Con todo el apoyo, tanto humano como financiero, y con la absoluta complacencia del hijo de Atanasio, el aspirante a candidato para la dirigencia estatal del negocio ese llamado “Morena”, Esteban Ramírez, sostuvo, según él, una reunión de trabajo con integrantes del comité estatal.
El pretexto de tan alegre convite fue analizar la labor en torno a la unidad del partido y el apoyo a las políticas del gobierno estatal y federal.
No totol.
No se mide el chamaco ese.
De entrada, resulta más que evidente los pleitos intestinales que ya se han desatado con el único objetivo de lograr el poder, el control del negocio en la entidad.
Sobra decir que en escaso tiempo los morenos se han olvidado de los ideales, de los mandamientos del “Tlatoani”, del señor López.
Gracias a la ambición desmedida que han expuesto lo que menos le preocupa y ocupa es la unidad del partido, lo que impera son las ambiciones personales y saciar las ansias de dominio.
Seguramente los pleitos viscerales, los jaloneos, a eso están acostumbrados, es lo que habrá de avasallar este proceso interno.
Porque, de entrada, eso que ellos llaman el cambio verdadero es algo que no se logra ver por ningún lado, al contrario, la corrupción se ha disparado, la inseguridad en Veracruz es galopante, los tumbos del hijo de Atanasio no conocen limite. Lo anterior sin mencionar las barrabasadas del bajacaliforniano.
El compromiso que tienen los morenos no es con los veracruzanos, con los más desprotegidos, no señores, el adeudo es con la camarilla, con los cuates, los amigos, con esos que les aplauden y celebrar sus mediocridades.
Ejemplos sobran.
Allí tenemos los negocios millonarios en la compra de medicamentos, en la asignación de obra pública, en los apoyos al campo, entre otros.
La paupérrima obra que se ha edificado no tiene mayor repercusión social y, en cambio, muy al contrario, todo lo que se ha dejado de hacer en la entidad veracruzana ha propiciado el atraso de municipios, de comunidades enteras, situación que ha obligado a muchos paisanos a emigrar a otras entidades o al vecino país del norte.
La ciudadanía de a pie, esa que ya abrió los ojos, está convencida que Morena no funciona.
En escasos meses Morena ha superado, y mejorado, los mismos vicios y mañas no tan solo de gobiernos pasados sino de otros partidos políticos también.
Lo realmente cierto es que el partido con más alta rentabilidad electoral de la historia sufre de lo mismo que todos sus congéneres: excesos de ambición y poder.
Las tribus morenas, todo parece indicar, no habrán de lograr llegar a un buen acuerdo.
En la próxima elección de la dirigencia estatal lo que menos tendrá lugar es la trasparencia y en consecuencia no se podrá lograr una dirigencia sólida que sea capaz de enfrentar las decisiones que se tomarán para los comicios del 2021.
Esteban Ramírez Zepeta, aun cuando va en caballo de hacienda no garantiza unidad mucho menos nitidez, así de sencillo.
Provecho
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