De Veracruz al mundo
NESCIMUS QUID LOQUITUR
Jafet R. Cortés
2021-11-11 / 20:10:23
LOS HOMBRES NO LLORAN PERO TERMINAN SUICIDÁNDOSE
Una Crítica al Condciionamiento Machista

Nescimus quid loquitur
Quisiera empezar esta columna, citando una frase que ha marcado profundamente a generaciones enteras hasta nuestros días, “Los hombres no lloran”.



Estas cuatro palabras, de alguna forma resumen la magnitud del insostenible machismo que existe en la realidad, y cómo es que sigue habiendo una pugna sin ganar, contra estas ideas arcaicas construidas desde los estereotipos y prejuicios que terminan lastimándonos a todos.



Y en verdad, ¿los hombres no lloramos?, es una hipótesis muy absurda, desde cualquier óptica. Es casi tan absurda, como decir que no sentimos, o que somos prácticamente todos iguales.



En realidad los seres humanos somos réplicas inexactas con los mismos principios previamente instalados, pero con una esencia única que nos diferencia de los demás, somos seres en desarrollo, en una sociedad que nos encamina a cortarnos a la medida del molde de la moral en turno.



Los hombres quizás no lloramos, porque somos enseñados a no mostrar “debilidad”, porque en sí la sociedad considera –ya menos que antes-, que mostrar nuestros sentimientos y emociones, hacer esto en público nos hace débiles, llorones, afeminados, niñas; o que esto define de alguna forma nuestras preferencias sexuales.



En el mundo machista no hay lugar para debilidades y sentimentalismos. En el mundo machista el hombre de bronce es construido en una idealización absurda a partir de los estereotipos, que se integran en lo más profundo e intrincado de la psique colectiva de la sociedad.



Lo anterior se ve manifestado en frases como la que da origen a esta columna; frases que definen la realidad que vivimos, una realidad construida a partir de un sistema que violenta y nos invita a violentar; una realidad sostenida por alfileres, que se vuelven paradigmas insostenibles que necesitamos romper de golpe.



El machismo construye al hombre desde su niñez, vaciándose sobre ellos ideas preconcebidas de lo que es y lo que no es ser hombre, coartándoles su posibilidad de disfrutar esa etapa de su vida como niños.



En el mundo machista los niños deben de vestirse con colores apropiados, jugar con la pelota, tener el cabello corto y pelearse a golpes de vez en cuando. Está prohibido el color rosa, disfrutar la naturaleza, amar las flores; llorar de tristeza, rabia o emoción; escuchar cierta música y ver ciertas películas; cocinar o ayudar a hacer el aseo a mamá. Tabús difíciles de romper.



Se frustra desde las primeras etapas del aprendizaje la capacidad de que los niños muestren libremente sus sentimientos y sean independientes; cocinando en la chistera, un peligroso cóctel que crea el día de mañana hombres frustrados, violentos, poco sensibles, e incapaces de lidiar de manera inteligente consigo, con sus emociones y sentimientos.



En el mundo machista, la formación de los hombres es construida a través de la guerra, siendo la fuerza el elemento preponderante del ser. La violencia como primera respuesta ante la frustración. Se nos enseña que como hombres debemos de ser descuidados con nuestra persona y alimentación.



En este mundo se impone la idea del “macho”, condicionándonos con ello a elegir una carrera afín a partir de criterios sexuales, importando poco nuestra opinión al respecto: “estudia ingeniería, sé hombre”, “no estudies diseño de modas, eso es para mujeres”.



Desde el púlpito del machismo se promueven ideas tergiversadas de lo que es ser hombre, impulsando anti valores y conductas deleznables como engañar a sus parejas y ser mujeriegos como estándares de lo que es normal, lo que significa la realización personal y el éxito.



Como hombres nos enseñan a que el único camino para contribuir al hogar es ser proveedor, sino no sirves.



Desde la mirada machista, el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos no está permitido, siendo nuestro único papel llevar dinero y comida a casa. Pero el doble discurso de esta mirada, acepta no cumplir ni con eso, y desentendernos de nuestra familia se vuelve una opción viable para el mundo machista.



¡No llores!



Al no estar permitido mostrar debilidad en público -ni siquiera ante nosotros mismos-, al ser obligados socialmente a ocultar lo que sentimos y callar lo que a todas luces nos pasa, los hombres se ven limitados notablemente su capacidad de pedir ayuda psicológica y psiquiátrica. Terreno sumamente peligroso.



Los datos fríos reportan la incidencia de 3 a 5 veces más casos de suicidio de hombres que de mujeres, ¡pero claro!, los hombres no lloramos pero sí perdemos la batalla con nosotros mismos, callando la mayoría del tiempo la pesada carga que genera la poca atención a nuestra salud mental, conduciéndonos a rutas oscuras y sinuosas rumbo a escenarios de difícil retorno.



Claro que afecta el machismo a los hombres, pero hay mucha negación y silencio al respecto. Lo negamos por miedo a romper los paradigmas, a soltarnos de esas cadenas que nos aprisionan a todos, esas cadenas que sólo percibimos cuando las escuchamos al intentar caminar.



Es necesario sacudirnos de esta realidad que nos lastima, soltar esas pesadas cargas que traen consigo los estereotipos y prejuicios generados por el machismo. Tenemos que romper con esa gran deuda que seguimos pagando como sociedad, y que está cobrando vidas, sin darnos realmente cuenta.



La idea de nuevas masculinidades sirve para esto, para deconstruir los conceptos que forman el ahora. Romperlos por completo con la visión machista, romper con el juego de la violencia que de manera sutil y en ocasiones difícil de percibir, genera un lastre que nunca debimos permitirnos cargar.



Datos del autor:



Licenciado en Derecho por la Universidad Veracruzana



Consultor Político y de Comunicación/ Humanista/ Escritor y poeta/ diletante de la fotografía.



Xalapa, Veracruz; México / Twitter e Instagram: @JAFETcs / Facebook: Jafet Cortés

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