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Cortesia.
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Xalapa, Ver.- Migrantes no sólo deben cruzar entre 3 mil y 4 mil kilómetros desde la frontera sur del país, sino que varios tienen que repetir esta travesía dos o tres veces, dependiendo del número de ocasiones en que sean detenidos por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), que como parte de su estrategia de desgaste los regresa a Tapachula, Chiapas, o Villahermosa, Tabasco, para que vuelvan a iniciar su recorrido, narran. Así ha sido para varios de los indocumentados, incluidos niños, que viven en los campamentos irregulares de la Ciudad de México. Es el caso de la familia de Mariana, venezolana, quien habita desde hace un mes en el asentamiento de Plaza de la Soledad, en el barrio de La Merced, ya que ella su pareja y dos niñas fueron detenidos dos veces, y la regresó a Villahermosa. Relató que la última vez fueron capturados mientras viajaban en un tren de carga por Ciudad Juárez, Chihuahua. Afuera de su ranchito, un pequeño cuarto de retazos de triplay, por el que la familia pagó 2 mil pesos, señaló que los retornos que hace el INM implican más dinero para los extranjeros, recorrer otra vez el camino andado y enfrentarse a los peligros de la ruta: secuestros, robos y extorsión. Indicó que ante los amagos del futuro presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el actuar del INM genera más desesperación y temor, pues muchos migrantes están intentando llegar a la frontera norte para cruzar antes del próximo 20 de enero, cuando empieza el mandato del republicano. En la Ciudad de México hay cuatro campamentos irregulares de migrantes, con al menos 4 mil personas, según estimaciones del gobierno capitalino. La mayoría espera que se les programe una cita CBP One para solicitar asilo en Estados Unidos.
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