El humanismo es considerado como una de las filosofías sobresalientes emergidas durante el Renacimiento, entre los siglos XIV y XVI. Un gran movimiento intelectual basado en la racionalidad como la forma de entender el mundo y en un renovado interés por el mundo clásico, buscando recuperar y aplicar sus valores y conocimientos a la vida de aquella época y realizar estudios que no se centraban exclusivamente en la religión, sino en lo que significaba ser humano.
Sus ideas antropocéntricas colocaban al ser humano como eje de sus preocupaciones, motivaciones y desarrollo de las cualidades humanas. Este movimiento intelectual, filosófico, artístico y cultural floreció particularmente en Italia, en ciudades como Venecia, Florencia y Roma y es lo propiamente llamado humanismo renacentista, un periodo muy importante dentro de la evolución que el humanismo ha seguido a través de la historia.
Este movimiento tuvo varios precursores, entre los que destacan Dante Alighieri (La divina comedia, Florencia, 1321), una de las obras fundamentales que comenzó a preparar la transición del pensamiento medieval teocéntrico al pensamiento renacentista antropocéntrico. Otro de los precursores fue Giovanni Boccaccio (El Decamerón, Florencia, 1353) cuando la peste asolaba Florencia, defensor de la cultura griega y de las obras clásicas.
Quizá el principal precursor haya sido Francesco Petrarca, reconocido como el padre del humanismo por los aportes que hizo a este movimiento intelectual y artístico, quien en su Cancionero (Venecia, 1470) su poesía tiene la virtud de hacer accesible lo complejo, de hacer deseable lo difícil y de despertar en el alma lo que está dormido. Intentó armonizar el legado grecolatino con las ideas del cristianismo.
Estos precursores defendieron las ideas que dieron paso a la filosofía humanista pues consideraban que el ser humano es el centro del universo y superior a cualquier ser vivo. El ser humano está plenamente capacitado para desarrollarse y no tiene límites en su crecimiento intelectual. Por lo tanto, es el responsable de su propio destino.
Pero hay otros cuya obra y reflejo se extiende por Europa y más tarde al resto del mundo: Erasmo de Rotterdam (El elogio de la locura, 1509) es considerado una figura fundamental del humanismo renacentista. Sus ideas provocativas (en un tiempo de rigideces y dogmas) incluyeron la tolerancia, la libertad humana, la importancia de la educación en el ser humano. Maquiavelo (El Príncipe, 1513 ó 1532) escritor, político y filósofo que influyó de manera decisiva en el pensamiento occidental durante el renacimiento que apenas comenzaba, aportando una serie de reflexiones sobre los objetivos del Estado. Tomás Moro, (La utopía, 1515) y otros más que contribuyeron a enriquecer el legado humanista que apenas florecía.
El arte en el Renacimiento fue también excepcional con las obras de Rafael, Sandro y sobre todo Miguel Ángel Buonarroti y Leonardo Da Vinci quienes estudiando el arte de la antigüedad solían ser expertos en pintura y escultura añadiendo conocimientos teóricos sobre la perspectiva matemática que produjeron obras de arte realmente únicas. Da Vinci fue, además, un genio de la invención y la matemática aplicada.
La filosofía oriental aportó la búsqueda e interpretación de las experiencias místicas y la convicción de que las preguntas importantes tienen respuesta aunque no aparezcan de momento. Más adelante, la Revolución Francesa contribuyó con su pensamiento sobre la dignidad del hombre y legó a la humanidad en 1789 la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano estableciendo los principios de libertad individual, igualdad jurídica y gobierno representativo. En la actualidad, con diversas interpretaciones en el mundo, se entiende el humanismo como una actitud que busca el respeto a la dignidad humana y eliminar los prejuicios y la discriminación.
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