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Xalapa, Ver.-
En campo en abandono: La limitada rentabilidad, la falta de recursos económicos para invertir, las presiones de grupos delincuenciales, así como las afectaciones que causan fenómenos meteorológicos como la sequía y los huracanes, han logrado que miles de campesinos de las siete regiones del estado han dejado de trabajar la tierra, coincidieron líderes de comunidades agrícolas. De acuerdo con los dirigentes, en mayor o menor medida, sufren por esta problemática tanto en la Montaña Alta y Baja, como en Tierra Caliente, zona Norte, Centro y en las Costas Grande y Chica. Arturo García Jiménez, asesor de la Coordinadora de Comisariados y Comunales de Guerrero, explicó que debido a las pocas ganancias que se obtienen en esta labor, "los jóvenes prefieren irse a las ciudades a trabajar; si buscas un jornalero o peón, no los hay". Si hablamos "de empleos en los cultivos de maíz, frijol, café, coco, la contratación de mano de obra es complicada, pues el salario promedio es de 300 pesos diarios, con dos o tres comidas, por una jornada de siete a 14 horas; se le hace difícil al productor contratar gente por ese costo". Javier Hernández, presidente de los Bienes Comunales de Los Guajes, municipio de Coyuca de Catalán, relató que luego del desplome de la amapola, la gente volvió a cultivar maíz, frijol y semilla de calabaza”. Sin embargo, debido al desplazamiento forzado en los pueblos por el asedio de los grupos criminales "se quedaron muchas parcelas en el abandono y no se han sembrado desde entonces". Muchos optaron por remplazar la amapola por semilla de calabaza, cuya tonelada se paga a 55 mil pesos. Mientras, el maíz se produce para autoconsumo; no para negocio, ya que, por la lejanía y los caminos destrozados, no resulta rentable”. Sólo que ahora el crimen organizado “ya se dio cuenta que a la gente le estaba yendo bien con la semilla de calabaza y empezaron a controlar eso; ahorita están paradas las ventas, porque ellos (los delincuentes) encarecieron precios. “Venían compradores por muchas toneladas desde Toluca (estado de México) y Cuernavaca (Morelos), pero los paraban, les prohibían la entrada, los amenazaban y les decían ‘ustedes nos compran a nosotros’”, relató. En la región del Alto Balsas, Melquiades García Ríos, ex comisario de los Bienes Comunales de la comunidad nahua de San Juan Totolcintla, municipio de Mártir de Cuilapan, indicó que los indígenas de esta parte de la Montaña Baja dejaron de sembrar sus parcelas "por falta de insumos, empleo, dinero y a causa de que muchos migraron a otras ciudades del país y a Estados Unidos". Ahora, indicó, la mayoría hacen artesanías y se desempeñan en otras labores para mantener a sus familias; "yo tengo una banda de música de viento, mis compañeros y yo tocamos en ferias y jaripeos, bodas y fiestas". Lo que ha salvado a los pueblos del Alto Balsas es la pesca, aseguró, pues les da para el autoconsumo; "son pocos los que se dedican a vender, pero dicen que han llegado a tener ganancias de hasta 2 mil 500 pesos por día, sólo que hay temporadas en que la actividad no es muy buena, sobre todo cuando baja el cauce".
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