De Veracruz al mundo
AMLO ignora el plantón de familias de personas desaparecidas durante su último informe; se van decepcionadas.
El plantón de familiares de personas desaparecidas logró permanecer en medio del Zócalo capitalino durante el mitin por el Sexto Informe de Gobierno, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador evitó referirse a esta problemática.
Lunes 02 de Septiembre de 2024
Por: animalpolitico.com
Foto: animalpolitico.com
Ciudad de México.- Aunque tenía frente a sí un plantón de familiares de personas desaparecidas, a sólo unos metros del templete donde leyó su último informe, el presidente Andrés Manuel López Obrador ignoró la problemática que llevó a un grupo de buscadoras a permanecer en plantón durante 15 días al pie del asta bandera de la Plaza de la Constitución.

Ni los días y noches con fuertes lluvias de las últimas semanas, las dificultades de la vida cotidiana a la intemperie, la larga espera de la madrugada del 1 de septiembre con zozobra ante la posibilidad de un desalojo, la colocación de mantas en lugares más visibles desde las primeras horas de la mañana, ni los signos de paz ni los símbolos de auxilio sirvieron para que el mandatario se diera por enterado.


Alrededor de las 8 de la noche, esta reacción, aunada a sus problemas de salud, asuntos personales y proximidad de las fiestas patrias, las familias de personas desaparecidas decidieron retirar su plantón, no sin antes lamentar la actitud del presidente: “No nos vamos derrotadas; nos vamos tristes y decepcionadas. Pensamos que como era final de sexenio, él se iba a condoler de nosotros, de las familias de desaparecidos, pero vemos que no fue así”, señalaron en un breve pronunciamiento en el Zócalo.

Destacaron que este domingo 1 de septiembre se cumplieron 15 noches en que la bandera se mantuvo ondeando en señal de que en México no hay paz. Al mismo tiempo, subrayaron su sorpresa y agradecieron especialmente las muestras de solidaridad de la sociedad. “Eso nos quedó en el corazón”, remarcaron mientras empezaban a recoger sus casas de campaña en medio de la lluvia.

“A diferencia de lo que sucedía en los gobiernos neoliberales, ahora no se reprime al pueblo, no se ejecutan masacres, no se tortura, no se desaparece a nadie, no se tolera la violación de los derechos humanos, y tampoco existe un narco-Estado como el que se configuró en el sexenio antepasado”, fue la única mención en torno al tema en el discurso de López Obrador que ignoró a las más de 115 mil personas que permanecen desaparecidas o no localizadas en México.


Desde que el jueves pasado las casas de campaña de las familias, principalmente de Tamaulipas pero a las que se fueron uniendo muchas otras, fueron cercadas por las vallas que resguardaban el montaje del escenario y los espacios para el público del último informe, la expectativa fue creciendo en torno a dos aspectos: si se permitiría la permanencia del plantón para el acto protocolario y si el presidente les daría alguna respuesta.

Delia Quiroa, del colectivo 10 de marzo, quien busca a su hermano Roberto y llegó al plantón desde el pasado 18 de agosto ante la falta de respuestas tras 10 años de la desaparición de su hermano, se dijo sorprendida de que las autoridades les dejaran permanecer al pie del asta, y deseó unas horas antes del último informe que el presidente les recibiera su pliego petitorio, que plantea la atención a varios casos individuales.


“Ahorita estamos estancadas en el juzgado de Matamoros que no ha liberado las órdenes de aprehensión. La mayoría de los que se lo llevaron ya están presos o en la cárcel, entonces mi mamá quiere que salgan esas órdenes de aprehensión para poder ir a preguntarles por mi hermano, pero pues no”, añadió.


Delia deseaba que les atendiera, les mandara a llamar y les recibiera el documento. No haberlo hecho es para ella una señal de que se avecinan otros seis años perdidos, porque a las familias les gustaría que, en todo caso, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, se acercara.

“Sería una sensación de que vamos a estar batallando mucho nosotros los próximos seis años, que no va a haber apoyo, búsqueda, identificación, entrega de familiares desaparecidos”, adelantó.


Aunque individual y colectivamente, incluso en una misa que se celebró el viernes por la noche en el plantón en el contexto del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, expresaron su fe y su confianza en Dios para tocar los corazones de las autoridades, al final no sucedió.

Unos minutos después de que el presidente finalizara su discurso a las afueras de Palacio Nacional, la escena en el punto cero de la Ciudad de México, al interior de las carpas que fueron una mancha blanca en el informe, revelaba la decepción, incluso entre algunas lágrimas.

“No lo puedo creer; nos ignoró como si estuviéramos muertos, como si no existiéramos; dijimos más en silencio; tuvo una gran oportunidad de reconciliarse con las víctimas y pasarle la estafeta a ella (Sheinbaum), y no la aprovechó”, se escuchó entre las voces congregadas alrededor de la mesa que durante 15 días ha servido de desayunador, comedor y epicentro del diálogo.


“Estamos aquí en el campamento, en el asta bandera, donde es el corazón de México, donde inicia el punto cero del país y no se acercó ni siquiera… Es lamentable, es triste, pero seguiremos en la lucha buscando, tocando puertas y no nos vamos a dar por vencidos para encontrar a nuestros seres queridos”, remarcó Gustavo Hernández, padre de Abraham Zeidy Hernández del Razo, desaparecido en Escobedo, Nuevo León, el 14 de mayo de 2024.

15 días de bandera izada
Pese a su decepción, las familias en plantón subrayaron, una vez finalizado el informe, que la lucha seguirá y las fuerzas se renovarán, para volver a ser las mismas que los llevaron a mantener la bandera de la Plaza de la Constitución izada durante 15 días, lo que ninguna autoridad se atrevió a contravenir aunque el artículo 20 de la Ley sobre el escudo, la bandera y el himno nacionales señala que todos los días debe ser izada a las 8:00 de la mañana y arriada a las 18:00 horas.

Ese, una bandera que no bajó del asta en 15 noches, fue el símbolo que las familias destacaron como señal de que permanecen en guerra con este gobierno, que no les ha dado respuestas, tal como lo refrendó este domingo. Desde el viernes, cuando conmemoraron el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, hicieron énfasis en ello.

También desde ese día comenzó la zozobra, tras la visita de funcionarios de Gobernación que les plantearon la opción de “avanzar”, sin decir explícitamente que se retiraran, a cambio de una reunión que podía programarse para el lunes 2. Las familias rechazaron esperar hasta pasado el informe, y así comenzó uno de los días y noches más largos del plantón, con horas consumidas de a poco por la expectativa.


Pero no todo fue preocupación y tristeza todo el tiempo. Los días del plantón trajeron también las dificultades de sortear la vida cotidiana: las comidas, el aseo personal, el uso del baño y los lugares para dormir. Con ellas llegaron al mismo tiempo, entrecruzados con la emotividad que a veces era inevitable, los momentos en los que las personas eran solo eso, personas existiendo, y las charlas asociadas a la búsqueda, los colectivos y los seres queridos desaparecidos quedaban momentáneamente a un lado.

Porque quienes buscan y exigen no dejan de tener una vida que continúa, hijos que permanecen a su lado y requieren cuidados y tiempos, parejas, salud y otras actividades, pasatiempos y problemas cotidianos.

En medio de ese transcurrir del tiempo, apareció también en el plantón –una y otra vez– la solidaridad de quienes llegaban al asta con alimentos, ofrecimientos de comprar lo que hiciera falta o ayudar a conseguirlo. A veces otros ciudadanos, a veces otros colectivos, a veces defensores de otras causas.

Ahí empezó el diálogo de la que sería su postura ante el informe y la decisión fue unánime: siempre pacífica. Sin embargo, el temor por un posible desalojo —luego de que los funcionarios de Gobernación no cumplieran la promesa de regresar el mismo viernes— persistió toda la tarde y noche del sábado. El tiempo pasó más lento.

En la madrugada del 1 de septiembre comenzaron a escucharse las voces en coro de los seguidores del presidente que, desde muy temprano, empezaron a hacer filas en los accesos a la plancha del Zócalo. Al amanecer, entre las donaciones de café y desayuno de un día más pero con mayor importancia, se tomó la decisión de elevar una bandera blanca en señal de paz para prevenir posibles agresiones.


Más tarde también vendría la idea de performar, durante el informe del presidente, una señal de auxilio con telas rojas para llamar su atención a solo unos metros del presidium, donde terminaba el pasillo que conectaba el Palacio Nacional con el asta.

Nada funcionó. El presidente, como lo ha hecho con sus casos durante todo el sexenio –acusan–, siguió sin inmutarse. Terminó su discurso: la bandera quedó izada y la esperanza caída.


Largas luchas e interminables exigencias
Ana María Maldonado, que busca a su hijo Carlos Palomares Maldonado, desaparecido el 22 de septiembre de 2010 en la alcaldía Benito Juárez, Ciudad de México, fue parte del plantón extendido por 15 días. No es la primera vez que se suma a una acción de ese tipo: en 2013 estuvo en una huelga de hambre afuera de la entonces Procuraduría General de la República.

Esa larga lucha, de protestas que se repiten, le ha permitido distinguir un común denominador: la falta de interés y compromiso de las autoridades en la búsqueda e investigación de su hijo. La apatía ha sido siempre una constante. “No hay avances, o son demasiado lentos, porque en mi caso la fiscalía perdió el expediente original de mi hijo”, relata.

Ella también esperaba que el mandatario de la Nación les atendiera, porque lo prometió durante su cierre de campaña en Tlatelolco. “Él dijo que no iba a hacer falta, que iba a haber los suficientes recursos para la búsqueda de los desaparecidos, y que no iba a hacer falta nada; que cumpla lo que nos prometió en ese cierre de campaña”, reclamaba antes del informe, solo para terminar nuevamente sin respuesta.

Además, cuando López Obrador recibió a víctimas en Palacio Nacional el 24 de junio de 2019, a ella personalmente le prometió que le ayudaría a buscar y hallar a su hijo. A Ana María le habría gustado que cumpliera y vigilara que sus colaboradores también lo hicieran. Ya que él decidió no hacerlo e ignorarles, solo le queda pedirle a Claudia Sheinbaum que vaya al plantón a tomarles de la mano y sensibilizarse:

“Yo tengo mucha esperanza, mucha fe en ella, nada más por el hecho de ser mujer y que ella marque esa diferencia. Si ella es madre, sabe lo que son nuestros hijos, lo que duelen nuestros hijos, lo que amamos a nuestros hijos, entonces que ella nos atienda. No venimos a pelear ni a confrontarnos con ellos; lo único que queremos es que nos reciban”.


Karina Espino Carmona estuvo en el arranque del plantón el 18 de agosto, regresó a su hogar en Puerto Escondido y volvió al asta de Plaza de la Constitución la noche del sábado solo para esperar una respuesta que no llegó.

Ella busca a su hermano Adelaido, quien desapareció el 13 de julio de 2010 junto con su cuñado, dos hermanos de él y siete personas más en Matamoros, Tamaulipas. 14 años han transcurrido sin respuestas. Karina recuerda el recorrido que López Obrador hizo por la costa, donde se comprometió a darle seguimiento al caso, sin que haya ocurrido.


“Creo que la unión hace la fuerza, nosotros luchamos y exigimos por los más de 116 mil desaparecidos, no nada más por los nuestros, la lucha es para todos y creo que la presidenta Claudia debería ver eso: que no somos uno, no somos 10, somos miles de personas familiares que exigimos por nuestros desaparecidos”, reclama.

No todos pueden sumarse, aclara, a veces por el tema económico, o por dificultades de desplazamiento o incluso por amenazas y miedo. Para quienes lo han hecho, del presidente esperaba al menos la amabilidad de atenderles, escucharles y respetar su derecho al diálogo. Igual que otras familiares y tras la decepción de un sexenio, que solo se reafirmó en el último informe, ahora se lo pide a la presidenta electa:

“Que se ponga cinco minutos en nuestros zapatos. Ella es mujer, ella es madre, nadie está exento de que le pueda suceder esto. Nadie se lo desea, es un dolor muy grande el que nosotros cargamos a cuestas”.

El rostro de Karina era uno de los más desencajados cuando terminó el discurso de López Obrador de este domingo. Sentía desilusión y tristeza: “pensábamos que de verdad el pueblo le importa y vemos que no; es una indiferencia grande, porque son más de 116 mil desaparecidos y es como si no existiéramos”, lamenta.










Por: Marcela Nochebuena

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