De Veracruz al mundo
Tlatelolco, convertido en epicentro del conflicto.
Estudiantes y vecinos de Nonoalco se defendieron de las fuerzas del orden, les lanzaron hasta agua hirviendo; la policía busca a Heberto Castillo, creen que se escapó a Cuba; desde el PRI no cesan los ataques al rector Barros Sierra
Sábado 22 de Septiembre de 2018
Por: Excelsior
Ciudad de México.- La información publicada hoy hace 50 años sobre el Movimiento Estudiantil parecía una calca de lo ocurrido uno, dos, tres días atrás: enfrentamientos-balazos-pedradas-heridos-sangre-destrucción-detenidos-caos-persecución.

La incursión del Ejército en la Ciudad Universitaria, el 18 de septiembre, marcó el cambio de estrategia del gobierno. Los estudiantes reaccionaron. La autoridad intentó un cerco a las manifestaciones y los estudiantes, según se lee en la información de la época, atacaban al menor descuido.

El 22 de septiembre Excélsior publicó la nota titulada “Violentas refriegas en Ciudad Tlatelolco”. El sumario informa: “Esta madrugada el Ejército estableció patrullas en la zona”.

En la información de primera plana de este diario también están las críticas en contra del rector Javier Barros Sierra, desde el PRI. Y la nota de la probable consignación de personajes relacionados con el Movimiento Estudiantil, como Eli de Gortari y la pintora guatemalteca Rina Lazo, de quienes aparecen sendas fotografías en la publicación, junto a una de Heberto Castillo, quien es buscado por la justicia, que presume está en Cuba.


En este contexto de búsqueda de supuestos líderes del Movimiento se realizó un cateo a la casa de Manuel Marcué Pardiñas, otro de los señalados por el gobierno como auspiciador del Movimiento.

Según la información de la Procuraduría General de la República, dada a conocer por este diario, en la casa de Marcué se encontraron panfletos contra el gobierno, cintas grabadas de discursos subversivos, películas sobre guerrillas y evidencias de que él y Castillo habían estado en Cuba.

La nota principal de Excélsior de hoy hace 50 años fue la crítica del diputado Luis M. Farías al rector Barros Sierra. La información firmada por Ángel Trinidad Ferreira refiere que en el PRI, tras un cambio de impresiones que duró varias horas entre Alfonso Martínez Domínguez, Luis M. Farías, diputados y líderes de ese partido, la mayoría parlamentaria presente apoyó a su líder en sus críticas y censuras al rector de la Universidad, Javier Barros Sierra, al que Farías ha tildado de inepto. Uno de los asistentes fue el diputado Guillermo Morfín, tesorero de la Confederación Nacional Campesina (CNC), quien había alabado al rector y apoyaba la petición del PAN y del PPS de que saliera el Ejército inmediatamente de la Ciudad Universitaria.


La nota de los hechos de la refriega en Tlatelolco es la que en el contexto del 50 aniversario de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas cobra mayor significado.

La información dice que a lo largo del día y la noche del 21 de septiembre de 1968, los estudiantes continuaron realizando mítines en diversos puntos de la ciudad y fueron dispersados en varias ocasiones por la policía, en algunas de ellas, después de violentas refriegas.

El más importante de los enfrentamientos ocurrió en los alrededores de la Vocacional 7, en la unidad habitacional Nonoalco Tlatelolco, donde la policía usó gases lacrimógenos e hizo disparos intimidatorios. Cercó alguno de los edificios donde los manifestantes se habían parapetado.

Los granaderos se retiraron de Tlatelolco a la una de la madrugada del 22 de septiembre de 1968 y llegó el Ejército a patrullar la zona. Aproximadamente 500 hombres y nueve carros de asalto, comandados por el coronel Javier Vázquez Félix. También estaban allí cuerpos de la policía montada. Los estudiantes continuaban, esa madrugada, en el edificio 11 del ISSSTE.

La nota periodística de hoy hace 50 años detalla que en toda la jornada se realizaron decenas de aprehensiones y hubo una veintena de vehículos secuestrados, varios de los cuales fueron dañados o incendiados. Hubo también centenares de intoxicados por los gases lacrimógenos y decenas de lesionados, diez de ellos graves. Seis recibieron heridas de bala. Otros centenares de vehículos, que se encontraban estacionados en la zona tuvieron daños considerables.

Excélsior publicó que la refriega en la Unidad Nonoalco Tlatelolco se inició a las siete y media de la noche (del 21 de septiembre de 1968), cuando varios transportes de granaderos dispersaron a los grupos estudiantiles que se encontraban a lo largo de la Prolongación de San Juan de Letrán (actualmente Eje Central), frente a la Vocacional 7, entre las calles de Nonoalco y Manuel González. Los huelguistas habían bloqueado las calles por medio de una decena de autobuses que atravesaron en las bocacalles para impedir la entrada de los granaderos. La operación resultó inútil. Los policías dispersaron a los estudiantes y éstos buscaron refugio en los edificios de la zona que comprende las calles de Guerrero, por el poniente; Manuel González, por el norte; Prolongación de San Juan de Letrán, por el oriente y Nonoalco por el sur. Lo primero que ordenaron las autoridades fue que las grúas de la Dirección de Tránsito retiraran todos los autobuses que estaban secuestrados y que los entregaran a sus propietarios. Los uniformados realizaban esa labor cuando se inició un contraataque de los estudiantes que lanzaron bombas molotov, piedras y toda clase de proyectiles contra los transportes policiacos, a los que ya empezaban a subir la mayor parte de los granaderos.



Según la noticia de hace medio siglo, la contestación no se hizo esperar. Se escucharon varias detonaciones por disparo de armas. Un agente de tránsito tiroteó el edificio número 265 de la Prolongación de San Juan de Letrán, e inmediatamente los dos inmuebles de esa calle fueron bombardeados con gases lacrimógenos. Los efectos fueron inmediatos. Hombres, mujeres, niños y jóvenes comenzaron a buscar la calle, y los granaderos iniciaron una serie de detenciones.

Más tarde, los gases lacrimógenos fueron lanzados contra los edificios del ISSSTE, frente a la Vocacional 7. Las bombas caían por todas partes y se inició la alarma entre el vecindario que contestó, al igual que los estudiantes, con toda clase de proyectiles y aun arrojando agua hirviendo contra los uniformados o agentes policiacos que trataban de continuar las aprehensiones.

Los paramédicos de las cruces Roja y Verde comenzaron a ir de un lado a otro para atender lesionados y socorrer asfixiados.

Un capitán de la Dirección de Tránsito, identificado como Jaime Gómez Escobar, azuzó a los hombres, vestidos de civil, que tenía a su cargo para que se lanzaran contra los curiosos o gente extraña que anduviera por los alrededores. Hubo decenas de disparos por parte de los agentes policiacos y de los estudiantes. El fotógrafo de prensa Andrés Manzanares es uno de los heridos graves. Recibió una pedrada en la cabeza. Entre los lesionados por bala identificados están el granadero Andrés Conejo Corona y un oficial de Tránsito. Se hablaba de una niña. Para tratar de capturar a los huelguistas, los transportes policiacos rodearon toda la zona, mientras los granaderos disparaban cargas constantes de gases lacrimógenos contra los sitios en donde se suponía que aquéllos estaban parapetados.

Poco después del mediodía hubo problemas en la Plaza de la Ciudadela. Los estudiantes secuestraron tres autobuses y levantaron barricadas. La policía informó que los huelguistas tenían cerca de ellas unos veinte tambores llenos de gasolina para prenderles fuego e impedir el paso de los granaderos. Hubo un breve choque entre estudiantes y policías. Éstos finalmente lograron dispersar a 105 huelguistas. Se hicieron una veintena de detenciones y se dejó una guardia en la zona para impedir más problemas. No pasó mucho tiempo antes de que los estudiantes se reunieran frente a la Vocacional 7 para luego tratar de apoderarse de los autobuses que pasaban por las cercanías.

Por la tarde, a las 14 horas, los de la Preparatoria número 7, de Mixcoac, comenzaron a secuestrar autobuses, los que colocaron a la entrada de Lomas de Plateros para impedir así el paso de los granaderos. Secuestraron, además una pipa de Aguas y Saneamiento y una barredora del Departamento del Distrito Federal y una pipa cargada con petróleo. A ésta pretendieron prenderle fuego. Fueron comisionados para ir a este lugar diez transportes de granaderos.

La situación fue controlada después de algunos encuentros entre uniformados y estudiantes. Finalmente fueron recuperados los vehículos secuestrados y restablecido el orden. Hubo por lo menos un centenar de detenidos y decenas de golpeados, según se lee en la nota de Excélsior, hoy hace 50 años.

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