NO, DEFINITIVAMENTE ni el “guácala” ni el “fuchi” ni el amenazar a delincuentes con denunciarlos ante sus abuelos o papas está dando resultados en el combate a la delincuencia, y por lo visto, ni siquiera los programas sociales clientelares del Gobierno Federal mediante los que regala dinero a jóvenes que ni estudian ni trabajan, a muchachos que están aprendiendo un oficio o campesinos a quienes prometen apoyar para que dejen de sembrar amapola y otras drogas y se incorporen a la producción de alimentos básicos –porque, de acuerdo a los amapoleros de Guerrero, el compromiso ha sido un fiasco luego de que en Junio les notificaron el plan, pero hasta ahora no han recibido un solo peso para dedicarse a otras siembras-. Pareciera que en México se está especulando con las promesas, y ya son tantas que cumplirlas se ha tornado imposible para las administraciones en funciones, sean Federal o Estatales, ya que la inseguridad y violencia, lejos de amainar sigue estremeciendo a la sociedad, porque de otra manera no puede percibirse el brutal asesinato de 14 policías Estatales masacrados la mañana del lunes en el municipio de Aguililla, Michoacán, cuando los agentes policiales se encontraban en la localidad de El Aguaje. La versión oficial indica que civiles armados dispararon en su contra, lo que permite deducir que el armamento que utiliza la delincuencia es superior al de los guardianes del orden, por una parte y, por la otra, que los jóvenes, pese a la versión y apoyo presidencial siguen ocupándose de los quehaceres del crimen, ya que la mayoría de tiradores eran personas no mayores de 30 años, algunos, incluso, apenas alcanzaban la mayoría de edad.
EL DOMINGO, movidos por la curiosidad y los comentarios de amigos y conocidos, acudimos a una sala cinematográfica para presenciar la película “El Guason” -interpretada por el puertorriqueño Joaquín Rafael Phoenix (Joaquín Rafael Bottom), de quien teníamos buen sabor de boca tras la interpretación del Emperador Cómodo en la película Gladiador con otro grande como Russell Crowe en el papel principal-, y vaya que el guion no es decepcionante, porque refleja la descomposición social que se vive en muchas naciones del mundo, a la que no es ajena México donde muchos padres no reconocen a hijos fuera de matrimonio y, peor aún, los maltratan y ofenden como ocurrió con Arthur Fleck, ignorado por la sociedad en la que vive, lo que le orilla a convertirse en un genio del crimen y del caos en ciudad Gótica. Y aunque pareciera solo un buen argumento, la realidad supera esa fantasía: pobreza, engaños, utilización de conciencias para fines personales, explotación, corrupción que se combate en las grandes esferas pero no abajó, como son las policías municipales y Estatales e, incluso, en el ámbito Federal, ha motivado que se acrecienten odios hacía quienes deberían representar la seguridad y el orden.
EN MICHOACAN como en Veracruz y muchas otras Entidades que integran la decena de Estados más violentos del País, entre los que destacan Tabasco, Baja California, Sonora, Aguascalientes, Morelos, Tlaxcala, Jalisco y Puebla, seguramente hay muchos “guasones” cuyo rencor tiene orígenes en la familia –pues muchos niños y niñas han sido objeto de violencia física o sexual que los marca de por vida-, pero también en una sociedad que promete mejorarles sus condiciones en un momento determinado de los gobernantes, pero el compromiso queda solo en eso. Porque vea usted: hace trece años uno de cada tres desempleados tenía estudios de nivel medio superior o superior en el País. Hoy es la mitad, y de seguir la tendencia faltará poco para que la población más preparada sea mayoría en las filas del desempleo. De hecho, según estudios recientes del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), en 13 estados del país esto ya es una realidad. Se trata de Chiapas, Guerrero, Ciudad de México, Campeche, Quintana Roo, Morelos, Yucatán, Tabasco, Tamaulipas, Puebla, Tlaxcala y Veracruz. Y la pregunta es: ¿si los profesionistas no tienen trabajo, que se espera de quienes carecen de estudios?.
EL INSTITUTO alerta de las consecuencias de continuar con esa tendencia, ya que la educación deja de considerarse un factor de movilidad e inclusión social, generándose incentivos perversos para abandonar el sistema educativo e incorporarse a la economía informal o ilegal por considerarse más rentable. Y es que un País es tan fuerte como la fuerza con la que la sociedad crea las expectativas; cuando cree que estudiando se avanza, y es muy débil cuando sabe que solo avanza el que transa, o el que acepta las ofertas de la delincuencia de avanzar en la escala social mediante el enriquecimiento pronto, aunque en ello vaya el riesgo de perder la vida o terminar encarcelado, ya que de otra forma será unos más de los desposeídos (como el Guasón) que jamás tendrán nada que ofrecerse ni brindar a la familia, y eso va carcomiendo la ética y la moral de la sociedad. Muchos jóvenes piensan –porque lo han vivido- que su título universitario no les garantiza una inserción inmediata en el mercado laboral como sus padres se lo habían dicho o como sí sucedía algunas décadas atrás.
SIN DUDA, enfrentamos una descomposición social alentada desde las propias instancias de Gobierno, ya que regalar dinero no es solucionar los problemas que enfrentan los jóvenes o campesinos. Es necesario alentar la creación de empleos duraderos y bien pagados mediante la inversión pública y privada que en el País se encuentra en picada. La juventud, pese a lo que diga la Federación y el Estado no está siendo rescatada, y ello les convierte en carne de cañón para una delincuencia que tiene a la mano los recursos y sabe cómo usarlos, a diferencia de los Gobiernos que se preocupan más por ahorrar que por crear las condiciones necesarias para que aterricen capitales tanto locales como foráneos. En Michoacán han muerto masacrados 14 policías Estatales, y las autoridades federales, tras condenar los hechos acotan con presunción; “nos encontramos en comunicación y ponemos a disposición del gobierno del Estado todos nuestros recursos humanos y tecnológicos para dar con los agresores y llevarlos ante la justicia”, algo que no sucede en ninguna parte, incluido Veracruz donde los asesinatos de jefes policiacos están a la orden del día sin que se haya esclarecido uno solo de esos crímenes.
URGE, SIN duda, dejar a un lado las presunciones de que con “amor y paz” se convencerá a la delincuencia de que deponga las armas, o con un “fuchi” o “guácala” los transgresores se rindan y vayan como corderos a la cárcel. Eso no va a suceder, porque, insistimos, somos una sociedad descompuesta que no respeta a los “guasones”, por el contrario, los usa engañándoles con unos pesos para asegurar la consecución del poder por los siglos de los siglos. El asunto es serio, y Veracruz sigue dando muestras de violencia imparable contra taxistas o empresarios que no pagan el derecho de piso, como ocurrió esta madrugada en Tihuatlán, donde 3 personas fueron acribillas y una jovencita resultó herida. Así las cosas. OPINA carjesus30@hotmail.com
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