De Veracruz al mundo
NESCIMUS QUID LOQUITUR
Jafet R. Cortés
2021-01-24 / 22:03:07
ENTRE EL TERROR CÓSMICO Y LOS CAMPOS ELÍSEOS
Futuro, una trama cotidiana entre las personas que existen y coexisten en las distintas sociedades. Quizás, los seres humanos, impulsados por la curiosidad, el deseo de saber, han buscado las formas de lidiar con el futuro, que en realidad les causa un terrible e inminente miedo.



En la mitología, las Moiras, poseían el conocimiento del futuro. Los hilos de vida de cada uno de los mortales se materializaban a su vista de una manera tal, que estos seres sabían con precisión cómo, cuándo y dónde perderíamos nuestra vida, para así, emprender el viaje onírico hacia el inframundo.



Desde siempre, el ser humano ha tenido una curiosidad inmensa sobre lo que le rodea, y su miedo a lo desconocido también lo refleja en aquella sed de saber su futuro. No es algo exclusivo de eruditos y pensadores hablar del porvenir, es un tema cotidiano, preguntarse qué pasará mañana.



De filias y fobias está construida la interpretación de realidad de cada quien, que busca modelar a capricho su idealizado futuro. Pero, al final de todo, por más información que se tenga, por más investigaciones que se hagan, sólo se podrá visualizar un minúsculo halo de todo lo que pudiendo ser, será o no.



Lo que es, sin duda alguna, desdeña todas aquellas imprecisas y limitadas proyecciones de lo que queremos que sea.



Aterrizando en el terreno nacional, se puede definir que en México existen dos formas de construir el ahora que desprenden futuros totalmente distintos. Las dos caras de una misma moneda rota, desgastada y sucia.



Por un lado, un bando lucha intensamente por desacreditar cualquier acción que se realice desde el poder ejecutivo federal, iniciando movimientos desarticulados, con banderas falaces, sin objetivos precisos, sólo desestabilizar cualquier acción de gobierno.



Sin importar en realidad el beneficio o perjuicio colectivo, se dedican a dinamitarlo todo, creando fantasmas y moldeando ogros que se alimentan del miedo. Claramente todo esto buscando un fin lucrativo y político, en la mayoría de los casos, justificando alianzas invendibles, y vulgarmente pragmáticas.



El futuro, según esta interpretación de la realidad, se asemeja a la visión que tendría Yog-sothot -omnisciente dios primigenio del universo literario de terror cósmico que construyó Howard Phillips Lovecraft- quien tenía el secreto más temido, cómo, cuándo y dónde sería el final de los tiempos; todo esto, claramente causado por Azathoth, el omnipotente dios primigenio, creador de todo, quien sería el que le pondría fin a la existencia.



En contraste, el otro bando tira la cuerda hacia el terreno del romántico y el embriagante discurso patrio de transformación, regeneración y esperanza. A los ojos de esta versión de la realidad, cualquier acción que provenga del ejecutivo federal o de sus aliados políticos, será tratada como la panacea.



Cualquier crítica, por más constructiva que sea para mejorar o para alertar ciertos riesgos, será tomada como una afrenta directa contra el régimen, tachando al mensajero o emisor como cómplice de la corrupción. Muchos aliados optaron por hacerse a un lado ante la imposibilidad de contravenir ciertas decisiones de gobierno.



El futuro, en esta interpretación se visualiza como la materialización de la ficticia Omelas, creada por la escritora estadounidense, Ursula K. Le Guin, donde se plasma una ciudad de cuento de hadas. Imagínatela con tu propio lujo, puesto que la autora no se atrevió a describirla por miedo a que dicha descripción llegase a quedar obsoleta.



Tanto la ficción de Lovecraft con el desastroso fin del mundo causado por Azathoth, como la inigualable ciudad de Omelas de K. Le Guin, funcionan literariamente para describir con más facilidad la polarización de las dos interpretaciones del futuro, construidas a merced de deseos e intereses propios.



Lo cierto es que la realidad supera la ficción, y los dos ogros coexisten en una sola traducción del ahora, que va cambiando conforme avanza el tiempo. Mientras se toman decisiones, como todo gobierno, entre aciertos y errores, el futuro siempre nos sorprende, para bien o para mal.



Lo complicado de todo esto, es que entrar en un diálogo objetivo y propositivo, cada vez con mayor fuerza, por decirlo menos, se ha convertido en un reto.



Entre la crítica ligera, nimia, sin sustento y absurda; y la fidelidad a ciegas repleta de alabanzas y aplausos inmerecidos; la sociedad que orbita en medio de estos bandos se mantiene confundida, incrédula y cada vez menos segura del futuro.



Debemos hacer a un lado los reacios discursos de la llegada de los jinetes del apocalipsis, o de la mágica metamorfosis de México en los campos Elíseos. Silenciemos esta polarización, no le hagamos caso al canto de las sirenas, y critiquemos objetivamente los errores, pero reconozcamos los aciertos de quien vengan.



Al final las instituciones están hechas de personas, y sus decisiones reflejan, de un momento a otro, la esencia imperfecta de la humanidad.



Esperemos cuidadosamente el cuento de hadas, recordando siempre que hasta en Omelas, existían secretos tan terribles como para que la gente que vivía la dichosa “utopía”, se alejara sin voltear atrás.







Datos del autor:

Licenciado en Derecho UV

Analista Político/ Humanista/ Columnista

Diletante de la poesía y la fotografía

Xalapa, Veracruz; México.

Twitter e Instagram: @JAFETcs

Facebook: Hablando de no sé qué.

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