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.- Cifras de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) indican que en 2016 había 9.6 millones de personas de 65 años y más (que representa 8 por ciento de la población total). De ese, 2.9 millones (31 por ciento ) tuvieron ingresos de una pensión contributiva –1.2 millones de mujeres (23 por ciento ) y 1.8 millones de hombres (40 por ciento ) – a través de los institutos de seguridad social como el IMSS, ISSSTE u organizaciones como ISSFAM, PEMEX, entre otras, pero lo grave es que en México 2.5 millones de adultos mayores de 65 años no cuentan con una pensión, es decir el 26 por ciento de ese segmento de la población, por lo que se ven obligados a trabajar para cubrir sus necesidades o dependen del dinero que reciben de familiares y de otros ingresos, destacó la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar). Los adultos mayores que son beneficiarios de una pensión contributiva reciben, en promedio, un monto de 5 mil 128 pesos mensuales en el caso de las mujeres y 6 mil 602 pesos en hombres, mientras que las personas (hombres y mujeres) con una pensión no contributiva reciben, cerca de 600 pesos al mes, según estimaciones de la Comisión Nacional para el Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar). En el país, el sistema de pensiones se integra por distintos pilares, uno contributivo ligado al empleo en el sector formal de la economía que se alimenta de aportaciones tripartitas (patrón, gobierno y trabajador), y otro no contributivo no ligado al empleo y que se financia a través de impuestos generales. La ENIGH refiere que para 2016, 4.7 millones (49 por ciento ) de adultos mayores recibían ingresos por pensiones no contributivas, es decir, beneficios sociales a adultos mayores como el Programa 65 y más o programas asistenciales estatales y municipales. México tiene una baja cobertura de pensión contributiva –23 por ciento mujeres y 40 por ciento hombres–, la cual ha sido atendida a través del crecimiento en los últimos años de la cobertura de programas asistenciales no contributivos de combate a la pobreza en la vejez –actualmente con cobertura de 53 en mujeres y 43 por ciento en hombres. La Consar reconoce que el problema de la baja cobertura es exógeno al tipo de arreglo pensionario: beneficio definido o contribución definida. Actualmente, 26 por ciento de los adultos mayores reporta no tener ingresos por pensión contributiva ni por programas asistenciales. Por su parte, las pensiones contributivas están concentradas en las personas con características asociadas a mejores indicadores de bienestar y calidad de vida. Además, las pensiones contributivas están sesgadas a hombres, personas con mayor nivel educativo, afiliadas a sistemas de salud institucional, con vivienda propia, de zonas urbanas y del norte-centro de la República. A su vez, las pensiones no contributivas se concentran en mujeres, adultos mayores de 80 años, personas que siguen trabajando, personas de baja escolaridad, afiliados a servicios de salud del Seguro Popular, del sur-centro del país. Explica que la baja cobertura pensionaria en México –que ha sido parcialmente cubierta con programas asistenciales no contributivos de combate a la pobreza en la vejez– tiene su origen, entre otras razones, al vínculo del empleo formal y el derecho a la seguridad social, los altos niveles de informalidad, el desinterés por la seguridad social pensionaria y los requisitos para la obtención de una pensión contributiva. El estudio señala que los hogares con adultos mayores tienen mayor porcentaje de gasto en alimentos, hogar, salud y vivienda; mientras que el porcentaje es menor en educación y esparcimiento, transporte y vestido. En tanto, los hogares con adultos mayores y pensión contributiva tienen mayor porcentaje de gasto en vivienda, mientras que los hogares con adultos mayores y pensión no contributiva tienen un mayor gasto porcentual en salud y hogar.
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