La amnistía que ha ofrecido el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador va encaminada, en lo inmediato, a varios de segmentos de la población pero, sobre todo para el sector de niños y adolescentes que son reclutados por el crimen organizado aprovechando condiciones de marginación pero, también, de manera forzada. |
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.- La amnistía que ha ofrecido el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador va encaminada, en lo inmediato, a varios de segmentos de la población pero, sobre todo para el sector de niños y adolescentes que son reclutados por el crimen organizado aprovechando condiciones de marginación pero, también, de manera forzada. Y es que de acuerdo a Arturo Durazo, próximo secretario de Seguridad en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en México hay cerca de 460 mil niños y adolescentes en las filas del crimen organizado, muchas veces de manera forzada. Por ello, a la par de la amnistía, la apuesta del nuevo gobierno es que haya opciones de trabajo. “No podemos dejarlos así. No podemos ofrecerles como horizonte de vida una vida de criminalidad. Tenemos que rescatarlos”, aseveró Durazo durante los encuentros con familiares de víctimas. En ese tenor, Juan Martín Pérez García, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim)Refiere que “los adolescentes reclutados son desechables, no es que quieran que hagan una carrera criminal, no es que estén buscando que se conviertan en los nuevos capos o que les estén enseñando nuevas técnicas de secuestro sofisticado parara que crezca el negocio; los usan porque es instrumental en ese momento, porque si algo les sucede no tienen responsabilidad frente a nadie y porque hay impunidad, tan es así que en cada 100 carpetas de investigación en donde un niño, niñas o adolescentes es víctima, sólo tres alcanzan sentencia condenatoria”. En su informe, “Adolescentes, vulnerabilidad y violencia”, la CNDH advierte que cuando los adolescentes traumatizados violan las leyes y se involucran en actividades delictivas, incluso de manera repetida, ellos aun necesitan y merecen la ayuda por parte de los adultos. “Los sistemas deben tener la capacidad para reconocer la pesada carga que algunos niños y adolescentes llevan, y ayudarlos a transitar hacia una adultez saludable y productiva, proveyéndoles servicios que tomen en cuenta los daños que les ha provocado el haber estado expuestos a la violencia. Con mucha frecuencia los sistemas de justicia se apoyan en respuestas punitivas y hacen juicios que resultan tan dañinos como inefectivos para los adolescentes infractores”, establece.
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