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XALAPA.- De acuerdo con Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, estudiar el pasado ha sido clave para entender el presente y futuro del Popocatépetl. En ese sentido, pronosticó que en el corto y mediano plazo se puede aventurar que el volcán seguirá con su actividad, la cual en algún momento disminuirá hasta regresar a su estado de reposo. “Es posible que en siete décadas se reactive, que luego duerma y, quizá, que en uno o dos siglos tenga una erupción de grandes magnitudes como la de hace mil 300 años. La probabilidad de que haga una erupción fuerte en estos momentos es muy baja”, detalló. Refirió que muchos científicos no entendían cómo un volcán que no estaba todavía en erupción emitía cantidades de dióxido de azufre similares a las de un coloso que sí lo está. “Con el tiempo entendimos que esto era señal de su eficiencia para ventilar gases que, de otra manera, se habrían acumulado y provocado una erupción de grandes proporciones”, afirmó el experto. Delgado Granados ha estudiado los depósitos de ceniza y piedra pómez de distintas erupciones que halló nueve kilómetros del cráter del volcán, con la que logró identificar al menos dos grandes erupciones de ‘Don Goyo’. En el lugar, el investigador ha encontrado cenizas producidas por una erupción del siglo XVII, lo cual se sabe por el análisis del carbono 14 y por escritos de quienes atestiguaron el hecho en Cholula y Puebla. Debajo de esos residuos hay otros de apariencia clara, es piedra pómez generada por un evento aún más fuerte ocurrido hace mil 300 años, así como vestigios de una serie de flujos piroclásticos (avalanchas letales de gases y material a alta temperatura). “Tales evidencias nos hacen pensar que el Popo es un volcán que ha tenido erupciones de carácter explosivo en el pasado. Lo importante es saber cuándo se dieron y con qué frecuencia ocurre la actividad explosiva de mayor magnitud”, explicó Delgado Granados en su investigación. La UNAM explicó que los volcanes se reactivan al recibir en su sistema de plomería una nueva inyección de magma, generada a unos 120 o 150 kilómetros de profundidad. Esta masa de roca fundida sube a través de la corteza hasta llegar al sistema de alimentación (cámara magmática) y, dependiendo de qué tanto material haya, la erupción es intensa o tranquila. A su vez, Robin Campion, investigador de IGF, afirmó que el Popocatépetl “ha tenido erupciones muy violentas en el pasado y, si las comparamos con aquellas, el ciclo actual ha sido débil, aunque en ocasiones haya lanzado rocas del tamaño de un automóvil a distancias de entre tres y cuatro kilómetros”. Señaló que la relativa tranquilidad en la que está el volcán no debe hacernos olvidar su potencial de generar eventos desastrosos. “Lo que lo hace único son sus emisiones de gases altas y sostenidas”, destacó. La UNAM recordó que desde hace 30 años, el ‘Popo’ se ubica entre los cinco volcanes que más gases emiten en el mundo y es el único de este “club” con un magma muy viscoso o pastoso, el cual —en los volcanes “ordinarios”— impide que el gas pase a través de él, dando pie a explosiones catastróficas. Los demás integrantes de dicho grupo tienen una lava fluida y actividad efusiva. “Durante el 99 por ciento del tiempo, las emisiones gaseosas en el cráter del Popocatépetl se dan de manera pasiva, pero de vez en cuando la parte superior del conducto, por donde escapan las emanaciones, se compacta (no se enfría, como se creía)”, indicó en la gaceta. Cuando esto ocurre se pierde permeabilidad, hay acumulación de gas debajo de este tapón temporal y, cuando la presión llega a cierto punto, se produce una explosión. “En el largo plazo hemos observado periodos de varios años con mayores emisiones de gases y actividad volcánica, que interpretamos como episodios repetidos de inyección de magma que luego alimentan la actividad por bastantes años más. Desde mayo de 2023 estamos en un periodo de actividad alta”, concluyó el estudio.
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