De Veracruz al mundo
La sombra de corrupción acechó muchos años a Alan García, y no vio otra salida que darse un tiro.
El expresidente peruano (1985-1990 y 2006-2011) murió cuando iba a ser detenido por el caso de corrupción Odebrecht, tras más de dos años de ardua investigación por parte de los fiscales para determinar si recibió sobornos.
Miércoles 17 de Abril de 2019
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Foto: Cuartoscuro .
.- La vida de Alan García llegó este miércoles a un trágico final tras 35 años como protagonista de la política peruana, en la que irrumpió en 1985 como “Caballo loco”, el impetuoso líder que asumió el poder como el más joven Presidente de América y quién tomó un camino final azotado por la corrupción.

El expresidente peruano (1985-1990 y 2006-2011) murió cuando iba a ser detenido por el caso de corrupción Odebrecht, tras más de dos años de ardua investigación por parte de los fiscales para determinar si recibió sobornos.

García falleció en un hospital limeño en medio de una gran conmoción ciudadana, mientras era atendido de un disparo en la cabeza que se infringió cuando iba a ser detenido por la policía a pedido del Poder Judicial, acusado de haber cometido un delito de lavado de activos.

El final de García fue causado en último extremo por la sombra de la corrupción, que acompañó su paso por la política, sombra de la que pudo escapar con éxito en numerosas ocasiones pero que, tras el estallido del escándalo Lava Jato y las confesiones de la empresa brasileña Odebrecht, le dejó completamente arrinconado.

La situación del ex mandatario se precipitó en noviembre de 2018, cuando García, quien residía en España, visitó su país natal para participar en una cita con la Fiscalía para ser interrogado en el marco de una investigación por corrupción que vinculaba a varios de sus colaboradores.

Allí se encontró con su inclusión en la lista de investigados y con un pedido de impedimento de salida del país, mientras la prensa informaba de que documentación aportada por Odebrecht recogía pagos irregulares al exmandatario que confirmarían su participación en actos de corrupción.

García, sobre el que en ese momento no pesaba ninguna orden de detención, buscó refugio en la residencia del embajador uruguayo en Lima aduciendo “persecución política”.

Tras varias semanas, Uruguay rechazó ese pedido y un escarmentado García salió de la sede diplomática muy dañado en su prestigio y consciente de que en esta ocasión ya no recibiría apoyo externo en su lucha por eludir a la Justicia.

Lejos quedó la fecha de 1992, cuando empleó con éxito la misma estrategia tras el autogolpe que protagonizó Alberto Fujimori, y después de ser acusado de enriquecimiento ilícito y haber ordenado una matanza de presos por terrorismo en varios penales del país para refugiarse con éxito en la Embajada de Colombia en Lima.

Desde allí partió al exilio, primero a Colombia y luego a Francia, donde permaneció hasta que en 2001 la Corte Suprema de Perú declaró prescritos aquellos delitos, por los que nunca fue juzgado.

El primer Gobierno de García (1985-1990) es considerado como desastroso por la mayor parte de los peruanos, debido a la profunda crisis económica y el embate del grupo terrorista Sendero Luminoso, que sin embargo volvieron a elegirlo en 2006.

En ese segundo período realizó un viraje ideológico radical de la izquierda de sus orígenes a una derecha económica y social sin complejos, mientras en el imaginario colectivo de Perú quedaba como un personaje inmune a toda acusación.

García hizo su carrera política en el seno del histórico e izquierdista Partido Aprista Peruano (PAP), fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre.

Nacido el 23 de mayo de 1949, Alan Gabriel Ludwing García Pérez se licenció en Derecho por la Universidad de San Marcos de Lima, se doctoró en la Complutense de Madrid y amplió estudios en la Sorbona de París.

Regresó a Perú en 1978 e integró la Asamblea Constituyente que redactó la Carta Magna de 1979, después fue diputado por Lima y en 1982 secretario general del PAP, lo que catapultó su candidatura a la Presidencia en 1985.

EL “CABALLO LOCO”

Como gobernante, vivió dos años de idilio con el pueblo, con medidas como la restricción del pago de la deuda exterior, el rechazo a los organismos multilaterales, la reducción de gastos militares y la limitación de las importaciones.

Allí, con 36 años, se ganó el apodo de “Caballo loco”.

El punto de inflexión llegó en 1987 cuando intentó nacionalizar la banca, lo que generó una oleada de protestas lideradas por el escritor y futuro premio Nobel Mario Vargas Llosa.

Bajo su mandato además se produjo también la masacre de más de 200 presos en tres cárceles de Lima, en 1986, como respuesta a un motín de presuntos terroristas.

En 1990, la economía del país estaba colapsada, la inflación superaba el 7.000 por ciento anual y la figura política de García estaba totalmente desprestigiada.

Luego vino el exilio y el retorno al país, en donde compitió por la Presidencia en 2001, en una votación que ganó Alejandro Toledo.

Ya en 2006 volvió a presentarse, esta vez reconvertido a la ortodoxia económica y pese al lastre de su pasado, se impuso en la segunda vuelta electoral al nacionalista e izquierdista Ollanta Humala.

La nueva gestión (2006-2011) fue exitosa en lo económico, y en ella se multiplicó la inversión en el país.

En 2016, al postular a un tercer mandato, García no superó el 5 % de los votos, lo que le llevó a renunciar a sus cargos en el PAP y mudarse a España, donde residía hasta que quedó impedido para salir de Perú por orden de la justicia.

García estuvo casado en segundas nupcias con la economista argentina Pilar Nores, quien lo acompañó en sus dos mandatos como primera dama.

Se separó de ella en 2009, meses después de que se conociera públicamente que mantuvo una relación extramatrimonial con Roxanne Cheesman, con quien tuvo su sexto y último hijo.

Los indicios que acorralaron al ex Presidente Alan García en el caso Odebrecht

LOS INDICIOS QUE LO ACORRALARON

1.- EXVICEMINISTRO EN PRISIÓN.

Al destaparse el caso Odebrecht hace más de dos años, el mayor funcionario implicado del segundo mandato de García era el exviceministro de Comunicaciones Jorge Cuba, quien recibió 8 millones de dólares en cuentas de la Banca Privada de Andorra por la licitación de la Línea 1 del Metro de Lima.

Cuba, que fue detenido en enero de 2017 y desde entonces permanece en prisión preventiva, se ofreció a los fiscales como colaborador eficaz (delator premiado) para revelar a otros implicados a cambio de recibir beneficios en una eventual condena.

García siempre lo descalificó al considerar que era una “corrupto” y su único interés era salir de prisión.

2.- LA SIGLA “AG” EN LA AGENDA DE ODEBRECHT.

Otro elemento para la sospecha fue la sigla “AG” que figuraba en las agendas de Marcelo Odebrecht, el expresidente de la empresa brasileña, cuyos documentos ayudaron a identificar algunos de los receptores de los sobornos.

El propio Odebrecht aseguró a los fiscales peruanos a finales de 2017 que la sigla “AG” se refería a Alan García, algo que siempre negó el expresidente, quien afirmó que, en todo caso, esa anotación no estaba acompañada de nada que lo involucrara con los sobornos.

3.- LA CONFERENCIA EN BRASIL.

Ya concluido su mandato, García ofreció en 2012 una conferencia en Sao Paulo (Brasil) por la que cobró 100.000 dólares, una cuantiosa suma que siempre fue sospechosa para las autoridades peruanas.

En noviembre de 2018, la Fiscalía determinó que ese dinero salió de la cuenta oculta con la que Odebrecht pagaba sus sobornos, motivo que llevó a la Fiscalía a pedir y obtener el impedimento de salida del país del expresidente, quien intentó burlar la medida pidiendo asilo en la embajada de Uruguay, una solicitud que se frustrado por la negativa del Gobierno de ese país.

4.- SOBORNOS PARA SU SECRETARIO.

La pasada semana se conoció que la Fiscalía había detectado que el exsecretario presidencial de García Luis Nava había recibido más de 4 millones de dólares en sobornos en cuentas en paraísos fiscales, a los que se sumó más de un millón de dólares que se entregó al exvicepresidente de la estatal Petroperú Miguel Atala en la Banca Privada de Andorra.

Los fiscales sospecharon entonces que, si Atala era un probable testaferro de Nava, también era probable que este lo haya sido de García, debido a la cuantiosa suma de dinero que acumuló en sus cuentas para haber sido secretario de la Presidencia.

5.- LA DECLARACIÓN PENDIENTE DE BARATA, EL TESTIGO CLAVE.

La detención de García se iba a producir pocos días antes de que los fiscales peruanos a cargo del caso viajasen a Brasil para interrogar a Jorge Barata, el exdirector de Odebrecht en Perú que es considerado el testigo clave de este caso, al haberse encargado de negociar y entregar los sobornos a los políticos nacionales.

Barata se reunió más de veinte veces con García cuando era presidente e incluso viajaron juntos en varias ocasiones en el avión presidencial, por lo que se espera que revele informaciones claves en el marco del acuerdo de colaboración eficaz que recientemente firmaron la empresa y el Estado peruano.

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