Una buena parte del país se rasgó las vestiduras en las redes sociales, y uno que otro noticiero nacional porque, sucede que las atletas olímpicas de Softbol alguien aseguraba que habían dejado sus uniformes oficiales en el hotel, abandonados, como se abandonan los zapatos viejos, diría Joaquín Sabina, porque venían muy cargadas en las maletas. De apátridas no las bajaron muchos nacionalistas chafas y culeids. Las aerolíneas ya sabemos que tienen un peso permitido por maleta, algunas te dejan llevar 25 kilos y otras un poco más. Si necesitas más maletas, hay que pagar, que para eso se inventó ese negocio. Todos hemos sido víctimas, cuando viajamos, de pasarse alguna vez en peso de maleta, y ahí lo tenéis a uno sacando los calzones y zapatos y los tiliches, para pasarlos a otra maleta o llevarlos en la mano. Eso solo me ocurrió una vez, ya luego me compré mi pesa portátil o la pido prestada en los hoteles y checo mi capacidad. Eso no tendría la mayor importancia, diría Arturo de Córdova. El nacionalismo brotó, porque la mayoría de las jugadoras son americanas nacidas de mexicanos, y Ciro Gómez Leyva tuvo que sacar los datos de lo que nos depositan año con año, unos 40 mil millones de dólares, en trasferencias bancarias de gente que allá trabaja, padres o tíos de estas muchachas, y eso hay que agradecerlo siempre, porque en esta pandemia, sin ese dinero que llegó de Estados Unidos, quien sabe dónde andaríamos.
Lo que hay que discutir en estas olimpiadas, es qué dirá Ana Guevara, la mujer grilla de la 4T al frente del deporte, de los pocos y malos resultados que llegan sin medallas. Eso debe explicar, no andar vetando a figuras como Paola Espinosa, la campeona clavadista que se quedó en la orilla del rio, después de haber competido en cuatro olimpiadas.
Ana Guevara, es una especie de funcionaria similar a Sanjuana Martínez, la directora de Notimex, que llegaron antorchadas de grandes títulos, Ana Guevara en olímpicos y competiciones mundiales, y la periodista como una buena periodista, pero chafísima directora y compañera de los reporteros. Las dos hacen agua.
Ana Guevara puede tener varias salidas.
Una: Echarle la culpa a los neoliberales, que le heredaron eso, o al Covid, que la pandemia no permitió entrenar bien.
Dos: Renunciar con dignidad, al regreso, y dejar que entre allí alguien que no vaya a grillar, aunque siempre hay grilla.
Tres: Decir que, cuando vaticinó que México llegaría con 10 medallas olímpicas, decir que ella tenía otros datos.
Con eso.
EL SUFRIMIENTO OLIMPICO
Netflix puso como reestreno, un documental que ya llevaba varios años de ser visto, uno o dos. Es la triste historia sobre las gimnastas víctimas de los abusos del doctor Larry Nassar de la Federación de Gimnasia de EE. UU., y los periodistas que destaparon su cultura tóxica. Con la gimnasta Maggie Nichols, la medallista olímpica Jamie Dantzscher y la exgimnasta Rachael Denhollander. También aparece la chiquilla que se convirtió en una revelación mundial y apenas hace dos días, cansada de la presión mental, dijo al mundo que ya no aguantaba, la estrella de la gimnasia Simone Biles, ahora de 24 años de edad y que aparece en ese documental del médico depredador. Nassar se declaró culpable de cargos federales de pornografía infantil y fue sentenciado a 60 años en prisión en diciembre de 2017. Además se declaró culpable de siete cargos de conducta sexual criminal en el condado de Michigan y fue sentenciado a entre 40 y 175 años de prisión hace dos semanas. Vale la pena recordar esa historia, sobre todo ayer que diario El Mundo de España, escribió una bella nota de esa chica de color, que se convirtió en la número uno del mundo.
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