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XALAPA.- En su libro El amo de Jalisco, Un gobierno con estructura criminal, presentado en Xalapa, el periodista y escritor veracruzano Ricardo Ravelo, dio a conocer que cinco veracruzanos de familias de Minatitlán y Coatepec, fueron reportados como desaparecidos en territorios usados como escondites por Nemesio Rubén Oseguera Cervantes, El Mencho, presunto líder de un grupo delictivo. El periodista explicó que en territorios bajo dominio de El Mencho, víctimas ligadas o no a actividades delictivas son levantadas, lo mismo que en caso de tráfico de órganos y reclutamiento forzado para trabajos en laboratorios para procesar drogas en laboratorios en el extranjero. Al acudir ante el mandatario estatal Enrique Alfaro, los familiares veracruzanos de las víctimas han encontrado a un funcionario "indiferente", con una política absurda al negar que haya desaparecidos en la entidad que gobierna, acusó Ravelo. La tarde de este jueves, el periodista presentó su nuevo libro "El amo de Jalisco: un gobierno con estructura criminal", en el Centro Recreativo Xalapeño, acompañado de comunicólogos locales. El libro narra cómo el ascenso político de Enrique Alfaro a partir de 2009 coincide con el surgimiento y expansión de un grupo de la delincuencia organizada de aquella entidad desde 2010. En una trayectoria paralela ambos han alcanzado el cenit del poder político y criminal, aseguró Ravelo. En tierra de El Mencho en Autlán de Navarro, un municipio ubicado en la Sierra de Amula, en Jalisco, los ojos del capo se multiplican entre "halcones", policías o empleados municipales que suelen reportar a los lugartenientes del máximo jefe del Cártel cada suceso extraño o cada visita sospechosa, bajo el contubernio del gobierno de Alfaro, afirmó Ravelo. Dijo que las desapariciones de los veracruzanos, entre las que se encuentran los Meléndez de Minatitlán y Manuel Amate de Coatepec, desnudan no solo la violencia inherente a las rutas del narcotráfico, sino también la indiferencia institucional que permite que estos crímenes se perpetúen sin consecuencias. Desde 2016, la madre de Manuel, Beatriz Torres Zuleta, de Coatepec, ha recorrido Jalisco, buscando a su hijo entre fosas clandestinas, predios abandonados y casas de seguridad. La respuesta de las autoridades ha sido sistemáticamente nula: las investigaciones languidecen, las denuncias son ignoradas y los responsables parecen operar con total impunidad. De acuerdo con la carpeta de investigación 352/2016, un comando armado, con palabras ofensivas y groseras bajó a golpes de una camioneta a Manuel Amate, a pocos metros del zócalo de Autlán y a unos cuantos de la comandancia de la policía. Le apuntaron con armas largas sin explicación alguna. Según los testigos, el hoy desaparecido alcanzó a gritar: "¿Yo por qué? ¡Yo no he hecho nada! ¡Yo ni soy de aquí!", relató Ricardo Ravelo. El auto del joven veracruzano, un Ford Mustang Mach azul que se hallaba estacionado junto a la banqueta de la casa de la familia Ramírez, fue retirado a petición de la suegra del desaparecido con una grúa. Las pertenencias que tenía —reprocha su madre— nunca le fueron entregadas. La desaparición de Manuel Amate y de los comerciantes Meléndez, aunque ocurrida hace años, sigue sin resolverse. Mientras tanto, la familia de Beatriz Torres ha tenido que presionar incansablemente, enfrentándose a la revictimización de las autoridades, que en ocasiones sugieren que las víctimas "andaban en malos pasos". Autlán de Navarro, un pueblo en la Sierra de Amula, se ha convertido en centro de desapariciones, bajo el dominio de El Mencho, de acuerdo con Ricardo Ravelo. El 1 de febrero de 2018 fueron "levantados" los comerciantes de Minatitlán, José Ángel Meléndez Luna, Juan Meléndez Pineda, José Meléndez Pineda y Juan Santos Meléndez. En este municipio, la situación es tan grave que la misma Fiscalía ha tenido que admitir la existencia de "focos rojos" en la región a partir de la desaparición de los veracruzanos, aunque sin resultados tangibles en la resolución de los casos. Sobre los cinco veracruzanos desaparecidos, las evidencias apuntan no solo a la participación de sicarios del cartel, sino también a la complicidad de la policía local. En un acto de impunidad sin precedentes, policías municipales fueron involucrados en estos levantones. Si bien dos agentes fueron detenidos y sentenciados, las desapariciones siguen sin esclarecerse y las investigaciones continúan estancadas, mientras las familias viven en angustia permanente.
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