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XALAPA.- Invertir en la atención de un nutriólogo puede marcar una gran diferencia en la prevención de enfermedades y la mejora de la calidad de vida. En ese tenor, el próximo 27 de enero, México celebra el Día Nacional del Nutriólogo, una profesión clave para la salud de la población. Sin embargo, a pesar de su importancia, los nutriólogos enfrentan numerosos desafíos, como la falta de plazas en el sector público, desigualdad salarial y una preocupante desinformación sobre su labor. En un país donde el 76.3% de los adultos tiene sobrepeso u obesidad y las enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión afectan a millones de personas, surge una cuestión fundamental: ¿Es acudir a un nutriólogo un lujo o una inversión en salud y calidad de vida? De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua 2023 (ENSANUT), los malos hábitos alimenticios son una de las principales causas del sobrepeso y las enfermedades crónicas en el país. Desde edades tempranas, los mexicanos desarrollan patrones de consumo que priorizan alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas sobre opciones saludables como frutas y verduras. En niños preescolares (1 a 4 años), menos del 30% consume verduras, mientras que el 80% ingiere bebidas endulzadas. En escolares (5 a 11 años), el consumo de bebidas azucaradas llega al 86.1% y el de verduras sigue siendo menor al 30%. En adolescentes (12 a 19 años), la situación no mejora: el 90.6% consume bebidas azucaradas regularmente, mientras que solo el 29.7% incluye verduras en su dieta. La situación en adultos también es preocupante. Aunque el 86% consume agua, el 73% también bebe refrescos u otras bebidas endulzadas, y menos del 50% incorpora frutas y verduras suficientes en su alimentación diaria. Según el doctor Luis Ortiz Hernández, docente e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), “enfermedades como hipertensión, diabetes, hígado graso y dislipidemia están directamente vinculadas con la alimentación. Cambiar la dieta y promover la actividad física es fundamental para combatir estos problemas”, sostuvo. La doctora Norma Ramos Ibáñez, también docente en la UAM, destaca que “el impacto económico de la mala alimentación es enorme: el aumento en los costos de hospitalizaciones, tratamientos y medicamentos podría evitarse con una dieta adecuada”. Por su parte, Ximena Atilano Carsi, investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y docente en la UNAM, refuerza esta idea: “Si las personas acudieran regularmente al nutriólogo, muchas enfermedades podrían prevenirse, reduciendo los gastos médicos a corto, mediano y largo plazo”. Los beneficios de mejorar la alimentación son tangibles. Desde una persona con gastritis que nota mejoría inmediata al dejar de consumir irritantes, hasta un paciente con diabetes que controla su glucosa a través de una dieta adecuada. Pequeños ajustes, como aumentar el consumo de frutas, verduras y leguminosas, también pueden mejorar la energía, la calidad del sueño y hasta el estado de ánimo. Una de las mayores barreras para adoptar una dieta saludable es la percepción de que comer bien es caro. Sin embargo, Ortiz Hernández aclara que esto no es necesariamente cierto: “Priorizar alimentos de origen vegetal, como leguminosas y cereales, puede ser más económico que consumir ultraprocesados”. No obstante, también reconoce que factores culturales juegan un papel importante. “El frijol, por ejemplo, es un alimento altamente nutritivo, pero ha sido asociado con bajos ingresos, lo que ha reducido su consumo”, señaló. Superar estos estigmas es clave para fomentar una alimentación saludable en todos los niveles socioeconómicos. Otro obstáculo importante es la limitada accesibilidad a los servicios de nutrición en el sector público. En instituciones como el IMSS, puede haber 20 médicos por cada nutriólogo, lo que deja a gran parte de la población sin atención especializada. Esto obliga a muchos profesionales a ejercer en el sector privado, donde no todos pueden pagar sus servicios. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), durante el tercer trimestre de 2024, la fuerza laboral de nutriólogos en México creció un 40.7% respecto al trimestre anterior, alcanzando las 9,830 personas. Sin embargo, persisten desigualdades significativas: las mujeres representan el 63.4% de la profesión, pero ganan en promedio menos de la mitad que los hombres (8,740 pesos frente a 20,200 pesos mensuales). Además, la mayoría de los nutriólogos trabaja en hospitales psiquiátricos (62.7%) y consultorios médicos y para el tratamiento por adicción (22.7%), pero su presencia en hospitales generales es mínima (1.61%). Manuel López Cabanillas Lomelí, presidente de la Asociación Mexicana de Miembros de Facultades y Escuelas de Nutrición, advierte que “la incorporación de más nutriólogos en el sector público podría tener un impacto positivo en la prevención y tratamiento de enfermedades crónicas”. Y es que, existe una percepción errónea de que los nutriólogos solo diseñan dietas para bajar de peso. Sin embargo, su labor va mucho más allá: evalúan la salud integral del paciente y desarrollan planes de alimentación personalizados para tratar condiciones como diabetes, hipertensión y enfermedades digestivas. Otro mito común es que las dietas hiperproteicas son la solución universal. En ese sentido, Ortiz Hernández enfatiza que “la nutrición debe ser personalizada y basada en evidencia científica”. También advierte sobre la proliferación de desinformación en redes sociales: “Un consejo de TikTok o Instagram no puede sustituir una consulta profesional. Solo un nutriólogo certificado puede hacer una evaluación integral”. Para asegurarse de recibir atención de calidad, los expertos recomiendan verificar que el nutriólogo cuente con cédula profesional y, en caso necesario, certificaciones adicionales en áreas como nutrición clínica o diabetes. También es importante investigar su formación académica. Ramos Ibáñez advierte que los nutriólogos no están autorizados para recetar medicamentos. Solo pueden prescribir suplementos basándose en evidencia científica sólida y cuando sea estrictamente necesario. Aquellos profesionales que ofrecen suplementos o medicamentos para acelerar la pérdida de peso sin una justificación médica demuestran una falta de ética profesional. Las recomendaciones nutricionales deben ser personalizadas y siempre respaldadas por la evidencia científica. Al respecto, los especialistas coinciden en que la atención nutricional no es un lujo, sino una inversión en nuestra salud y bienestar. Con el apoyo de un nutriólogo, es posible prevenir enfermedades, mejorar la calidad de vida y reducir los costos asociados a tratamientos médicos. Aunque existen barreras culturales, económicas y de acceso, reconocer el valor de estos profesionales es un paso crucial hacia un México más saludable. Ortiz Hernández concluyó que en el futuro, esperan que se reconozca más su labor y que las personas tengan acceso a mejores servicios de nutrición.
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