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Xalapa, Ver.-
Era la noche del 22 de agosto de 2010 cuando sujetos fuertemente armados interceptaron las camionetas en las que viajaba un grupo de migrantes de Centro y Sudamérica. Los criminales se identificaron como miembros de Los Zetas y les ofrecieron “trabajo”, al negarse los viajeros cada uno obtuvieron un tiro en la cabeza: 58 hombres y 14 mujeres fueron las víctimas de la Masacre de San Fernando, Tamaulipas. Los Zetas necesitaban nuevos reclutas para pelear con sus exaliados, por ello se presume que recurrieron al secuestro de migrantes para obligarlos a sumarse a sus filas. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en un video narra el crimen atroz cometido contra 72 migrantes. Cuando los bajaron de las camionetas les ataron las manos y los llevaron hasta una bodega abandonada en el ejido El Huizachal; ahí les pidieron dinero, pero después de kilómetros de recorrido nadie traía; les ofrecieron “trabajo”, pero se negaron. Un ecuatoriano que sobrevivió a la Masacre de San Fernando dice que solo recuerda los disparos y suplicas, él fingió estar muerto hasta que Los Zetas se fueron. “A las víctimas, 58 hombres y 14 mujeres de Centro y Sudamérica, se les asesinó por la espalda y sus cuerpos fueron posteriormente apilados y abandonados a la intemperie”. Fredy Noé, ambos sobrevivientes caminaron varios kilómetros hasta separarse para buscar ayuda, siendo el primero logró dar aviso a personal de la Secretaría de Marina. La CNDH relata que “Para las familias de las víctimas, la responsabilidad del Estado mexicano en la prevención de los hechos es evidente, sobre todo si se tiene en cuenta que la CNDH ya había advertido en un informe sobre la grave situación de secuestro de migrantes”. El video de la CNDH es acompañado por imágenes como la colocación de un memorial en el Paseo de la Reforma: un monumento con el número 72, por el número de víctimas. A 14 años de la masacre, familiares de las víctimas y organismos civiles que les han apoyado recordaron que está pendiente la reparación integral a las víctimas y que en tres sexenios -incluyendo el actual- sólo ha habido “promesas incumplidas”.
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