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XALAPA.- Veracruz, el olvido es la herramienta más eficaz. Los narcos se robaron los ranchos, despojaron a los dueños originales bajo amenazas de muerte, convirtieron la tierra en una trinchera de horror, expresa Jorge Ramírez, un padre buscador. En el estado, dice han pasado muchas cosas en que no se conocen. En Veracruz, los desaparecidos no se pierden. Se los traga la tierra o son disueltos en tambos de ácido. De acuerdo con el señor Ramírez, hay indicios altamente probables de que al menos en zonas remotas de Teocelo, Actopan, Cosautlán, Ixhuacán, y San Andrés Tlalnelhuayocan, Los Zetas y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) mantuvieron ranchos o campos de exterminio, reveló. En esas zonas, dice los cárteles levantaron fortines de aniquilamiento. No son simples casas de seguridad ni bodegas clandestinas. Son campos donde la muerte tiene una logística eficiente. Ahí a veces, la única prueba de que alguien existió es un zapato semiquemado. Admitió que los campos de aniquilamiento de Veracruz no se comparan en magnitud al de Teuchitlán, Jalisco, o a los de Tamaulipas, “Pero a nosotros los familiares nos duelen las manos, nos duele el alma, de tanto cavar", externó. Jorge Ramírez expresó: "No siempre la verdad te libera. Es insoportable. Han pasado muchas cosas en Veracruz que no se conocen. Demasiado dolor. No son sólo las fosas de Poza Rica, de Veracruz o Playa Vicente". El padre buscador lamenta: “¿Cuántos hornos, cuántos pozos, cuántos tambos de ácido aún no han sido descubiertos? La maleza en muchos casos cubre lo que las autoridades no quieren ver, lamenta el padre buscador. Nombres que nunca fueron inscritos en actas, rostros que ni siquiera tuvieron el derecho de volverse carteles de búsqueda”. Los narcos despojan a los dueños de sus ranchos, que pasan a ser casas de seguridad, donde pasan cosas verdaderamente aterradoras. La práctica no es nueva. Los rastros, reveló el padre buscador, apuntan a figuras que circulan en la sombra del crimen organizado. El Amarillo o Z-200, exjefe de Los Zetas en Guatemala y Xalapa. El Chilango. El León, nombres que en Xalapa y las montañas de Guatemala y Veracruz son leyendas de terror. Convirtieron los ranchos en nidos de ejecución, asegura Jorge. Varios de ellos, ya liberados gracias a expedientes mal armados deliberadamente, siguieron la tradición: pasaron de Los Zetas a engrosar las filas del CJNG. La lealtad de los criminales en Veracruz dura menos que la vida de sus víctimas. Entre 2016 y septiembre de 2022, se descubrieron dos de las fosas clandestinas más grandes de América Latina en Veracruz: Colinas de Santa Fe: ubicada cerca del puerto de Veracruz, en este sitio se exhumaron 295 cuerpos. El Arbolillo: también en las proximidades del puerto, aquí se recuperaron 320 cuerpos. En 2023, el Colectivo Solecito de Veracruz recuperó 17 cuerpos en el islote de Punta Puquita, parte del Sistema Lagunar de Alvarado. Este paraje natural protegido fue transformado en un sitio de inhumación clandestina, evidenciando la capacidad de los grupos criminales para utilizar áreas de difícil acceso para ocultar sus crímenes. En Veracruz, existen ranchos que ocultan huesos. La tierra se traga los cuerpos. Lamentablemente, los criminales saben cómo funciona el sistema. Saben que hay expedientes que se pierden. Que hay jueces que sueltan a los asesinos. Que hay agentes que prefieren no hacer preguntas. Y saben, sobre todo, que la gente olvidará
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