|
Foto:
.
|
XALAPA.- Ante las injusticias a los más desvalidos y atropellos a los derechos que aquejan y lastiman a cada ciudadano mexicano debe prevalecer la esperanza, consideró la Arquidiócesis de Xalapa, a través de un comunicado titulado: “La esperanza nace de la fuerza vital del Reino de Dios”. En el documento, el Arzobispado señaló que el Año Litúrgico Cristiano, celebración de los principales misterios de Cristo, y el año civil, están llegando a su fin. Refirió que el Año Litúrgico se cierra con la fiesta de Cristo Rey del Universo y, en los últimos domingos, la liturgia de la Palabra contiene evangelios que presentan un tinte marcadamente escatológico. Es decir, se hace alusión directa al término o conclusión de la historia humana y a la plenitud del Reino de Dios. Todo alcanzará el esplendor de la justicia, la verdad, la caridad y paz que se han iniciado con la presencia de Cristo que ha tomado y asumido la condición humana. Este reino, anunciado por Cristo como prioridad para él y la humanidad, es una presencia divina interior y exterior que conduce los destinos de la historia humana al esplendor de la justicia y del perdón. Por lo anterior, ante todas las injusticias a los más desvalidos, y atropellos a los derechos ciudadanos que aquejan y lastiman a cada ciudadano mexicano debe prevalecer la esperanza y la confianza en la fuerza vital del Reino de Dios. Este reino es una fuerza pequeña y real, parecida a un grano de mostaza o como una perla preciosa escondida en medio de tantos objetos sin brillo. La sencillez y vitalidad del Reino de Dios no debe conducir a la confusión y desaliento en el corazón de ser humano ante la grandeza y majestuosidad de los poderes humanos que intentan conducir, inspirados únicamente por intereses personales, los destinos de los ciudadanos. La fuerza interior del amor de Dios arroja una luz vital que genera confianza y permite interpretar la historia nacional en clave de esperanza, solidaridad y confianza. Es tiempo para confiar y trabajar en lo más sencillo y simple de la vida hasta llevar juntos la historia humana a la plenitud deseada por Dios, concluyó el Arzobispado.
|