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Foto:
Cortesia.
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Xalapa, Ver.-
En pequeñas casas construidas con materiales reciclados, pasan los días, cientos de migrantes que se refugian en los campamentos Clave Vallejo y Avenida 100 Metros, en la alcaldía Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México, ya no esperan nada del Año Nuevo. Saben que no habrá celebración y muchos por primera vez estarán lejos de sus familias y su país. Los extranjeros en tránsito, principalmente niños, mujeres y hombres de Honduras, Guatemala, Cuba, Haití, Colombia y Venezuela, habitan pequeñas casas construidas con materiales reciclados. Los llaman “ranchitos”. En ellas sólo caben sus escasas pertenencias y cartones o viejos colchones para descansar. Durante el día, los extranjeros se mezclan con personas en situación de calle, quienes duermen en los sillones viejos y sucios que alguna persona tiró a la basura y ellos dieron una nueva oportunidad. La jornada realizó un reportaje desde el campamento, donde dice se perciben malos olores y la basura está acumulada por todos lados. El campamento para migrantes Clave Vallejo se comenzó a instalar hace más de un año, debido a que cerca de allí se ubica la Casa de Acogida, Formación y Empoderamiento para Mujeres y Familias Migrantes y Refugiadas. Como quienes son aceptados en el albergue no pueden permanecer de manera indefinida, optaron por instalarse junto a las vías del tren. Todos los días enfrentan la paradoja de ver pasar el ferrocarril y no poder utilizarlo para llegar a la frontera con Estados Unidos, pues para trasladarse requieren una cita con las autoridades del vecino país del norte o un permiso de las mexicanas. Durante el día, al visitar el lugar, lo que más se observa son niños, ya que los adultos deben ocuparse para obtener recursos y comprar alimentos. Lejos de pensar en una cena de año nuevo, lo único que piden es llegar a Estados Unidos, sin importarle las amenazas de Donald Trump de expulsar a migrantes cuando tome posesión de presidente. Dicen que Dios tiene la última palabra. “Transitar por México ha sido muy duro. Está lleno de peligros para los migrantes que buscamos llegar a la frontera con Estados Unidos”, dice una migrante venezolana. Pero no sólo eso: recordó que durante su trayecto han sido víctimas de violencia, discriminación, amenazas, robos y extorsiones, pues la falta de estatus legal los expone a secuestros y violencia, pero no se rinden pues so objetivo es llegar a la frontera. “Que Dios le abra el corazón a Donald Trump, porque necesitamos salir de la pobreza. A nuestro país ya no podemos volver. Por mientras vivimos pidiendo dinero porque es difícil encontrar trabajo”, dice Saraí Martínez, de Honduras.
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