Joven aún el siglo XXI, para la entidad veracruzana los astros no parecen haber estado alineados para conseguir que Veracruz tuviera gobiernos con gestión pública de resultados positivos, desde Fidel Herrera 2004-2010, hasta Cuitláhuac García (2018-2020) no es posible asignar calificación aprobatoria a las administraciones públicas de mejor huella en el territorio veracruzano, en todo caso la competencia orbitaría sobre cuál ha sido la peor. Destacan para escoger en esos sótanos políticos Javier Duarte de Ochoa (2010-2016) y Cuitláhuac García (2018-2024), porque, según el argot provinciano, “se parecen igualitos”. Debe subrayarse que no se incluye en este apartado al gobierno encabezado por Miguel Yunes Linares (2016-2018) debido a la asimetría de su periodo respecto de los otros, pues fue de dos años y no de seis. Pero es razonable señalar que en la sucesión de su gobierno sucumbió al imperio de la sangre al privilegiar la candidatura de su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez, en evidente caso de nepotismo, más cercano a la lógica de un trono monárquico hereditario que a la democracia que aspiramos construir.
Ambos, Duarte de Ochoa y Cuitláhuac García, accedieron al cargo de gobernador sin contar con experiencia previa, tampoco con talento para ocuparse en los menesteres de la cosa pública. Los dos demostraron incapacidad manifiesta para la administración pública, favorecidos, uno para cubrir las anomalías del gobierno antecesor, y el otro para seguir ciegamente las instrucciones de su benefactor. Las gestiones de Duarte y la de Cuitláhuac compiten entre las más corruptas e inoperantes que haya habido en Veracruz-Llave. A Duarte lo nominó candidato del PRI Fidel Herrera para cubrirle las espaldas, es lo único que Duarte hizo a la perfección. Cuitláhuac García, cumpliendo con el perfil de 10 por ciento de capacidad y 90 por ciento de lealtad, dejó pasar y dejó hacer por omisión y comisión en Veracruz todo cuanto le ordenaron. La campaña electoral para hacer gobernador a Duarte de Ochoa ha sido una de las más costosas del universo electoral veracruzano, la de Cuitláhuac García debe calcularse relativa a la de su tutor, pues montado en esa ola, en Veracruz. su partido, MORENA, consiguió los votos necesarios para superar al PAN. Con Duarte y con Cuitláhuac, la deuda pública se disparó exponencialmente sin dejar huella alguna en la infraestructura veracruzana. Pero, también hay diferencias: Duarte paga con cárcel sus connotados deslices, mientras que Cuitláhuac García, hasta ahora, al igual que Ovalle después de Segalmex, ocupa un cargo público en el gobierno federal y goza de cabal libertad. Fidel Herrera usó la propaganda en base al slogan “vamos bien y viene lo mejor”, también en eso mintió, porque no íbamos bien ni vino lo mejor, sino Duarte. López Obrador repitió lúdicamente su narrativa sobre la honestidad de Cuitláhuac García, fue otro más de sus tullidos cuentos, semejante a lo de Dinamarca y la farmacia más grande del mundo. Duarte está a punto de cumplir su sentencia carcelaria para salir en libertad, el gobierno de Cuitláhuac García, al igual que el Duarte en su momento, es exhibido como libertinamente corrupto. Pero hay otra diferencia: a Duarte, desde el olimpo político le quitaron la red protectora y cayó, Cuitláhuac todavía la tiene. He ahí la cuestión. 14- 4b31l. |
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