Las noticias buenas y malas corren por el firmamento, o en las redes o en los noticieros, temprano al levantarme, 8 am hora de lechero, encontré un mensaje de mi hija Marymar, me avisaba de una mala nota donde implicaban al gran José Luis Palomares, orizabeño que ha demostrado en su paso en el servicio público, honestidad y honradez, que es lo mesmo, y también eficiencia en el servicio, pero uno en la vida tiene enemigos, decía el clásico que quien no tiene enemigo es que esta vida no la ha caminado. Palomares es una gente respetable en esta zona cordobesa-orizabeña, quizá algún fantasma por allí que se enojó porque fue un factor importante para dar el último empujón y que la caseta de Fortín de Capufe se fuera al carajo, según lenguaje de Milei. Vale, José Luis, un abrazo de todos tus amigos que aquí te aprecian.
LAS DISPUTAS
El país está inmerso en una pelea diaria entre chairos y derechosos. Uno tras otro día, como en aquel señero cuadro de Francisco de Goya, ‘Duelo a garrotazos’, que se exhibe en el Museo del Prado. La lectura más generalizada de esta obra alude a las luchas fratricidas, con alusiones a la mitología griega, y se enmarcan en el momento político de España.
Así aquí andamos. La presidenta Sheinbaum contra todos los derechosos o derechistas u opositores.
El crimen del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, desató las heridas que todo México sufre, porque cuando no secuestran y matan a uno, la delincuencia organizada se mete hasta el fondo de lo político y se lleva a un alcalde querido y reconocido por su lucha contra los narcotraficantes.
La presidenta culpa al expresidente Calderón y Calderón la culpa a ella y a su jefe, AMLO.
Recojo la nota de hoy de Elena San José, diario El País:
“Este martes, sin embargo, la jefa del Ejecutivo ha vuelto a hacer gala de ellos y ha respondido al envite del expresidente panista, que el día anterior reprochó en un foro en Buenos Aires que, tras su mandato, “se dejó que los criminales volvieran a crecer y se apoderaron del Estado”. Sheinbaum le ha devuelto el empujón en su conferencia matutina: “Él decidió una estrategia de guerra, y él mismo hablaba de que no importaba que hubiera víctimas colaterales: civiles, niños, niñas, que en un enfrentamiento podían ser alcanzados por una bala. ¿Quién declara una guerra en su propio país?“.
El desencuentro es uno más en una lista interminable que ya comenzó en el sexenio anterior, durante el Gobierno del también morenista Andrés Manuel López Obrador. Llega, sin embargo, en un momento sensible para el Ejecutivo, que ha visto cómo el brutal asesinato durante un acto público de un presidente municipal popular y querido abría una brecha en una estrategia que dejaba un reguero de imponentes cifras favorables. Pero el avance general no ha sido suficiente para evitar el homicidio, el tercero de un alcalde en Michoacán en lo que va de año y el séptimo en todo el territorio, que tiene en sus regidores la primera línea de fuego contra el crimen organizado.
Michoacán es, además, el Estado en el que Calderón instauró la famosa guerra contra el narco, el escenario perfecto para que oficialismo y oposición den rienda suelta a sus discrepancias. “Él decidió ejecuciones extrajudiciales, que quiere decir que se ejecutaba a un presunto delincuente por el simple hecho de serlo sin un juicio, y hay muchos ejemplos durante aquella época”.
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