De Veracruz al mundo
2019-11-23 / 10:56:34
La guerra: Evo, AMLO, el golpe y el asilo


Alfredo Poblete Dolores



Cada esfuerzo que realiza el gobierno federal por mejorar condiciones políticas, sociales o económicas es descalificado con mezquindades o atacado burdamente. Los antagonistas a los planes y programas de la 4T —en los hechos— defienden los abusos, la corrupción y los privilegios. En esencia, escudan y patrocinan la dependencia energética, el sometimiento financiero y la observancia vergonzosa de cualquier mandato proveniente del exterior.



Ahora critican y se enfurecen por el asilo otorgado al presidente boliviano Evo Morales. Los opositores al alberge son los mismos que se opusieron —en 1934— a la llegada de los refugiados españoles. Los Ibéricos venían huyendo del dictador y asesino Francisco Franco. Tampoco les gustó que nuestro país permitiera la llegada de chilenos (1973) y argentinos (1976) que también huían de los dictadores —golpistas y sanguinarios— Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla respectivamente. El presidente Lázaro Cárdenas rompió relaciones diplomáticas y comerciales con el gobierno de Francisco Franco; los presidentes Luís Echeverría y José López Portillo hicieron lo propio con los usurpadores de Chile y Argentina.



Evo Morales presentó su renuncia (11-11-2019) a la asamblea legislativa plurinacional de Bolivia. Lo hizo después de casi 14 años en la presidencia. En su carta renuncia señaló que lo hacía por el golpe cívico, político y policial que se desarrollaba. La asamblea legislativa no se ha pronunciado sobre la dimisión. Legalmente Evo sigue siendo presidente de su país hasta enero de 2020 y presidente electo, en primera vuelta, en espera de la segunda vuelta electoral.



Hoy la derecha mexicana reconoce a Juan Guaidó autoproclamado presidente en Venezuela. Haciendo la aclaración que Nicolás Maduro Moros actual mandatario —después de la muerte de Hugo Chávez— ha ganado dos elecciones presidenciales en su país. Fue, a pesar de sus victorias electorales, desconocido por la OEA —organismo patrocinado por EEUU y que responde a sus intereses— y una veintena de países europeos que sacan provechos y beneficios de aquel territorio. También reconocen a la abogada Jeanine Áñez Chávez quien, después del golpe de estado contra Evo Morales — violando todo marco normativo que regula la sucesión presidencial de ese país— fue impuesta por los militares golpistas y una tercera parte de los miembros del parlamento boliviano. Lo que hay detrás de esas asonadas —una en proceso y la otra consumada— es la voracidad gringa por el petróleo venezolano y el litio boliviano. Amén de otras riquezas naturales que poseen esos países sudamericanos.



Es conveniente señalarles —a los críticos torpes y adversarios ignorantes— que la decisión presidencial de cobijar al presidente boliviano es un gesto humanitario que está soportada por el espíritu y los principios constitucionales de México y respaldada por tratados internacionales que nuestro país ha suscrito. Remóntense y lean lo plasmado en los convenios sobre asilo firmados por Emilio Portes Gil en la Habana, Cuba el 20 de febrero de 1928 y los acuerdos, sobre el tema, rubricados en Venezuela, por Adolfo Ruíz Cortines el 28 de marzo de 1954.



En uno de los apartados del artículo 11 de nuestra Carta Magna dice: “En caso de persecución, por motivos de orden público, toda persona tiene derecho de solicitar asilo, por causas de carácter humanitario se recibirá refugio. La Ley regulará sus procedencias y excepciones.” Es motivo de orgullo la treintena de palabras plasmadas en la constitución que definen parte de



nuestra relación con el mundo. Con su aplicación sin cortapisa, México se vincula en el ámbito internacional con dignidad y el decoro.



Es necesario recalcar que el albergue diplomático no tiene nada que ver con simpatías o alianzas políticas de AMLO con el asilado boliviano. Los conservadores y fascistas mexicanos para reprobar al gobierno de nuestro país muestran airado repudio —con tintes racistas— al presidente indígena y —con rasgos clasistas— al presidente humanista. A uno lo acusan de dictador, tirano y fraudulento; al otro —según Ricardo Pascoe ex embajador de México en Cuba 2000-2002— de inepto, torpe y desinformado en asuntos de política exterior. Provoca tristeza y repugnancia tanta ignorancia e insolencia de los opositores mexicanos.



Las mentes escindidas, como la de la señora Áñez Chávez —y las élites conservadoras de México— pregonan discursos que van en sentido contrario a los pensamientos y creencias que anidan en sus cerebros. Hablan de democracia y se apropian de los poderes constituidos utilizando —en sus golpes de estado— la violencia y la fuerza propias de las dictaduras; hablan de legalidad y enarbolan la biblia como instrumento para gobernar a su pueblo; hablan de pacificar a su país y torturan o masacran a sus opositores; hablan de libertad y encarcelan a quien no está de acuerdo con ellos. Fingen y simulan lo que no son. Se avergüenzan de su pasado mestizo o criollo —detestan la Pachamama o culto y respeto a la madre tierra— y se sienten descendientes, en línea directa, de Adán y Eva o de la nobleza europea. En otras palabras, son de pensamiento esquizoide, entrañas ambiciosas y espíritu mezquino.



Los racistas y ultraconservadores bolivianos no le perdonan al presidente Evo Morales que, siendo indígena, haya tenido mayores logros —que todos sus agringados antecesores— en economía, salud, educación, empleos y bienestar para los más desprotegidos; los enfurece que los originarios de Bolivia —que representan la mayoría de la población— hayan recobrado dignidad y mejoras sustanciales en su calidad de vida. Los beneficios y corolarios obtenidos, por Evo, fueron reconocidos —muy a su pesar— por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La gestión de Evo fue considerada en el mundo como el “milagro boliviano” por los resultados conseguidos en el ámbito económico. Del 2006 al 2019 el crecimiento anual promedio —de acuerdo a la CEPAL— fue de 4.9% y, en lo social, disminuyó la pobreza de 38.2% a 16.8% y el analfabetismo se redujo de 13.4% a 2.4%.



Tres hechos retratan de cuerpo entero a los golpistas: el perfil dictatorial al exigir que el gobierno mexicano obligue a Evo Morales a silenciarse y —con esa medida— violenten su derecho humano a la libre expresión; la ignorancia de los represores bolivianos al esgrimir —para acallar al presidente Evo— se aplique el tratado sobre asilo y refugio político de Uruguay, firmado en 1939, que México no rubricó. Lo más grave —del retrato— es el decreto expedido (15-11-2019) por la “presidenta” Áñez que dice: “el personal de las fuerzas armadas que participe en los operativos para el restablecimiento del orden interno y estabilidad pública estará exento de responsabilidad penal cuando, en cumplimiento de sus funciones, actúen en legítima defensa o estado de necesidad.” El precepto represor y atroz significa literalmente autorizar a los militares y policías asesinar a los opositores al actual régimen.



El presidente López Obrador tiene, sin lugar a dudas, el respaldo y aprobación de la mayoría de mexicanos para que siga aplicando, irrestrictamente, el artículo 11 de la Carta Magna. alfredopoblete@hotmail.com

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