En el ámbito marítimo durante los tiempos románticos, heroicos, de los barcos de vela, se tenían una serie de componentes para mantener el buque a rumbo, lo más delicado que calificaba a un buen marino y navegante, saber maniobrar, aprovechar el viento dominante mediante el manipuleo de los componentes que permitían a la embarcación cumplir su derrota, mantener el rumbo para llegar al destino programado, al conjunto de elementos que daban impulso a la embarcación se les denomina arboladura, la integran los palos o mástiles, el conjunto de cabos (reatas para los rancheros), unos fijos y otros móviles, son la jarcia firme y la de labor, lo que realmente hace las veces de motor, impulsor del barco, el velamen. Una urdimbre asombrosa, cada una con su nombre, un buen marino se sabe más de 500 términos marineros.
Siendo la arboladura el elemento propulsor, su buen manejo permite a un velero de alto porte cumplir itinerario en tiempo lo más breve posible, un arte de muy delicado manejo, es navegar contra el viento, suena imposible pero del buen manejo de la arboladura se logra la técnica de barloventear, si la arboladura se desarregla, se rompe por un mal tiempo, mal manejo o en una batalla, el barco desarbola y pierde rumbo, quedando a merced de circunstancias fortuitas, que el marino ya no puede controlar, un barco desarbolado es un juguete a merced de los vientos reinantes, se pierde rumbo y el buque no cumple su trayectoria.
Lo que estamos sufriendo en estos tiempos es un país desarbolado, un temporal que no se supo capear, controlar, dañó seriamente la arboladura, estamos con los mástiles rotos, el velamen desgarrado, los cabos o jarcia enredada y sin poderse aclarar, en fin, todo un desorden y sin un capitán que bien maneje el temporal, estando el buque sin un capitán hábil para capear los malos tiempos, el buque navega sin rumbo, los segundos de a bordo abusan de la impericia del capitán y abandonan sus tareas, todo perdido por causa del mal capitán, no supo a tiempo manejar la jarcia para mantener el barco a rumbo, estamos a punto del naufragio y nadie sabe qué hacer.
Los segundos de a bordo que debieran ser los operadores del sistema direccional, son tan torpes como su capitán, no saben qué hacer para mantener el rumbo adecuado y los pasajeros, cuando hay a bordo, sufren espantados al ver que el capitán es torpe para dirigir.
Los mexicanos estamos espantados, al no tener el mando idóneo para mantener rumbo preciso, el espanto y temor por lo inesperado se apodera de los sentimientos, los tripulantes imitan al capitán, actúan con torpeza y todo se lo está llevando la trifulca, la nave está al borde del naufragio, tiempo es de abandonarla, buscar otro buque que de salvamento a sus vidas y haciendas, lo que se tiene es derrota total, naufragio por estar el buque desarbolado, sin control, con rumbo caprichoso ante los malos tiempos. ¡AGUAS!
Agosto 24 del 2020 lmwolf1932@gmail.com Luis Martínez Wolf |
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