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XALAPA.- Ante las amenazas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de aplicar aranceles del 25 por ciento a las importaciones mexicanas, incluido el petróleo crudo, a partir del 1 de febrero, la necesidad de poner en funcionamiento la refinería de Dos Bocas es cada vez más urgente. En ese tenor, Miguel Ángel Maciel, secretario de Energía, dio a conocer un audaz plan para acelerar la construcción de la refinería de petróleo más grande del país hasta la fecha, un proyecto emblemático del gobierno del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador. Y es que, excluyendo la refinería Deer Park en Houston, las refinerías de Pemex habían operado a menos del 50 por ciento de su capacidad instalada total por tercer mes consecutivo a fines de 2024. Dos Bocas estaban procesando combustibles al 17.5 por ciento de su capacidad a fines de diciembre, según datos de la compañía compilados por Bloomberg, aunque gran parte ha sido diésel con contenido ultrabajo de azufre producido a partir de existencias de diésel ya refinado. A pesar de sus problemas iniciales, México ya considera a Dos Bocas como la joya de la corona de su cartera de refinación. A plena capacidad, la instalación está equipada para procesar 340 mil barriles de crudo por día y transformarlos en 170 mil barriles de gasolina y 120 mil barriles de diésel. Sin embargo, analistas, inversores e incluso empleados de Pemex son escépticos respecto de que la planta alcance algún día ese nivel de producción. En 2019, Rocío Nahle, entonces secretaria de Energía, dijo a los periodistas que tomar prestados los diseños de un proyecto de refinería previamente descartado ahorraría una fortuna a los contribuyentes, mantendría la instalación dentro de su presupuesto de 8 mil millones de dólares y la tendría en funcionamiento en solo tres años. Sin embargo, más de cinco años después, la refinería de Dos Bocas sigue sin terminarse. Su costo superó recientemente los 20 mil millones de dólares, lo que la convierte en uno de los proyectos más costosos que han surgido durante la administración de López Obrador. Los retrasos en Dos Bocas amplifican los desafíos que aguardan a la sucesora de AMLO, Claudia Sheinbaum. Desde que asumió el cargo en octubre, ha redoblado su promesa de convertir a México en un país “soberano en materia energética” produciendo y refinando todo el combustible que consume. Mientras Petróleos Mexicanos (Pemex) lucha por recortar su deuda de casi 100 mil millones de dólares y reactivar la producción, resolver los problemas en Dos Bocas es crucial. Por lo pronto, aún quedan dudas sobre si México puede mantener su estrategia de exportar crudo a Estados Unidos y reimportar combustibles terminados, especialmente porque sus refinerías siguen operando a una capacidad limitada. Al respecto, Bernardo Del Castillo, fundador y director ejecutivo de Soteria Consulting en Abu Dhabi, consideró que la decisión de utilizar planos antiguos para la refinería ha tenido consecuencias de largo alcance. “Dos Bocas ha seguido enfrentando problemas debido a fallas en el diseño y al error absoluto de saltarse la etapa FEED”, aseguró Del Castillo, refiriéndose al diseño de ingeniería inicial, un enfoque utilizado para controlar los gastos del proyecto antes de que comience la construcción. “Dado que muchos de los planos de Dos Bocas fueron tomados de una refinería planeada en una zona montañosa de México, la instalación no tiene el equipo para trabajar a una altitud más baja y más húmeda”, aseguró Del Castillo. “Otros factores como la altitud, la presión y la humedad siempre afectan el proceso de refinación”. Los defectos de diseño son solo algunos de los muchos obstáculos que enfrentó Pemex en los últimos años, mientras trabaja para poner en funcionamiento Dos Bocas y cumplir la promesa de AMLO de dejar de depender de combustible importado. Los socavones durante la construcción del sitio, construido sobre un manglar, generaron preocupaciones sobre inundaciones y cimientos debilitados. Los incendios, las luchas internas entre legisladores y las demandas por el impacto ambiental de la refinería han estado entre los reveses para Dos Bocas. Incluso después de que se inauguró la planta en 2022, Dos Bocas seguía sin producir combustible y los contratiempos continuaron cuando la refinería entró en la fase de pruebas. Toda la instalación se desconectó en septiembre y octubre debido a un problema eléctrico “menor”, dijo el director ejecutivo de Pemex, Víctor Rodríguez, en noviembre. Según John Padilla, director ejecutivo de IPD Latin America, una consultora energética, la tecnología anticuada de Dos Bocas significa que si una parte no funciona, toda la planta podría quedar sin energía. La planta también está esperando que se terminen de utilizar recursos clave, incluido un importante gasoducto, para poder acelerar partes clave del proceso de refinación, aseguró. “Pemex no implementó la tecnología más moderna en la construcción de la refinería”, dijo Padilla. “Seguiremos viendo estos cierres”. A pesar de las reiteradas promesas de que la refinería estaría funcionando a plena capacidad al final del mandato de AMLO, reduciendo las importaciones de combustible a principios de este año, la instalación aún no ha producido cantidades comerciales de gasolina. Sin duda, las refinerías son instalaciones grandes y complejas que suelen tener problemas al comienzo de su vida operativa. Completar Dos Bocas, que tiene más de 3 mil 200 kilómetros de tuberías que podrían extenderse desde Ciudad de México hasta Houston y viceversa, no es una tarea fácil. Pero al menos una parte de los problemas iniciales de Dos Bocas probablemente se puedan atribuir a la decisión de México de emprender por su cuenta la construcción de la refinería. AMLO entregó el proyecto a Pemex, cancelando una licitación cuando los postores, entre ellos la firma de ingeniería estadounidense Bechtel Group Inc. y el Grupo Techint de Argentina, se negaron a cumplir con su ambicioso cronograma y presupuesto. Las otras seis refinerías de Pemex en México —dos de las cuales tienen más de 100 años de antigüedad— se han visto afectadas en los últimos años por incendios, explosiones y accidentes. Mientras tanto, Trump ha dicho que quiere imponer un arancel del 25 por ciento a todos los productos de Canadá y México, incluido el petróleo crudo. Si México no puede exportar crudo a Estados Unidos y reimportar combustibles terminados, probablemente tendrá que encontrar otros socios comerciales. Sus principales mercados de exportación de crudo son Taiwán, India, Corea del Sur y España. “México necesita buscar alternativas al envío de crudo a Estados Unidos y la reimportación de combustible”, aseguró Zárate de FTI. “Eso puede incluir aumentar el comercio con el resto del mundo, porque la refinación en Dos Bocas no estará disponible durante algún tiempo”, concluyó.
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