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XALAPA.- A pesar de que un organismo internacional le solicitó al gobierno que le otorgara medidas de protección al padre Marcelo Pérez Pérez, o jtatik Marcelo, como se le conocía en la región de Los Altos de Chiapas, nadie hizo algo al respecto y hace unos días murió asesinado a balazos a una cuadra de la iglesia del Dulce Nombre de Jesús, en el barrio de Cuxtitali, San Cristóbal de las Casas. El sacerdote indígena tsotsil sabía que alguien le había puesto precio a su vida y hasta conocía el monto; sus hermanos en la fe también, lo mismo que el gobierno. “Tengo muy claro que en cualquier momento me puede pasar algo y trato de estar dispuesto y tranquilo, con paciencia. Cuando alguien lucha por la paz tiene que ofrendar la vida”, —se le oye decir en un documental sobre su vida y obra, realizado en 2022, por Carlota Internacional—, mientras se ciñe al cuerpo el alba con una faja gruesa, antes de echarse encima una casulla verde, para oficiar misa. El religioso, nacido el 17 de enero de 1974 en el barrio Chichelalhó, municipio San Andrés Larráinzar, había sido amenazado de muerte en múltiples ocasiones por tratar de encontrar la paz en diversos conflictos entre comunidades y entre éstas y mineras y grupos de delincuentes que operan en la zona. Lo tenían amenazado incluso gente a quien ayudó. El cura, hijo del mayordomo de la iglesia de San Andrés, decía: “La impunidad es lo que genera la violencia. Y precisamente en Chiapas lo que hay es mucha violencia, porque hay intereses de por medio”. Así las cosas.
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