Es ampliamente sabido que el lenguaje corporal expresa el verdadero sentir de las personas; y aunque existen técnicas para que el mismo lenguaje “influya” en el sentido inverso, es decir, para dejar la depresión hay que sonreír…
Son los que piensan que la fe mueve montañas, haciendo referencia al poder de la mente; cuando nadie ha movido nunca ninguna montaña con solo la fe y sin dinamita y un buldócer. Y, es más, con la mente, es decir, con solo desearlo, nadie se puede quitar ni un dolor de muelas, ni convertirse en una Miss Universo con solo desearlo con hartisima fe…
Porque la fe, prima hermana de la esperanza, es lo que había hasta el fondo de La Caja de Pandora. “La esperanza es en verdad el peor de los males, pues solo prolonga la agonía del hombre”, dijo Friedrich Nietzsche (1844 - 1900)…
Hay quienes opinan que el famoso “Garrik” de Juan de Dios Pesa, creía en lo mismo, pero no le funcionó; pues hacía reír a los demás, pero sufría por dentro…
También hay quienes de creerse la gran cosa acaban siéndolo. Suele suceder con relativa frecuencia; pero luego, cuando dejan el cargo medio se les pasa. En fin, lo que parece ser cierto, es que cuando estás triste, o enfermo, se te nota a leguas…
Siempre se ha dicho que los ojos son el espejo del alma, lo que es tan cierto como lo es, tanto en los pescados como en los hombres. Y se trae a cuento, porque la misa de Navidad a la Ciudad, la urbe, y al Mundo -Urbi et Orbi- que celebró el Papa Francisco…
Primero, por aquello del coronavirus, la Plaza de San Pedro no estuvo a reventar, como acostumbra estar cuando el Papa sale al balcón y da la bendición. Y segundo, porque el Papa no era el mismo de siempre…
Se le vio apagado. Su mirada denotaba tristeza, el rostro alargado y las sonrisas que siempre lo caracterizan, estaban ausentes. Podría decirse que estaba desilusionado; y sus palabras así lo daban a entender. “Parece que no terminan nunca los conflictos y contradicciones” dijo…
Unos entendieron que hacía referencia a los conflictos de toda índole, que por todos lados brotan por cualquier causa; y la poca voluntad de los hombres para solucionarlos de manera racional…
Ciertamente que no hay modo de que los hombres vivan en paz. Bien decía Homero (Siglo VII antes de esta Era) el Poeta divino: “los hombres se cansan antes de dormir, de amar, de cantar y de bailar, que de hacer la guerra”…
Pero sus mismas palabras, otros entendieron -la oposición- que la desilusión no era con los hombres; sino con su Dios, a quien siempre pintaron como el hacedor de todo y resulta que no hace nada para enderezar el barco…
Lejos quedaron aquellos tiempos en que cuando se enojaba con los hombres enviaba inundaciones o rayos y centellas hasta desaparecer ciudades enteras con todo y sus habitantes; -como yanqui en la Segunda Gran Guerra ¡vaya!- pero nada. Del Dios Todopoderoso, ni sus luces. Nada…
Y la gente comienza a sospechar que, o no existe y han sido vilmente engañados; o en el peor de los casos, sí existe, pero no le interesamos en lo más mínimo. La mayor parte de la humanidad sufre hambre. El que enviara a su hijo muy amado a que le fuera como en feria -lo que es inentendible para un padre que se dice bueno- no sirvió de nada…
Por lo que se puede decir que lo mandó en vano, pues las cosas están cada vez peor; y de mariachi que regresa. Por lo que todos aquellos que esperan que de nueva cuenta aparezca, será mejor que esperen sentados; ¡olvídenlo! porque no hay trazas de que eso pueda volver a suceder. Las creencias van de caída. Las religiones son SA
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.
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