Es figura retórica el concepto “amor a la humanidad”, en este tiempo virulento, de inflación, desempleo, revoluciones, luchas por imponer criterios, liberación femenina. etc. el hombre ha perdido el reflejo de amor como instinto propio, siente que la agresión del medio le obliga a la misantrópica individualidad.
El ser humano ha tenido siempre la característica de tener un YO al que le imprime personalidad propia, le hace este carácter distintivo, percibir las cosas y los fenómenos de la naturaleza, como una particular sensibilidad, una misma dimensión se observa diferentes por dos personas dentro del ámbito cualitativo, al percibir los sentidos con diferente intensidad, un mismo fenómeno o cosa, los seres dan diferente valoracion al mismo acto. Yo huelo diferente una flor y veo diferente una puesta de sol que la persona me acompaña, siento diferente y proceso en mi cerebro con diferentes valores.
En el campo de los sentimientos el proceso de aplicación de los sentidos a un determinado fenómeno, derivado de un acto compartido, surte efecto semejante al de la sensibilidad derivada de los sentidos primarios; en función de la capacidad valorativa que cada ser da a sus sentimientos, los goza o los sufre en diferente dimensión, dos personas que comparten un mismo sentimiento, debiera ser eso, mismo, igual, semejante, mas no hay tal, el amor, el odio, la ira o el miedo, que dos personas experimentan, se valora diferente por cada una de ellas en función de muchos factores, siendo el principal de ellos la influencia del medio que lo formo, esto modificado por la cultura del afectado, la edad y contexto económico y social de la vivencia.
El simple análisis de la problemática actual, en el que resalta una pandemia, nos permite afirmar la contundencia del análisis anterior, el mismo fenómeno económico que vivimos lo sienten diferentes los variados grupos sociales que conforman nuestro pueblo, mas no por diferente forma de sentirlo, debemos permitir que se disfrace el común denominador de injusticia social, derivada de la nefasta acción política de gobernantes descalificados como dirigentes de una nación.
Así como en Aritmética nos enseñan a buscar un común denominador para varios números, en las abstractas relaciones humanas, es posible establecer un común denominador para las acciones en que nos involucramos. Este común denominador, puede ser positivo o negativo, pensemos en este momento de crisis que es lo que nos une, que elemento común existe en la familia, en nuestro puerto, en la nación y en la humanidad en general. Yo y muchos lo atribuimos al Amor.
Es terreno común el atacar los aspectos negativos de quien tenemos mas cerca y mejor conocernos, resaltamos los aspectos negativos de ella y si la situación que se vive es difícil, normalmente le encontramos culpable, para justificar y disculpar nuestro propios errores; Es también terreno muy trillado el hecho de que en los mementos de crisis nos agarramos de cualquier clavo ardiente, surgen los falsos redentores que manipulando conciencias se organizan en grupos que desarticulan los tradicionales valores que le han dado sustento a nuestra existencia, con esbozada presencia de salvadores de la humanidad, han aparecido grupos que con marbete religioso o sin él, deforman la sociedad en el sustrato más trascendente que es la familia. ¡AGUAS!
Abril 4 de 2020 lmwolf1932@gmail.com Luis Martínez Wolf
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