FLORENCIO PÉREZ RAMÍREZ |
Florencio Pérez Ramírez |
2018-08-14 /
20:15:57 |
AMLO toca a las Universidades |
|
|
|
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) presenta anualmente una extensa y detallada recopilación de estadísticas e indicadores del sistema educativo de los 35 Estados que la integran y de otros más.
Su reporte anual, “Education at a Glance. OECD Indicators” (Panorama de la Educación. Indicadores de la OCDE) (1) analiza la evolución de los sistemas educativos, su financiación o financiamiento, así como el impacto de sus egresados el mercado laborar y en la economía del país correspondiente.
En el caso de la educación media superior y superior, el documento señalaba que en el 2016, el 63% de mexicanos de 25 a 64 años tenían estudios máximos de educación secundaria. Esto significa que 6 de cada 10 mexicanos menor de 24 años, sólo estudió hasta secundaria.
Según la OCDE-2017, sólo el 17% de mexicanos de entre 25 a 64 años de edad en México había cursado educación superior. El promedio de los países de la OCDE es de 37 por cada 100. Lo que el estudio de la OCDE ya no señala, es qué porcentaje de estudiantes egresa y se titula.
Si tomamos los datos oficiales de la Encuesta Intercensal 2015, realizada por el INEGI (2), el 17 % de la población de 24 a 60 años, corresponde realmente al 7% de la población total del país.
En un análisis globalizado de los datos de la ANUIES (3)-INEGI-SEP-OCDE, se puede decir en síntesis, que sólo diez de cada cien mexicanos estudia educación superior, de los cuales, 5-6 egresan; y sólo 2-3 se titulan.
Este miércoles 15 de agosto, el Presidente electo, Andrés Manuel López Orador se reúne con rectores miembros de la Asociación de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior (ANUIES). El tema central, más allá de la calidad académica y una revolución más que reforma educativa tan necesaria en Educación Superior, serán los dineros públicos.
Es posible que los rectores soliciten más recursos. La pregunta es ¿PARA QUÉ?, si el mismo estudio de la OCDE-2017 señala que el 96% del gasto total de instituciones públicas de educación primaria a educación superior en México es gasto corriente, y sólo el 4% es “gasto de capital” es decir, becas, investigaciones, proyectos, etc.
También pueden saltar chispas, en algunos rectores, cuando trasciendan sus salarios; sobre todo de aquellos quienes se desgarran sus vestiduras reclamando financiamientos o pagos pendientes; pero se enojan cuando les solicitan transparentar sus salarios, sus gastos; y se asumen victimas de reporteros provocadores.
A nivel nacional se tiene un registro de 5,343 Instituciones de Educación Superior, públicas y privadas. 2,180 públicas (41%) y 3,163 privadas (59%). Destaca el hecho de que en 6 estados se concentra el 42.8% de ellas: Puebla (486 IES), CDMX (460 IES), Edomex (433 IES), Jalisco (285), Veracruz (280 IES), Guanajuato (247 IES).
Salvo las privadas que son negocio, en las públicas hay muchas universidades, pero muchas más de las que nos imaginamos, en las que la opacidad es el ejercicio cotidiano. La corrupción de la que habla Andrés Manuel López Obrador, no sólo está en la administración pública.
El tema de la Universidades es muy sensible, no es generalizable, ni siquiera medible. Por un lado, la simulación académica, los liderazgos sindicales académicos y de trabajadores de compadrazgos; convocatorias y concursos de oposición con el mismo esquema de los concursos de obras públicas; los grupos y clanes académicos; el Sistema Nacional de Investigadores, con “investigadores” que reciclan anualmente sus artículos y libros, modificando títulos, orden de capitulados y actualizando citas, en el mejor de los casos algunas cifras, para mantenerse en el “status” del SIN.
Así mismo, rectores que juegan el papel político más que el académico, la simulación más que la convicción; IES que pierden programas de posgrado de calidad CONACYT, por grillas universitarias, sin sentido; que cierran hospitales universitarios como la vía fácil, en lugar de pensar en cómo resolver su problemática y mejorarlos; que exigen eficiencia terminal, no importa cómo, más que la calidad del egresado; IES que ven y asumen las arcas universitarias como botín y con opacidad en su manejo al máximo; gastando dineros en su imagen mediática; entre muchas más cosas dignas de una historia cotidiana de tragedias.
Por otro, Universidades y docentes verdaderamente comprometidos con su visión y vocación, pugnando por el mejoramiento y la calidad académica; con limitaciones y obteniendo premios nacionales e internacionales por méritos propios; impulsando programas y acciones de mediano plazo, porque saben que la calidad educativa no es asunto de diplomas o constancias, sino de práctica y compromiso pedagógico.
Más allá de todo esto, la realidad mexicana demanda un verdadero compromiso de las Universidades Pública por generar mayor capacidad de ingreso, ofertar y diversificar carreras. Aquel esfuerzo realizado a finales de los ochentas, con el PROIDES, la planeación y evaluación institucional, ha quedado muy superado. La vinculación social, productiva y de proyectos entre universidad y contexto, no sólo es urgente sino requiere talento para lograrlo con un beneficio real.
Los rankins internacionales y nacionales, tienen diferentes criterios de evaluación institucional. Pero el hecho que la UNAM ocupe el 113 lugar de las universidades del mundo y sea la segunda mejor de Iberoamérica de acuerdo al estudio “QS World University Ranking 2019”, (6) nos debe obligar a ser más competitivos, lejos de asumir la actitud de la crítica ante sus indicadores de evaluación; porque sea como sea, es una realidad que está ahí.
En el caso de nuestra querida Universidad Veracruzana, requiere una rebobinada a fondo, pero de calidad, no de simulación. Recuerdo muy bien cuando era un referente a nivel nacional, cuando se ubicaba en un cuarto lugar, entre la U dg G, la UANL, sólo por debajo de la UNAM, la UAM y el IPN.
Hoy, algunos rankins, ubican a la Universidad Veracruzana en la posición 11 (5) entre las universidades del país; otras mediciones nos ubican en la posición 18 (6), muy lejos de aquellos recuerdos; hay quienes afirman que andamos entre la posición 22 y 24 nacional.
Mucho, pero muchísimo ayudaría al país que más mexicanos estudien educación superior. La ignorancia y la pobreza han sido durante más de un siglo, el mecanismo de control y sojuzgamiento político; las escasas oportunidades de estudios han beneficiado a los partidos políticos, pero ha sido muy dañina para el país.
Los rectores en su mayoría, que no los académicos ni los universitarios, han sido parte de esa estructura de control social; hay una larga lista de ex rectores metidos a la política, que han acabado concediendo y condescendiendo con un ejercicio gubernamental por muchos años y muy lamentable.
Veremos si igual que con los empresarios, magistrados y congresistas, AMLO ejerce su poder para, por lo menos, comprometer a los rectores con el PROYECTO DE NACIÓN y su cruzada para abatir altos salarios de funcionarios, mejorar la de los docentes, y generar una revolución educativa superior.
14-082018
-----------------------------------------------------------------------------------
Referencias
1) https://www.oecd-ilibrary.org/docserver/7da6001b-es.pdf?expires=1534264005&id=id&accname=guest&checksum=71848370DCA0C3ECB5916CB382B63F17
2) http://www.beta.inegi.org.mx/temas/estructura/
3) http://www.anuies.mx/informacion-y-servicios/informacion-estadistica-de-educacion-superior/anuario-estadistico-de-educacion-superior
4) https://www.topuniversities.com/university-rankings/world-university-rankings/2019
5) http://www.webometrics.info/es/North_america/Mexico
6) http://www.webometrics.info/es/North_america/Mexico?sort=asc&order=Excelencia%20%28Posici%C3%B3n%2A%29
|
|
|
Nos interesa tu opinión
|
|
>
|
|
|