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viernes 19 de abril de 2024

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2020-03-14 / 11:51:21

La guerra: patología e identidad nacional lV

Alfredo Poblete Dolores

Se requiere quitar fuerza y vigor a la delincuencia y llevar —todo ese absurdo social— a niveles en los que podamos vivir en paz. Es necesario atender y poner énfasis en varios ámbitos para apaciguar la violencia. Por ahora, abordaré tres rubros: cultura, educación y arte. No todo es pólvora, balas y muerte en la lucha contra el crimen.

En dos instituciones —familia y escuela— el gobierno debe instruir acerca de preceptos y conceptos culturales. A finales del sexenio calderonista —septiembre de 2012— publiqué tres notas relacionadas con la obra de Alfonso Reyes titulada “Cartilla Moral” (editada por primera vez en 1944). Las enseñanzas del filósofo regiomontano: “perseguían, dentro de otros propósitos, que los maestros y padres de familia, de ese tiempo, se ilustraran y prepararan para educar a las nuevas generaciones de mexicanos.” (…) “Construir una patria diferente fue la consigna.” (…) “Evidentemente, ese cuadernillo adquiere relevancia, el día de hoy, (subrayo 10/09/2012) por las circunstancias en que, como país, nos encontramos inmersos: violencia, destrucción, pillaje, abusos, mentiras, corrupción e impunidad nos rodean y sofocan.” (…) “La primera lección de la Cartilla Moral inicia con una frase contundente: ´el hombre debe educarse para el bien´. Para lograr tal propósito deben intervenir cuando menos la moral, el civismo y la ética como materias formativas.” (…) “La moral de la que habla Alfonso Reyes es una disciplina que pertenece a este mundo y se debe estudiar y aprender con un enfoque diferente a los preceptos religiosos.” El presidente López Obrador editará y distribuirá la obra de Alfonso Reyes; ese esfuerzo servirá como un andamio para la transformación y pacificación del país.

Otra medida que puede contribuir a menguar el desastre y detener el baño de sangre —en que nos encontramos desde hace dos sexenios— es poner énfasis en la educación básica de nuestros niños y formación académica de los jóvenes. Debo recurrir nuevamente a la obra de Alfonso Reyes para aclarar —lo que acabo de escribir— con respecto a la instrucción escolar: “En el universo laico esa materia —refiriéndose a la moral— se llama ética y pudiera ser la continuación de la enseñanza cívica.” (…) “La ética aclara que el bien como valor debe ser resultado del esfuerzo y la voluntad. El bien debe orientarse a la búsqueda de la justicia en lo que emprendemos y el virtuosismo en lo que ejecutamos. El bien no debe ser confundido con provecho o ventaja personal; con nuestro interés particular o con la satisfacción de nuestras apetencias o deseos. Desde el punto de vista ético el hombre debe buscar el bienestar o realizar cosas buenas para todo el grupo al que pertenece. Todo nuestro comportamiento debe estar fundamentado en ese principio axiológico.” El civismo en las aulas de la escuela primaria y la ética en los planteles escolares secundarios y preparatorios deben ser impartidos por profesionales con formación humanística, con técnicas didácticas amenas, atractivas e ingeniosas. Ninguna de las dos asignaturas debe ser convertida en materias de relleno, con maestros barcos que sólo transmitan aburrimiento y desapego a esos conocimientos.

Otro importante y destacado esfuerzo —por cambiar el destino de los niños y jóvenes del país— es la labor que realizan en el Fondo de Cultura Económica (FCE) al publicar y poner a la venta —a precios populares— destacadas obras de la literatura universal. El gobierno federal a través del “Instituto para devolver al pueblo lo robado” entregará —en fecha próxima— al FCE 53 y medio millones de pesos producto de la subasta de bienes materiales

decomisados a delincuentes y criminales. Ese monto servirá para financiar la edición de 21 títulos de obras literarias, mismas que serán vendidas a precio de ganga y creo que en algunos casos serán obsequiadas sin costo alguno. Fomentar la lectura es una parte importante para humanizar a los muchachos olvidados por los gobiernos anteriores.

Promover e impulsar las artes no es un asunto menor en cuanto a la lucha contra la violencia. Es menos probable —enfatizo, menos probable— que un estudiante de cualquier arte —al desarrollar sus virtudes— se torne violento. Los niños y jóvenes músicos de Oaxaca dan fe de lo que acabo de escribir. Otros testigos —de lo que sostengo— son los promotores culturales que afortunadamente en el país son innumerables. Estos últimos con sus filones humanísticos y artísticos han formado a varios jóvenes para el bien y para el virtuosismo.

Si alguien piensa que la cultura, educación y el arte no tienen influencia en la formación del niño y el joven o que —esos conocimientos— no sirven para que los críos y adolescentes se conviertan en humanos y puedan desplegar comportamientos y acciones propias de un humano; entonces que me digan de qué manera se previene, contiene o elimina el salvajismo, la barbarie, irracionalidad y saña con que actúan los jóvenes sicarios, los feminicidas, los violadores, golpeadores de mujeres, empresarios egoístas y poco solidarios o los políticos corruptos.

Educar en casa e ilustrar en el colegio sirve —entre otras cosas— para la formación de valores. El primer valor que debe inculcarse —con el ejemplo— y cultivarse —con la enseñanza escolar— es: el respeto. Me remito nuevamente a las notas que publiqué sobre el tema y que fueron derivadas de “La Cartilla Moral”. En aquel entonces escribí: “El respeto no es miedo. Tampoco es solemnidad ni actitud reverencial. Es observancia a los dictados cívicos o éticos. Los rasgos distintivos del individuo respetuoso son: que siempre se apega a la verdad, rechaza la mentira y repugna la calumnia o el engaño” (…) “El respeto como concepto y la relación respetuosa como dinámica social la debemos ir aprendiendo a lo largo de la existencia. El primer respeto que debemos incorporar a nuestro bagaje humano es el respeto a nosotros mismos. El respeto a la propia persona es lo que se conoce como dignidad.”

Otras acciones estratégicas —de la 4T— orientadas a la pacificación del país son: el esquema de aprendices llamado: “Jóvenes construyendo el futuro”; el de apoyo y ayuda para la formación escolar enmarcado en el “programa de becas para niños y jóvenes” en pobreza; el “fomento del deporte” e impulso y apoyo al deportista; “la lucha contra las adicciones”; etcétera. Más adelante trataré otras aristas tendientes a crear tranquilidad en el país y que están relacionados con aspectos legales, policiacos y mediáticos.

Un sector de la población mexicana —afortunadamente minoritario— descalifica o se mofa de la iniciativa presidencial de impulsar la educación, la cultura y las artes como estrategia de pacificación del país. Los que se burlan o reprochan la decisión de impulsar esos aspectos de la vida nacional no pueden sopesar la importancia de cultivarse con los libros, las artes o el deporte. Analizando los argumentos burdos y romos —que utilizan los vituperadores— llego a la conclusión que algunos de ellos son analfabetas funcionales, tienen problemas con la lectura de comprensión o, nada más, son ignorantes. También cabe la posibilidad que, esos maldicientes, tengan el mismo perfil —ético y cultural— que Vicente Fox o Enrique Peña Nieto.

alfredopoblete@hotmail.com