotearles el triunfo.
Sin embargo, en otros dos estados había ganado el FDN, rebasando al partido tricolor, aunque los números no le alcanzaron para adjudicarse las senadurías; Estado de México y Baja California.
Ante este escenario una de las primeras reacciones del ya para entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, fue relevar, por los medios necesarios a los entonces gobernadores del Estado de México, Michoacán y Baja California, Mario Ramón Beteta, Luis Martínez Villicaña y Xicoténcatl Leyva Mortera, respectivamente y aunque no los responsabilizó de su derrota, fue el pretexto para sacarlos de esas zonas, pues eran gobernantes que tampoco lo tenían como su carta favorita en la sucesión.
El cuarto en discordia era Ramón Aguirre Velázquez, regente del Distrito Federal, al que no había necesidad de relevar, ya que el Ejecutivo nombraba en ejercicio de su derecho a quien quería gobernara a los capitalinos.
Así, el tres de diciembre de 1988, Martínez Villicaña fue removido y enviado a Caminos y Puentes, un cargo segundón, lo que fue visto como castigo; con Leyva Mortera, aprovecharon los primeros días de enero para sacarlo de Mexicali, con un nombramiento secundario, mientras Beteta era sacado para ocupar la cartera de director de COMERMEX.
La idea era exhibirlos por su inacción para que Salinas ganara en sus estados y degradarlos a cargos de menor categoría dentro del gobierno federal.
Con Ramón Aguirre sucedió algo peor fue enviado como candidato a gobernar Guanajuato, elecciones que ganó, pero fue obligado a no asumir el gobierno estatal.
Así se manejaba la política en la época del priismo triunfalista.
La carrera política de ellos quedó terminada, a pesar de que tres de ellos habían sido secretarios de gabinetes presidenciales.
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