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Xalapa, Ver.-
En México la educación media superior, con una matrícula de 5.5 millones de alumnos, carece de un perfil pedagógico propio. Padece un desajuste que se traduce en directrices muy ambiguas, contradictorias y algunas veces claramente perniciosas, analizan especialistas, y afirman: es un no lugar educativo. Los investigadores Manuel Gil Antón, de El Colegio de México; Hugo Aboites, de la Universidad Autónoma Metropolitana, y Sylvia Ortega Salazar, investigadora independiente y ex subsecretaria de Educación Media Superior, coinciden: se trata de uno de los niveles con el mayor desafío, tanto por su historia, como por el grupo etario al que debe atender –entre 15 y 17 años– y por la enorme diversidad de los subsistemas que existen; actualmente suman 33 en el país. La Jornada exhibió las deficiencias en infraestructura y equipamiento de sus planteles, pero sobre todo señalan la irrelevancia de los contenidos que se imparten y la asignación a escuelas que, en la mayoría de los casos, no eran la primera opción que uno buscaba, de acuerdo con una alumna de la Escuela Preparatoria oficial número 161, del estado de México. Respecto a las propuestas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que incluyen el aumento de la matrícula, la mejora de la infraestructura escolar y la consolidación del modelo curricular de la Nueva Escuela Mexicana, a través del Marco Curricular Común, especialistas y docentes señalaron que parece una propuesta contradictoria, pues se propone atender a más jóvenes, pero con menos recursos. De acuerdo con el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2025, al rubro de educación media superior de calidad se asignarían 132 mil 51 millones de pesos, lo que representa una caída de más de 3 mil millones de pesos, pues este año se canalizaron 135 mil 426 millones de pesos. En contraste, la inversión en el programa de becas universales pasaría de 39 mil 366 millones a 40 mil 922 millones, y por primera vez se incluirá a más de 12 mil planteles de bachillerato en el programa La Escuela es Nuestra, para lo que se propone asignar 9 mil 40 millones de pesos. Entre los principales retos que enfrenta la educación media superior en el país, cuya impartición es obligatoria desde 2012, está la alta tasa de deserción que, de acuerdo con cifras oficiales, para el ciclo 2022-2023 fue de 11.2 por ciento –aunque en septiembre pasado la SEP aseguró, en un comunicado, que se había reducido a 8.1 por ciento–. Además, reporta una eficiencia terminal de 72.9 por ciento y una cobertura promedio para la población de 15 a 17 años de 81.1 por ciento, es decir, 1.7 millones de jóvenes en edad de cursar este nivel, aún están fueran de las aulas de bachillerato. Con un total de 21 mil 249 escuelas de preparatoria a nivel nacional, atendidas por 425 mil 826 profesores, desde el ciclo escolar 2023-2024 el gobierno federal puso en marcha el nuevo Marco Curricular Común de la Educación Media Superior, con el que se busca que los alumnos puedan aprender y adaptarse a los diferentes contextos y retos. Sin embargo, los expertos alertan que estas modificaciones no han impactado aún en la calidad de los aprendizajes ni han dotado al bachillerato de una identidad propia, pues, entre otras fallas, no se consultó a la comunidad docente ni a los alumnos para hacerlas. Hugo Aboites reflexiona que otro de los efectos devastadores que ha enfrentado el nivel de educación media superior es la aplicación de un examen único de ingreso a través de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior, en la zona metropolitana del valle de México, donde se concentra la mayor demanda de ingreso. La desaparición de este examen es afortunada, pero admite que tras 28 años de existencia causó un daño catastrófico a cientos de miles de jóvenes que sufrieron la imposición del plantel en la que tenían que estar, lo que dio como resultado una deserción muy importante. Señala que el bachillerato ha enfrentado una constante ambigüedad, pues se le trata como el ingreso inmediato al mercado de trabajo, y de repente como si fuera un escalón para la educación superior, y el resultado de todo esto es que no tiene un perfil propio, una vocación clara de qué se espera, qué debe ocurrir con los jóvenes en estos años antes de entrar a la carrera profesional.
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