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XALAPA.- Ante el cambio de un Papa —por muerte o renuncia— rituales centenarios involucran la transición en el liderazgo del jefe espiritual de la Iglesia Católica mundial, quien es a su vez jefe de Estado Vaticano. En este contexto, intervienen personajes como el "camarlengo", el cardenal encargado de verificar formalmente la muerte del papa y luego sellar su habitación y estudio. Desde entonces hasta la elección del nuevo papa, el camarlengo administra los bienes y derechos temporales de la Santa Sede. El actual es el cardenal estadounidense de origen irlandés Kevin Farrell. La elección del nuevo Papa está a cargo del Colegio Cardenalicio. Hay 252 cardenales en todo el mundo y, como organismo, se encargan de los asuntos de la Santa Sede entre papados, aunque con limitaciones. De ellos, 135 son "cardenales electores", que se reúnen en el Vaticano para elegir al nuevo papa. Durante siglos, han elegido a uno de los suyos. Según estadísticas del Vaticano, la gran mayoría de los electores (108) fueron nombrados cardenales por el papa Francisco. El cónclave es la reunión a puerta cerrada de los cardenales electores para elegir al nuevo papa en la Capilla Sixtina. Su nombre, literalmente "con llave", se usó en el siglo XIII para describir el proceso de encierro de los cardenales hasta que se complete la elección. Debe comenzar a más tardar 20 días después de la muerte o renuncia de un papa. Los electores están aislados de cualquier persona ajena durante el proceso; los tres últimos papas fueron elegidos en cuestión de días. El actual decano del Colegio Cardenalicio es el cardenal italiano Giovanni Battista Re. Preside el Colegio Cardenalicio e informa al resto de los cardenales y a los embajadores ante la Santa Sede del fallecimiento del Papa una vez que lo conoce por el camarlengo. Convoca el cónclave y preside el juramento de los electores. Una vez elegido un nuevo Papa, el decano le pregunta si lo acepta y qué nombre desea que se le dé. Todo esto ocurre en la Basílica de San Pedro, la iglesia del siglo XVI construida sobre la tumba tradicional del apóstol San Pedro y centro de la Ciudad del Vaticano, sede de la Iglesia católica de 1.400 millones de fieles. Esta obra maestra renacentista fue construida y decorada por algunos de los arquitectos y artistas más ilustres de la época. Sus grutas albergan los restos de papas del pasado y su vasto interior de mármol alberga algunos de los mayores tesoros del Vaticano, como la Piedad de Miguel Ángel y el baldaquino de bronce de Gian Lorenzo Bernini sobre el altar mayor.
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