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XALAPA.- En el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se conmemora el 11 de febrero próximo, académicas de la UNAM coincidieron en que si bien la participación de las mujeres en los ámbitos científicos ha ido aumentando, el avance aún es lento, por lo que para cerrar esta brecha se requiere fomentar la vocación desde la infancia. En ese tenor, la secretaria General de la Facultad de Ciencias (FC), Guadalupe Lucio Gómez-Maqueo, afirmó que de la población escolar de nivel licenciatura en el ciclo 2024-1, es decir 11 mil 161 estudiantes, el 60.87 por ciento fueron hombres y 39.13 por ciento mujeres. En la carrera de matemáticas se recibieron, de primer ingreso, 200 alumnos y 32 alumnas; en ciencias de la computación, 134 y 58; física, 275 y 77; actuaría 215 y 173; y en matemáticas aplicadas, 68 y 25, respectivamente. Con relación a las carreras consideradas más “duras”, indicó que se registraron mil 423 varones y 351 mujeres, en matemáticas; 720 y 237, en ciencias de la computación; mil 913 y 615, en física; mil 97 y 949 en actuaría; así como 358 y 153, en matemáticas aplicadas. Por su parte, Lucio Gómez-Maqueo señaló que entre el personal académico de la Facultad, la diferencia es menor. Al final de 2024 “teníamos 275 profesores de tiempo completo hombres, y 225 mujeres”. De igual forma, destacó que la desigualdad se profundiza conforme avanza el grado de reconocimiento del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores, hasta llegar a ser 80 por ciento hombres y 20 por ciento mujeres en el nivel III. En los centros e institutos de investigación científica de la UNAM, de acuerdo con la Agenda Estadística 2024, de 3 mil 123 que conforman el personal académico, 2 mil 16 son hombres y mil 107 mujeres. La directora del Instituto de Matemáticas, Isabel Hubard, afirmó que no sólo se trata de un problema de números, sino de trabas, obvias y sutiles, que incluyen evaluaciones académicas inequitativas respecto a sus pares varones, o comentarios sobre “la forma en que nos vemos, vestimos o nos comportamos”. Citó como ejemplo que si un hombre destaca en matemáticas es considerado “muy bueno”, “inteligente”, “un genio”, pero cuando una mujer lo hace es “muy estudiosa”, “muy matada” o “muy ñoña”. Estos estereotipos, dijo, refuerzan la idea de que son mejores que nosotras y más aptos para este tipo de disciplinas. Por último, consideró que para que haya más mujeres en la ciencia es igualmente necesario contar con políticas institucionales de contratación y promoción con criterios de igualdad y no discriminación, y trabajar de manera constante en la erradicación de las violencias. Así las cosas.
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