¿Cómo ser escritor en tiempos de aislamiento, en tiempo de Pandemia del Coronavirus?.
García Márquez dijo de cuando escribió el coronel no tiene quien lo escriba: “Yo escribía El coronel no tiene quien le escriba encerrado en un hotel de París. Y esa vaina tiene todos los olores y tiene los sabores, tiene la temperatura, tiene el calor, tiene todo. Y El coronel no tiene quien le escriba está escrito en invierno, con una nieve del carajo afuera y con un frío del carajo en el cuarto. Y yo con el abrigo puesto, porque esa vaina tiene todo el calor de Aracataca. Si no lograba que hiciera calor en el libro no sentía que estaba bien”.
Uno ahora escribe de la pandemia del Covid19, a ciegas, viendo a la gente caminar las calles citadinas, con tapabocas, algunos; otros resguardados en casas, ante el temor del contagio. Con un gobierno paralizado.
Del Otoño del Patriarca: “Hubo un momento en que no conseguía que hiciera calor en la ciudad de El otoño del patriarca, y eso era muy grave, pues es una ciudad imaginaria del Caribe. No basta con escribir “hacía un calor tremendo”. Al contrario, es mejor no escribirlo y hacer que el lector lo sienta. Lo único que se me ocurrió fue cargar con toda mi familia para el Caribe y estuve errando por allá casi un año, sin hacer nada. Cuando regresé a Barcelona revisé lo que llevaba escrito, sembré unas plantas de flores muy intensas en algún capítulo, puse un olor que hacía falta en otra parte, y creo que ahora no hay problema y que el libro va disparado sin tropiezos hasta el final”.
JORGE LUIS BORGES
“En un café de Buenos Aires, Estela Canto –de quien Borges estaba enamorado y a quien le dio el manuscrito de El Aleph- le dice al escritor que piensa vender ese original: “Pero voy a esperar a que te mueras para que valga más”. Decepcionado por el gesto de la mujer a la que había querido tanto, Borges respondió: “Si yo fuera un caballero, en este momento iría al baño y se escucharía un tiro”. El manuscrito fue subastado en Londres en 1985, cuando el escritor aún vivía”.
JOSE SARAMAGO
Cuando Saramago tenía 12 años entró a una escuela industrial, donde encontró por primera vez clásicos de la literatura, que hasta los últimos días recitaba de memoria. Fue buen alumno pero sus padres sufrieron una grave crisis económica y Saramago tuvo que abandonar sus estudios. Para apoyar a su familia trabajó en una herrería mecánica. Todo esto influyó en su pensamiento, pues aquellas experiencias le hicieron tomar una posición con respecto a la política. Las cenizas del escritor están bajo un olivo en su tierra natal, y en su epitafio se lee: «Pero no subió a las estrellas, si a la tierra pertenecía».
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