ES CURIOSO, pero los principales –y más enconados- enemigos del Partido Revolucionario Institucional en redes sociales, actualmente, son priistas que en el pasado reciente fueron beneficiarios de ese partido o, en el peor de los casos, priistas, también, a quienes se les negó algún ascenso o mejoras salariales; individuos que, sin embargo, vivieron del PRI y obtuvieron sustanciales ganancias como viviendas, viajes, autos, trabajo –para ellos y su descendencia-, pero que al no alcanzar sus objetivos o lograr reacomodos en el nuevo gobierno o ser indultado por éste, entre otros ex funcionarios de Javier Duarte perdonados por obra y gracia de la delación o la coadyuvancia para hundir un poco más la daga a quienes, ahora, son despreciables, se volvieron contra el instituto del que antes se enorgullecían. Llama la atención que esos sujetos que gozaron durante muchos años de empleos y beneficios emanados del “tricolor” no hayan denunciado en tiempo y forma, y ahora se vuelvan contra ese partido y lo coloquen en el banquillo de los acusados sin mediar conductas o personas: “todos, absolutamente, todos los militantes sin excepción son corruptos”, gritan a voz en pecho, y como la ingratitud no tiene memoria, se sienten como la muchedumbre que acudía ante Juan el Bautista en el Río Jordán para ser bautizados y, por ende, perdonados. Algunos ya son adoradores del afamado mesías tropical, y al haberse inscrito en el Movimiento de Regeneración Nacional o por el solo hecho de declararse simpatizantes o seguidores, ya se sienten inmaculados y preparados para una nueva aventura que traicionarán si perciben, como las ratas, que el barco se hunde. Son individuos –hombres y mujeres- sin formación, convicción ni decoro, amargados por naturaleza, capaz de traicionarse a sí mismos en aras de subsistir, y acaso por ello, al interior del priismo deberían sentirse satisfechos de que se han ido, pues siempre habrían sido un daño constante y permanente para ese partido.
EN ESTE espacio hemos abordado el fenómeno de la traición que se da en todos los ámbitos de la vida, y es algo que en política suele ser común. Ahora se sabe, por ejemplo, que entre 2017 y lo que va de este año, 26 Senadores abandonaron al partido que los llevó a una curul en la Cámara Alta del Congreso –y lo mismo sucedió con infinidad de diputados Federales-, al no ser tomados en cuenta para el siguiente cargo o elección inmediata, para sumarse a favor de quien consideran que ganará la Presidencia de la República en Julio o, en el peor de los casos, porque llevan inmerso en la sangre el sino de la traición. Son acomodaticios por naturaleza, sin oficio ni formación política, y así como fueron acogidos a conveniencia por un nuevo partido lo abandonarán si no les cumplen sus ambiciones personales.
Y ES que en México no hay cultura política y los partidos han dejado a un lado sus centros o talleres de capacitación y adoctrinamiento, pues queda claro que no es posible intentar formar políticamente a personas cuando los formadores no permiten la crítica interna, y en ese tenor, no puede existir política genuina si no se permite el espíritu crítico, si se restringe la libre expresión y se condiciona la expansión del ser, y al no haber formación, no existe el sentido de pertenencia. Alguna vez comentamos en cierta conferencia a la que fuimos invitados que en México se podría convocar al azar a 50 panistas, 50 priistas, 50 perredistas, el mismo número de morenistas y así, sucesivamente, a todos los istas y someterlos a un examen en torno a documentos básicos, principios de acción y estatutos de sus respectivos partidos, y seguramente, todos, o casi todos reprobarían, porque para ser miembro de un instituto político solo se requiere, actualmente, afiliarse o, en el mejor de los casos, tener un grupo u organización y ofrecerlo como tributo. No se necesita el mínimo conocimiento de la esencia básica política de un partido para militar en él, y en ese sentido, cuando te cansas o ya no te conviene, simple y llanamente recoges tus canitas para ofrecerlas al mejor postor, porque no hay ni nunca hubo identidad o compromiso.
Y SI conocer estatutos, documentos básicos y principios de acción del partido en el que militas debería ser una condicionante, más lo sería si se tuviera un conocimiento básico de la esencia ideológica del resto de los institutos, porque ello te permitiría saber en dónde quieres estar y la camiseta que deseas calzar, aunque tal cosa sería imposible en una sociedad que mayoritariamente le da pereza leer, sobre todo si se trata de política, el oficio que, en teoría, según dicen, es el que más les apasiona. Y es que muchos jóvenes –y adultos- creen que ser político es militar en un partido o tener un cargo público en Gobierno, cuando, estrictamente, es la ciencia social que estudia el poder público o Estado, promoviendo la participación ciudadana al poseer la capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para garantizar el bien común, con un detalle: es el arte, doctrina u opinión referente al gobierno a partir de estudios profundos y no de improvisaciones.
POR ELLO no extraña que los impensados, los que desconocen el espíritu del PRI, juzguen frívolamente a ese partido, como ex panistas juzgan al PAN, ex perredistas al PRD y así, sucesivamente, sin tener conocimiento de causa, repitiendo lo que se ha tornado en moda, aunque los resultados de los nuevos Gobiernos no estén siendo lo que esperaban. De todas formas, dice el escritor español, Pedro Pablo G. May “la traición no constituye un vicio o un defecto en sí misma, sino más bien una vía o una herramienta para poner en práctica el vicio que anima a quien la comete. Uno no es traidor sin motivo, sino que actúa por soberbia, por avaricia, por lujuria, por venganza. No estamos, pues, ante un hecho sustantivo, sino ante un verbo, una forma de actuar del ser humano que, además, ni siquiera ha inventado él sino que ha copiado de la divinidad, ya que las antiguas mitologías están plagadas de traiciones, aunque el, también, español e inmortal Lope Félix de Vega Carpio (Lope de Vega) sentencia en un fragmento de su obra para teatro: “La prueba de los amigos”: “Quien paga amor con traición, ladrón es; digo que sí. Quien niega deudas tan claras
y no paga el beneficio, ¿de ser ladrón no da indicio?. Pues, ladrón, ¿en qué reparas?. Vete, que lo juro y digo que en ésta y toda ocasión, sustentaré que es ladrón quien es traidor al amigo”. Así de simple mi querido Ricardo Anaya y ex duartistas. OPINA carjjesus30@hotmail.com
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