Dos preguntas puntuales se atoraron en mi neurona. En lo que va del proceso electoral, sobre todo cuando se dan a conocer los resultados de las encuestas, me invade la impresión de que son muchos los que aun desconfían de la democracia. Percibo una suerte de temor a que el orden social se desestabilice si no gana su candidato (a). La duda puede ser razonable, incluso la suspicacia. Los tiempos electorales son densos e intensos. Lo que es peligroso es que éstas se transformen en una franca intolerancia anticipada. No se puede despreciar la voluntad popular sólo porque no coincida con la nuestra. Son tiempos para defender nuestra democracia, no para menospreciarla.
La segunda pregunta se refiere a el bombardeo en redes sociales, al calor de las campañas políticas, nos ha expuesto a todos, o a casi todos, a una aparatosa e impredecible gama de mensajes tendenciosos, de autoría desconocida, manufactura imperfecta y propósitos no explícitos: aunque presumiblemente perversos. Honrar nuestra democracia es, por supuesto, salir a votar el 1 de julio. Pero lo es también aceptar que, el voto de un viejo vale lo mismo que el de un joven, el de un pobre vale lo mismo que el de un rico, el de un ignorante que el de un sabio. En una democracia cada quien tiene la libertad de esgrimir su razón.
Las "buenas conciencias" de nuestra sociedad mexicana, aquellas que describiera magistralmente Carlos Fuentes, cuya ausencia hoy, por cierto, es abismal. Las filas de muchos de estos espíritus inmaculados se alinean en torno a una democracia selectiva, autoritaria, clasista. Yo valoro el liberalismo porque es fundamental para abrir paso a paso a las nuevas ideas, a la tecnología, a la innovación y a las diferencias individuales, que son signo distintivo de nuestros tiempos.
En nuestro país, tan desigual, tan corrupto, que padece, desde hace dos décadas, una epidemia de violencia cuyos saldos letales son indefendibles, ¿quién decide qué es moderno y qué no? ¿Los que viven con sobrado confort, o los que apenas sobreviven y aspiran, a vivir un poco mejor, a tener un ingreso más decoroso y a sentir que sus derechos no valen menos que los de los otros? Me parece que estos últimos pueden ser la mayoría. El país cruje y arden las redes sociales. Al país le urgen soluciones.
En la política real, por cierto, la única en la que creo, la conseja sigue vigente y lo que la naturaleza no lo da, Salamanca no lo presta. No vaya ser que después del cambio nos acordemos que en política a veces se necesita cambiar todo para que todo siga igual.
En otro contexto, hay motivos para celebrar el Día del Trabajo en nuestro país. Durante el gobierno de Peña Nieto se han creado más puestos laborales que en cualquier sexenio de la historia. Son logros importantes que merecen ser reconocidos. Sin embargo, seguimos enfrentando retos estructurales graves en el ámbito laboral. Pese a los avances, la informalidad continúa a niveles insostenibles; casi 6 de cada 10 mexicanos trabajan en la oscuridad fiscal. Algunas políticas gubernamentales no ayudan, e incluso empujan a muchos a la economía informal.
Un ejemplo es el Seguro Popular. Es mucho más caro obtener protección médica para un trabajador formal (por las cuotas del IMSS) que para uno informal que contrata el Seguro Popular. Muchos de los males que afligen a nuestro país, desde la baja productividad hasta la reducida recaudación tributaria, se lis podemos atribuir a la informalidad.
Otro problema es el estancamiento del poder adquisitivo de los sueldos. Desde hace un par de décadas que el salario real no aumenta de manera palpable. El problema es más pronunciado para aquellos que ganan el salario mínimo, el cual ha tenido una contracción considerable en ese periodo.
Pero quizá los mayores retos del mercado laboral vendrán en el futuro, producto de los avances tecnológicos en general y de la automatización en particular. Me sorprende y preocupa que no se hable más de este enorme riesgo. Aunque el día en que las máquinas sustutuyan de manera masiva a los humanos no está cerca, es fundamental empezar a discutir e implementar las medidas necesarias para ayudar a los millones de mexicanos cuyos empleos desaparecerán.
Hoy ya estamos viviendo ajustes importantes por el surgimiento de aplicaciones como Uber. Por otro lado, los taxistas están perdiendo trabajo. Por otro, quienes trabajan en Uber y en otras empresas de lo que se denomina economía "colaborativa", no cuentan con la seguridad social de un empleado formal, pero tampoco podemos catalogarlos como informales en el sentido tradicional de la palabra. Dichos ajustes se convertirán el hecatombes cuando pegue de lleno la automatización. Existen muchos estudios sobre el número de empleos que se perderán a raíz de los avances en robótica e inteligencia artificial, pero todos coinciden en que será sustancial. A diferencia de las revoluciones industriales pasadas, los trabajos que estarán en juego no sólo serán los de bajo sueldo.
Y para finalizar como siempre, la sabiduría popular nos puede guiar, pocos han visto la serie Populismo en América Latina.
Algunos de los entrevistados por los realizadores de la serie ofrecen versiones parciales, aunque informadas, le dan su visto bueno por ser un ejercicio primigeniamente periodístico. Otros menos sesgados refieren: "No es neutral, ni creíble". Cierto es que La División, la casa productora, encargó elaborar cinco capítulos de este serial que tiene entre sus protagonistas al ex mandatario argentino Juan Domingo Perón, al revolucionario cubano Fidel Castro, al sindicalista brasileño Luis Inácio Lula Da Silva y al rebelde venezolano Hugo Chávez.
¿ Porque un simple documental que habla del populismo en América Latina molesta tanto a AMLO? reclamó La División, "en México se han producido y hasta financiado con dinero público películas que específicamente critican al gobierno". ¿Ejemplos? La Ley de Herodes, El Infierno, La Dictadura Perfecta. "Es el colmo, se quieren aprovechar de la ignorancia de la gente. Todavía ni gobiernan y ya empezaron con la censura", se quejaron. AMLO fustigó este documental, acusan, que sería difundido por un canal especializado, de gran reconocimiento. Y en vez de Net Geo, recurrieron a You Tube, donde los 6 capítulos se podían ver. Pero desde un punto de vista fílmico empresarial, nadie se explica cómo se produjo una serie sin venta de exposición y de financiamiento. Pedro Torres es el productor consentido de los Pinos, desde el sexenio calderonista. De la mano de Alejandra Sota estuvo a cargo de la
manufactura del sexto informe del ejecutivo panista y en la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota.
El Mall, la casa productora de Torres también elaboró los spots de la campaña peñista.
Pero esas historias de consultores y publicistas que trabajan simultáneamente para candidatos de distintas fuerzas políticas tienen antecedentes más graves.
Netflix no quiso difundir El Populismo en América Latina. Tampoco Televisa, Tv Azteca o Imagen TV. La credibilidad, su mayor valor, no podrá estar al arbitrario de los caprichos de un equipo de campaña.
México no se acaba, pero estamos a punto de validar en las urnas un proyecto alternativo de graves riesgos, por el enojo, el hartazgo y la incapacidad para vislumbrar alternativas. |
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