XALAPA.- En medio de la vorágine del proceso electoral, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, se vio envuelto en una situación ridícula al salir en defensa de Rocío Nahle García, candidata a la gubernatura por la coalición Sigamos Haciendo Historia en Veracruz. Pero lo que pretendía ser un acto de apoyo, terminó convirtiéndose en una situación cómica y absurda. Hay que recordar que todo comenzó con las acusaciones sobre presuntas propiedades millonarias que posee Maribel Peña Hoyos, sobrina de Nahle García, en la exclusiva zona residencial de El Dorado, en Boca del Río. El empresario Arturo Castagne Couturier fue quien dio a conocer esta información, desatando una ola de controversia y especulaciones. Al ser cuestionado sobre estas acusaciones, García Jiménez no duda en defender a su candidata protegida, calificando la información como "falsa" y sugiriendo que la fuente de la misma no era confiable; sin embargo, sus argumentos fueron recibidos con burlas por parte de la opinión pública, que no tardó en señalar la ironía de sus palabras. Y es que resulta grotesco ver al gobernador tratando de desacreditar las acusaciones con argumentos débiles y evasivas, mientras simultáneamente afirmaba que Nahle podría denunciar a quienes la difamaron. Ya comenzó con las amenazas y la persecución a opositores. Pero la contradicción entre sus palabras y la veracidad de las acusaciones evidencia su burdo intento por desviar la atención del tema. La intervención de Cuitláhuac García en este asunto sólo logró aumentar el ridículo y el escarnio público en torno a las acusaciones contra Rocío Nahle, ya que no tienen argumentos sólidos para desmentirlas. En lugar de defenderla de manera efectiva, terminó convirtiéndose en el blanco de las críticas y las burlas, evidenciando su falta de habilidad política. Por cierto, es cuanto menos sintomático que los dos peores gobernadores de la historia de Veracruz, Javier Duarte y Cuitláhuac García, se hayan unido para conformar un bloque indirecto en defensa de la zacatecana. Dicen voces con información que dentro del cuarto de guerra de Nahle tienen “pánico”; sobre todo, ante la titánica labor que les espera para justificar la defensa de estos peculiares personajes. Como dice el dicho, “mejor no me ayudes, compadre”.
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