Ayer mismo en una tienda orizabeña, entré a comprar unos aguacates, de mi tío el hass que no sabe que es mi tío. La empleada los pesó y volteó a verme con asombro, como si tuviera casa en Houston del petrolero Baker Hugues, pidiendo permiso si me los llevaba o dejaba. “Son 80 pesos”, me dijo preguntando. Eran solo cuatro aguacates, o sea cada uno costaba 20 pesotes, casi un dólar americano. El kilo estaba a 92 pesos. Me los llevó, porque soy como los gringos en el Súper Bowl, no puedo vivir sin el aguacate o el guacamole con chile y cebollita picada. El valor del aguacate hass de tamaño medio al por mayor llegó a US $85 la caja de 25 libras (11.3 kilos) el precio más alto en esta época del año desde que se llevan registros (unos 15 años). Los gringos se zamparon entre el juego y el medio tiempo, viendo a los raperos, 140 mil toneladas de guacamole, unas chelas y quizá unos tequilas. Algo ocurrió en esa tierra michoacana donde una mañana de la semana pasada los americanos le hicieron un boicot al aguacate, y eso es como matar la gallina de los huevos de oro. Va la historia cómo la supe. Sucede que agricultura americana, tiene supervisores que dan el visto bueno a los arboles aguacateros y van y entregan los certificados, para que se puedan exportar a Estados Unidos. Unos poblanos quisieron hacer trampa y utilizar los permisos michoacanos y, sucede que le enviaron una amenaza telefónica al supervisor, que reportó a Estados Unidos y se fue en el primer ADO que encontró. Con los carteles no se juega, más en esa zona invadida por ellos. No quieren otro caso Kiki Camarena, aquel agente de la DEA que, a su muerte, Manuel Bartlett no ha podido visitar Disneylandia desde entonces. La delincuencia está metida en todo ese merequetengue.
EL AGUACATE EN LA CONQUISTA
Doloroso porque son millones de dólares, los que a diario no se podrán vender, mientras imperen los abrazos y no balazos. La Guardia Nacional ya entró en esa zona a quitar minas, porque ahora han minado los campos aguacateros, para que paguen una cuota. Y me fui a ver el origen del aguacate y, como lo sospechaba, sucede que el aguacate tiene su palabra en el origen náhuatl, es una fruta cien por ciento mexicana, aquí se dio y de aquí se parió al mundo, aunque ahora haya países que lo siembren. Aguacate es la adaptación al español de la voz ahuacatl, del náhuatl, lengua en la que significa ‘fruto del aguacate’ y ‘testículo’. La homonimia no necesita explicaciones. Cuenta Bernal Díaz del Castillo, que mucho antes que AMLO se enojara y nos pidiera hacer una pausa con España (yo no la puedo hacer, porque tienen al Real Madrid boca abajo, la pandilla del PSG de Messi y MBappe y Neymar, lo siento, presidente), Hernán Cortés vio a los mexicas hacerse un taco con tortilla de maíz y aguacate y cebollita y pidió le convidaran, cuando la probó dejó la fabada y la paella y morcilla y comenzó a tragar aguacate mexicano, por eso el Rey no pide perdón a los mexicanos, México le legó al mundo el aguacate y España nos trajo, en aquel encuentro entre dos mundos gastronómicos: melón, naranja, limones, plátano (sin albur, presidente), alcachofas, azafrán para la paella, rábano, chícharo, betabel y pepino, y varias cosas más, como arroz, garbanzo, lentejas y habas. En animales: cabras, cerdos, gallinas, ovejas y el caballo, que cuando los vieron montar arriba de ellos creían que eran Centauros, criaturas con la cabeza, brazos y el torso humano y el cuerpo y las patas de un caballo. El origen del aguacate, y ya con esta me despido, es mexicano, la evidencia más antigua, según Google, del consumo de esta fruta data de 10 mil años A.C. y fue encontrada en una cueva localizada en Coxcatlán, Puebla. Es considerado el aguacate mexicano como el mejor del mundo.
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